Estrategia de negociación
Esto es lo que hace Abrahán. Aplicar una buena estrategia de comunicación.
La situación y el tema no son fáciles, pero Abrahán sabe que a Dios no basta con pedirle lo que queremos, es necesario pedírselo como él quiere.
Dios no quiere argumentos de poder ni argumentos para quedar bien (sobre todo si lo que pretendemos es hacerlo quedar bien a él). Dios quiere argumentos de misericordia, de amor, de fidelidad, de justicia.
Y Abrahán aplica lo que nos ha costado siglos descubrir al resto de los mortales que no es otra cosa que hablar ‘cara a cara'. Ya podemos tener los medios de comunicación más avanzados, cuando queremos negociar de verdad lo hacemos mirándonos a la cara. Es lo mejor.
Este texto nos empieza a remitir a la idea de que un solo justo puede salvar a todos. No se trata de una negociación a la baja. Se trata de una negociación bien hecha.
Por una parte Dios no se conforma con lo que le ha llegado ‘de oídas' y quiere bajar a ver si lo que le han contado se corresponde con la realidad.
Y ahí están el Señor y Abrahán frente a frente; y hablan y es curioso que Dios no negocia. Simplemente va aceptando las ofertas de Abrahán: cincuenta, cuarenta y cinco, cuarenta, treinta, veinte, diez... lástima que no insistiera un poco más.
¡Qué humano resulta Abrahán! ¡Qué misericordioso se muestra Dios!
El valor de insistir a tiempo y a destiempo
Cuando somos niños y queremos algo, lo pedimos insistentemente y llegamos a ser impertinentes. Nos da lo mismo el momento o el lugar. Pedimos y pedimos aquello que deseamos.
Abrahán hace eso mismo siendo un hombre. Su oración de petición al Señor es insistente y al hacerla se muestra humilde y confiado. ¿Por qué le va a fallar Dios?
Si, como decía antes, este texto nos remite a la idea de que un solo justo puede salvar a todos, también nos hace pensar en el consejo de Jesús cuando dice Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá (Mt 7,7); este texto del Génesis es un canto a la confianza de que Dios escucha, y nos escucha en nuestro lenguaje verbal y no verbal porque la oración no es sólo hablar y decir. La oración es también una actitud y una predisposición hacia la búsqueda de aquello que necesitamos y queremos.
Por eso, ponerse ante Dios, no es sólo postrarse ante él, que está muy bien, es ponerse a la altura de su mirada, mirarlo a los ojos para que vea los nuestros. Es no tener miedo a pedir, no sentir vergüenza de la necesidad, del deseo, de la justicia, de la alegría...
A Dios no le importa que lo miremos a los ojos porque quiere hombres y mujeres decididos a ser felices y a intentar hacer felices a los demás.
Tal vez necesitemos aprender a negociar con Dios como Abrahán lo hizo. Sin miedo, con confianza.
Dios nos ha hecho libres, no lo olvidemos nunca.