¡Que la Gracia y la Paz de nuestro Señor Jesucristo sean con todos nosotros ahora y siempre! ¡Amén!
En los últimos cuarenta años, el mundo ha progresado mucho más que en toda la historia de la humanidad. Los que rondamos los 40 años de edad, estamos siendo testigos de unos avances impensables en nuestra infancia. La informática, la telefonía celular, las comunicaciones, esta posibilidad de escribir un sermón en un rincón del mundo y que minutos u horas después pueda ser compartido con otros hermanos y hermanas de otro rincón del mundo, era algo absolutamente imposible hace unos pocos años. Las nuevas generaciones están creciendo con todos estos avances y se ríen cuando ven un disco de vinilo o una máquina de escribir. No se imaginan su vida sin su celular o hacer un trabajo sin consultar en Internet. Sin embargo y a pesar de todos los avances y progresos de los que estamos siendo testigos, el ser humano tiene los mismos problemas que tenía hace dos mil años. Incluso se están sumando los propios de la época, como la falta de comunicación entre padres e hijos. Quizá ahora, más que falta de comunicación, es la falta de interacción entre padres e hijos y entre miembros de la familia. Los mismos e incluso más problemas...... pero... ¿cuál es la solución? Así han aparecido en estos últimos años muchas propuestas mágicas de solución. En general propuestas que se ajustan al sistema imperante, o que lo justifican. Iglesias que crecen como hongos, gurúes del sistema que proponen salidas esotéricas, pseudo religiones, new age, sincretismos religiosos, pastores psicólogos, psicólogos pastores. Todos con propuestas individualistas donde se tratan de apaciguar las exigencias de una nueva forma de vida. Forma que exige cada vez más tiempo, más dedicación, más compromiso. (Llamaremos a estas propuestas de solución: Coca-Cola)
Pero... ¿será que tanto ayer como hoy existe una propuesta verdadera a nuestros problemas, una propuesta que además de hacernos bien a nosotros mismos podamos compartir con otros, con nuestros semejantes? Les propongo escuchar con mucha atención el texto de hoy. En el Evangelio de Juan capítulo 7: 37-39ª dice lo siguiente:
"37-38 El último día de la fiesta era el más importante. Aquél día Jesús, puesto de pie, dijo con voz fuerte: Si alguien tiene sed, venga a mí, y el que cree en mí, que beba. Como dice la Escritura, del interior de aquél correrán ríos de agua viva. 39 Con esto, Jesús quería decir que los que creyeran en él recibirían el Espíritu".
La imagen de la sed y el agua es muy fuerte y muy clara.
La sed: los problemas del ser humano, esos de los que tenemos nosotros mismos o alguien a quien conocemos, esos que siempre han estado entre nosotros: de violencia, de interrelación, de trabajo, de salud, de pérdidas, de alejamiento de Dios, de poca Fe y Esperanza, de falta de compromiso, de, de.......
El agua: la oferta de solución a esos problemas.
La sed: nuestras necesidades, las de ayer y las de hoy.
El agua: el ofrecimiento de Jesucristo como la forma de saciar esa sed. Hoy celebramos Pentecostés, hoy nuestro texto nos dice que: del interior de Jesucristo correrán ríos de agua viva y todos los creen y aceptan esta propuesta recibirán el Espíritu Santo. La sed se calma con agua. Los problemas se resuelven con Jesucristo a través del Espíritu Santo.
¿Para qué tomar Coca-Cola si podemos tomar agua? La primera te da más sed y te crea adicción y la segunda te la calma y te da salud. La primera representa las soluciones fáciles, la segunda la verdadera solución.
¡Que Dios nos ilumine y que, a través del Espíritu Santo, sintamos la necesidad de beber de ese manantial de agua viva, que es Jesucristo y que lo podamos compartir con otros! ¡Amén!