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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

21º domingo de Pentecostés, 25.10.2009

Sermón sobre Marcos 10:17-27, por Rodolfo Reinich

 

Hermanas, hermanos

En nuestro país, Argentina, se lleva a cabo una fuerte polémica entre el gobierno, que sostiene que solo algo más del 30 % el índice de pobreza (y la indigencia de 11 %), mientras que las iglesias, principalmente la Católico Romana, afirma que son de más de un 40 % las familias que no tienen satisfechas sus necesidades básicas a pesar de las inmensas riquezas disponibles.

Llaman la atención las cifras que muestran una tijera abriéndose más y más entre una minoría muy rica y una creciente cantidad de pobres. Esto es denunciado como un gran escándalo que reclama una atención prioritaria.

En las calles de las grandes ciudades se multiplican las manifestaciones reclamando una mayor distribución de la riqueza... y, otras que se niegan de hacer una mayor contribución.

El dinero aparece como una cuestión central y, si bien ya ha sido un tema debatidos desde tiempos inmemoriales por parte de economistas e ideólogos, sigue reclamando la necesidad de seguir tratándolo en la búsqueda de una mayor equidad y justicia para todos.

No tener dinero hace muy difícil y dolorosa la vida de las personas y las familias en estos tiempos. Anualmente mueren centenares de miles de personas por hambre e inanición, generándose cada vez más violencia social...

Es inevitable entonces que también los cristianos hablemos y reflexionemos siempre de nuevo sobre nuestra relación con el dinero y las consecuencias de nuestra actitud ética en su utilización.

Cuanto más unos retienen y acumulan para sí mismos por encima de lo necesario tanto más parecieran aumentar quienes no pueden alcanzar lo necesario para una vida digna.

Jesús es un maestro y como tal enseña acerca de lo que Dios hace a favor de la vida humana plena y también sobre todo aquello que, aún con las mejores promesas, puede dañarla.

Según los testimonios bíblicos Jesús ha hablado muchas veces sobre el dinero, enseñando especialmente a sus discípulos. Y, al referirse al poder del dinero, cuando en realidad deberá ser una simple herramienta, Jesús lo coloca como una fuente de competencia frente a la soberanía de Dios y por esa razón se pone a sí mismo como centro de referencia en esta cuestión.

Más aún, en la consideración los cristianos somos desafiados a pensar sobre nuestra existencia, pero desde la perspectiva de Dios, para tratar de corregir en nuestras vidas aquellas cosas que todavía siguen al margen de la voluntad expresada en el Evangelio. Él quiere hacernos pensar acerca de cómo participar de su Reino y de cómo tener conciencia de lo costoso que es seguirle y dar testimonio de su manera de vivir y de actuar donde los humanos le damos al Señor el poder y la gloria.

Pero, muchos cristianos en nuestras iglesias consideran que el del dinero es un tema tabú sobre el que no prefieren hablar porque no quieren ninguna interferencia que moleste sus conciencias en esto. Otros porque no quieren tratar este asunto para no molestar a los "colaboradores" en sus comunidades locales.

Sin embargo, es loable que exista en nuestro país una asociación que reúne periódicamente a representantes cristianos de unas mil empresas para reflexionar profundamente y acordar actitudes éticas en el manejo de las mismas en relación a sus propios trabajadores y en el contexto de la sociedad toda...

En una canción popular dice: "¡El dinero no es todo, pero cómo ayuda!"

El joven hombre del pasaje bíblico tiene de sobra todo lo que necesita para vivir bien.

Pero, a pesar de esa rica bendición se da cuenta que todavía le falta algo importante.

Parece que se acerca a Jesús, buscando en él un mediador ante Dios y le responde de la única manera correcta posible para superar su déficit.

Cuando el joven busca precisas instrucciones religiosas cuyo cumplimiento pueda garantizar la herencia, Jesús lo confronta con la disyuntiva entre conservar sus riquezas y optar por la pertenencia al Reino de Dios.

