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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Pentecostés, 23.05.2010

Sermón sobre Juan 15:26-27; 16,4b-11, por Germán López-Cortacans

 

Amados hermanos y hermanas

Juan escribe el evangelio como respuesta a la situación que vive la comunidad a la que pertenece su autor. Una comunidad que tiene que vivir la fe en Jesús en confrontación y tensión con el judaísmo ortodoxo. En este contexto Juan hilvana el evangelio con una clave de lectura que nos permite entender el hilo conductor que traspasa todo su evangelio y que es el eje principal donde se articula el mensaje del evangelio: la proclamación de Jesús como el Mesías, el hijo de Dios. Es por ello que Juan enfatiza que en la adhesión y seguimiento a Jesús la comunidad encuentra su total plenitud y sentido.

Pero en nuestro texto se va ha producir un giro radical que va a afectar profundamente a los discípulos: Jesús les anuncia que marcha al Padre. No es difícil ponernos en la piel de los discípulos, el sentimiento de vacío y de perplejidad se apodera de ellos, se quedan mudos, no hay palabras para expresar lo que sienten, la tristeza les embarga, tienen un nudo en el cuello, no entienden lo que Jesús les está diciendo. Y es en este contexto de tristeza y perplejidad que Jesús les promete la llegada del Paracleto, el Espíritu de Verdad que les va a consolar, guiar y confortar. Desde esta esperanza la tristeza se diluye, el desánimo desaparece porque hay un nuevo horizonte de esperanza que es anunciado por Jesús. Pero el Espíritu no sólo consuela y fortalece a la comunidad sino que la capacita para compartir las buenas noticias porque la comunidad se encontrará resistencia y oposición para recibirla.

En este contexto Juan sitúa el pecado fundamental del mundo que es la actitud de no creer, de cerrar toda posibilidad de acercarse a Dios, de dinamitar los puentes de comunicación con el Señor de la Vida. Es en esta situación de cerrazón espiritual, que el evangelista nos recuerda que es el Espíritu que está presente en la Iglesia y la guía en la misión. Nosotros no tenemos ni debemos de convencer a nadie sino que es Él mismo el protagonista de la misión. Desde esta perspectiva de colaboración, sentimos serenidad, alegría, y esperanza. No son los resultados lo que debe preocuparnos porque éstos están sólo en las manos de Dios.

Ayer como hoy la Iglesia a lo largo de su caminar ha experimentado situaciones de dificultad. Los medios de comunicación nos recuerdan con toda la crudeza que estamos viviendo una situación social marcada por la crisis económica que esta afectando a millones de hogares y generando paro, pérdida de empresas y aumento de la pobreza. En esta situación nos podemos sentir como aquellos discípulos, perplejos, sin palabras, con un sentimiento de tristeza que paraliza nuestras vidas. Pero es en este contexto donde las palabras de Jesús resuenan con fuerza y vigor: vendrá el Consolador. Y es en este situación de confusión donde la Buena Noticia cobra su verdadera dimensión: la de compartir esperanza e ilusión. Es decir vivir y compartir la posibilidad real de vivir otros valores y perspectivas enraizados en el evangelio del Reino que son generadores de solidaridad y fraternidad.

Que el Señor de la Vida nos ayude a vivir vidas guiadas por el suave soplo de su Espíritu. Amén.



Germán López-Cortacans
Iglesia evangélica de Sants –Barcelona-, EEC-IEE
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