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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

VIERNES SANTO , 02.04.2010

Sermón sobre Juan 19:16-20, por Edgar Moros-Ruano

LA CRUZ, OPROBIO Y REDENCIÓN

INTRODUCCIÓN

Para nosotros los contemporáneos, la cruz ha perdido su significado. La vemos colgada en las iglesias, o la tenemos en nuestras casas o la llevamos sobre nuestros pechos y, sí, sabemos que es un símbolo sagrado, algo especial del cristianismo, pero no estamos conscientes mayormente de su significado. Muchas veces se ha convertido la cruz en un adorno bonito, ya que las hay muy hermosas, de plata o de oro, incrustadas de piedras preciosas; no logramos captar el significado de la crucifixión y eso que llamamos "la pasión de Jesús".

1. La cruz como signo de oprobio: la locura de la cruz

En primer lugar tenemos que recordar que la crucifixión o muerte de cruz, para los judíos de la época de Jesús, era la pena de muerte reservada a los peores criminales, asesinos, ladrones. Morir crucificado era una ignominia, reservada a aquellos individuos de baja calaña, lacras sociales e indeseables. Lo trágico de la muerte de Jesús en la cruz del Calvario, es:

1.1 que se trata de la muerte de un inocente, que ningún mal hizo a nadie. El propio Pilato no encontró causa o motivo alguno digno de condenación a muerte. Se trata pues de una acción espantosa y falta de toda ética, injusta, además de ilegal.

1.2 que Jesús fue llevado a ésta por la gente bien-sacerdotes y autoridades del templo, los letrados de la época hipócritas y de falsa espiritualidad; las personas supuestamente más religiosas fueron las que le llevaron a la muerte de cruz; no le mataron unos vulgares bandidos o asaltantes, ni fue muerto por ignorantes ladrones o aberrados pillos.

1.3 que nos encontramos con la presencia de la traición por parte de uno de los que habían estado con el maestro durante algunos años, recibiendo sus bondades y sus enseñanzas (Judas). Igualmente se da el pecado de la cobardía, manifiesto en la negación de Pedro y el abandono de los otros discípulos. Así mismo vemos presente la ignorancia y falta de claridad ideológica de las masas, del pueblo sencillo, que en la entrada triunfal a Jerusalén gritaba "¡Hosanna, Bendito el que viene en el Nombre del Señor!" y, que bajo la influencia y el poder de los líderes religiosos, ahora, a los pocos días grita "¡Crucifícale, crucifícale!"

1.4 que constatamos la existencia de un complot, preñado de mentira y de falsos testimonios.

1.5 que ciertamente la cruz es un signo de oprobio. Lleva además a una muerte insidiosa y cruel, llena de terrible sufrimiento para el ajusticiado, no sólo físico, sino psicológico y mental, que causa daño social y la pérdida no sólo de la vida física, sino de la dignidad de lo que se es y, no menos terrible, pérdida de los seres queridos.

2. La cruz como signo de redención y del poder de Dios

Pero, si bien la cruz del Calvario es un signo de oprobio, no es sólo eso. En otras palabras, no miramos a la Cruz del Calvario para lamentarnos y para recordar a una víctima, a un pobre difunto que murió a causa de la injusticia y el pecado de los seres humanos. ¡No! Y esto no sólo porque nosotros ya sabemos el desenlace final de este drama y conocemos la realidad del Cristo resucitado. ¡No! La cruz-y esto lo ha confesado la Iglesia desde el comienzo-es más aún el signo por excelencia de la redención, de la verdadera humanidad manifiesta en Cristo Jesús, así como de la revelación del verdadero carácter del amor de Dios y del poder de Dios. Esto lo vemos en la persona del crucificado:  

2.1 Ante la terrible ignominia y todo el pecado que abunda como ya lo hemos señalado, Jesús pudo haber reaccionado con terrible amargura y haber pedido la condenación de Dios sobre todos aquellos que cometían tan terrible injusticia. Sin embargo, ocurre algo inaudito, verdaderamente asombroso. Desde la cruz Jesús manifiesta ciertamente su divinidad -el perdón-Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen: sin duda alguna, perdón para los soldados que lo clavan en la cruz, que simplemente siguen órdenes y realmente no saben lo que están haciendo; perdón para las multitudes del pueblo sencillo, que tampoco saben lo que están haciendo; pero sin duda, también Jesús tiene en mente a Pilato y a Herodes, a los sacerdotes del templo, a los fariseos, los escribas, los letrados y supuestamente sabios que lo llevan a la cruz, porque estos tampoco entienden nada, no tienen idea de la magnitud de lo que hacen, a pesar de sus letras y sabiduría humana. Perdón divino y perdón humano, algo excelso y bendito. Poder perdonador de Dios manifiesto en su Hijo.

2.2 Pero también en la cruz, donde termina la vida terrenal de Jesús, se manifiesta un nuevo tipo de vida, otra calidad de vida, vida nueva-palpable en las relaciones humanas y familiares que fomenta: Mujer he ahí a tu hijo...He ahí a tu madre; amor humano que va más allá de la relación de consanguinidad. Más aún, se manifiesta otro tipo de vida, más allá de lo terrenal, en las palabras dirigidas al llamado "buen ladrón", Hoy estarás conmigo en el Paraíso, auténtica vida más allá de la vida, vislumbrando la vida en resurrección. Se trata de la vida eterna de la cual nos va a hablar tanto el evangelio de Juan. Vida que comienza aquí y continúa en toda la eternidad. Vida en comunión con Dios. El hecho de que Pilato haya escrito un título: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS, que puso sobre la cruz, escrito en hebreo, en griego y en latín-los idiomas más importantes del mundo imperial de Roma-irónicamente y más allá de una posible burla o mofa, simboliza la universalidad de la redención para nueva vida lograda en la cruz del Calvario, la cuál abarca a todo el género humano.

2.3 La sexta palabra desde la cruz (Juan 19: 30), constituye la clave fundamental para la afirmación de que la cruz es mucho más que un signo de oprobio y se convierte en manifestación del poder de Dios, en signo de redención y de salvación-En el griego es tetélestai, todo está acabado, todo está terminado, que pudiera dar a entender que fuese una palabra de desaliento, pero que bien entendida quiere decir consumado es, todo está completado. ¿Qué ha terminado y ha sido completado? Pues es cierto que la vida terrenal de Jesús ha llegado a su fin, pero con ésta, su ministerio, su misión, el propósito para el cual ha venido entre los seres humanos se ha completado o consumado.

2.4 El plan divino de redención y de salvación ha quedado satisfecho y está completo. Es cierto que la resurrección será la confirmación de esta culminación, pero ya la cruz constituye la señal suprema de la redención y de la salvación que Dios nos ofrece, del poder salvífico manifestado en el Calvario.

CONCLUSIÓN

En "Viernes Santo" no miramos a la cruz del Calvario para recordar a un gran hombre...muerto, a un cadáver, víctima de la ignominia de la muerte de cruz. Venimos a adorar al Cristo crucificado y resucitado, por quien somos salvos y en quien tenemos vida eterna.



Edgar Moros-Ruano
Venezuela
E-Mail: emruano@yahoo.com

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