¡Amigo, define con claridad dónde está tu corazón!

Lutero dirá que allí dónde está tu corazón está también tu Dios.

El maestro Jesús hace ver al joven hombre que ni la pertenencia a un determinado pueblo, ni los esfuerzos éticos, ni las más rigurosas prácticas religiosas son suficientes para ganar el Reino de Díos.

Es como decir: ¡No hace falta más, sino algo muy diferente!

Si tu corazón está realmente en el Reino de Dios, entonces despréndete de tus bienes, sácalos del centro de preocupación de tu vida. Pues, para lograr un equilibrio, el rojo de tu balance de vida sólo puede ser cancelado dejando la dependencia de todo aquello que sea un obstáculo para entrar de corazón en una estrecha y liberadora comunión con el Señor.

Me parece que Teresa de Ávila lo expresa en su experiencia de vida: "Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta", - en "Canto y fe en A. L", Nº 430" Es lo que el Evangelio de Mateo nos presenta como desafío: "Por lo tanto pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas." (6,33)

Pero, el hombre de nuestra historia se asusta de las consecuencias que trae consigo identificarse plenamente con Jesús y seguir sus enseñanzas, su manera de vivir y de proclamar.

¡Prefiere permanecer atado a sus posesiones!

Jesús sabe que en realidad es muy difícil desprenderse de los bienes y recursos en medio de la realidad cotidiana, porque son objetivamente palpables y parecen ser la respuesta concreta en la hora de la necesidad en este mundo. Aquí prevalece el objetivo: "¡Ahora tengo que juntar y acumular la reserva para cuando esté viejo, porque la jubilación no alcanza para nada. Pues, la experiencia parece indicar que: "Primero tengo que pensar en mí mismo, porque de lo contrario me comerán los piojos!"

Es como decir: "Me gustaría pertenecer al Reino de Dios, pero no a ese costo! ¡Es una locura tener que dejar todo lo que a uno le gusta tanto por una entrada!

Jesús sabe y comprende que las pertenencias pueden ser y la mayoría de las veces son una barrera ó imposibilidad humana para alcanzar la relación y entrega total en las manos de Dios, tan cierta como que para un camello es obviamente imposible pasar a través del ojo de una aguja.

Pero Jesús se mantiene en su posición, que nos parce tan dura. Así no sólo señala nuestra estrecha perspectiva, sino que también toma en serio nuestro profundo anhelo de tener una vida plena perdurable, sin límites de tiempo y espacio.

Cuando pensamos haber alcanzado todo, Jesús no da un sacudón para que despertemos a la verdadera realidad y a la vez nos consuela cuando descubrimos que toda felicidad humana es endeble y transitoria y nos ofrece una nueva perspectiva.

Él sabe que el hecho de tener que abrir la mano y soltar pone a toda persona, también a los cristianos, en un serio conflicto y lucha interior de por vida.

Pero, como ya dijimos antes Él conoce también nuestros anhelos y relaciona la manera de alcanzarlos consigo mismo.

Por eso, es necesario aprender a abrir la mano para soltar y dar, como señal y condición de madurez y libertad para poder recibir y participar de su Reino!

Esto implica también darnos cuenta y aceptar que la vida no nos pertenece sólo a nosotros, ni a otra persona alguna.

En medio de nuestro conflicto y lucha interior que nos produce tristeza, Jesús nos enseña que a partir de Dios se hace posible esa nueva perspectiva en la que ya no necesitamos vivir sólo para nosotros mismos. Ahora podemos compartir el sentido de nuestras vidas con Jesús y en el servicio a los demás. Podemos confiar totalmente el presente y futuro de nuestras vidas en sus manos. Que así sea.

 

 



Pastor Rodolfo Reinich
Pastor jubilado de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, al servicio de la Iglesia Reformada Argentina, en la Comunidad de Barracas, al sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

E-Mail: reinich@ciudad.com.ar

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