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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Sexto domingo después de Epifanía, 15.02.2015

Buscando nuevas creaciones
Sermón sobre Marcos 9:2-9, por Fabián Paré

 

«Este es mi hijo my querido, escúchenlo.»

El evangelista Marcos nos trae elementos interesantes para reflexionar la transfiguración de Jesús, veamos algunos de ellos. El relato comienza introduciendo el número seis: ‘seis días después…’; en la numerología bíblica el seis refiere a lo imperfecto, a lo incompleto, la creación de Dios se da en seis días y en el séptimo descansa, los seis días de creación refieren a una creación inacabada o que aun continúa. Marcos podría estar invitándonos a pensar el marco de este relato como una continuidad de la creación de Dios en la actualidad, es decir ubica a los personajes del relato en un escenario de creación que Dios viene realizando en la historia. En la transfiguración Jesús habla con Elías y Moisés, quienes nos remiten a la Ley y a los Profetas, y Jesús aparece en diálogo o comunicación, en relación, unión o compatibilidad con esta ley y profetas de Dios. Aparece una nube, que puede referirnos a la nube desde la que Dios acompañó a su pueblo (Ex 13,21), en la travesía por el desierto desde la esclavitud (Egipto), hacia la libertad (tierra prometida); nube desde la cual se escucha una afirmación de Dios que pretende darle continuidad a la ley y a los profetas: ‘este es mi hijo muy querido, escúchenlo’ (Mc 9, 7).

Esta continuidad de la ley y los profetas que se concentra ahora en Jesucristo, se cristaliza en caminos de salud y libertad, de paz y justicia; y es importante reconocer estos caminos en Jesucristo y no confundirlos con las instituciones humanas que, por ejemplo, en la época de Jesús se apoderaron de los caminos señalados por Dios para darles un rumbo distinto, donde los propósitos respondían a los intereses creados de las autoridades de turno. La continuidad de la creación de Dios, así como la continuidad de la ley y los profetas, se da en ‘la escucha que se pueda dar al hijo muy querido de Dios’: Jesús. Escuchar al hijo de Dios no es equivalente a escuchar la voz de alguna organización, por más religiosa que sea; ¿por qué es importante señalar esto?, porque muchas ‘autoridades’ suelen ‘endiosarse’ y creer que el pueblo le debe lealtad y obediencia, cuando tan solo le debemos lealtad y obediencia a aquél a quien Dios nos dice que escuchemos: su hijo. Las autoridades pueden equivocarse, las personas que aspiran el control y sometimiento de los demás, pueden perder el rumbo de sus bien intencionadas metas primitivas, por eso es necesario escuchar a Jesús y distinguirlo de aquellos/as que pretenden apoderarse.

De los tres discípulos que Jesús llevó a ese monte elevado, solo Pedro se expresa diciendo que sería bueno quedarse en ese lugar. Ese lugar no refiere solo al monte elevado, sino también a la ley y a los profetas, se trata más que de un lugar geográfico, de un momento en la historia de la salvación de Dios: La ley que permite ordenar la convivencia del pueblo, y los profetas que permiten esclarecer en la conciencia humana aquellos errores que desorientan el camino del pueblo dañándolo y perjudicándolo, no son los elementos completos necesarios para avanzar en el camino de Dios (o de salvación), un elemento central, medular o angular se suma ahora en lo que dice y hace Jesucristo. Jesús no viene a cambiar algo de la ley, ni a modificar algo que hayan dicho los profetas, pero si viene a cambiar y modificar la interpretación que de ellos tienen los que aspiran poder y dominio sobre el pueblo. Las tres carpas que propone Pedro levantar para Jesús, Moisés y Elías, no tiene en vista tanto la continuidad de la ley y los profetas en Jesucristo, sino el apego de éste a ellos. La voz de la nube clarifica, orienta y encomienda: escuchando a Jesús cobrará su verdadero sentido la ley y los profetas de Dios.

Hoy volvemos a enriquecer la reflexión de nuestras realidades con estos elementos, pensando los lugares que ocupamos en nuestros escenarios, también a qué o a quién realmente somos leales; y por sobre todo qué lugar le damos a Jesucristo en nuestra historia, es decir ¿intentamos amoldarlo a la interpretación que hacemos de la ley y los profetas?, o ¿escuchamos atentos a lo que nos dice aventurándonos a una manera amorosa y pacífica de convivencia? La primera opción no se distingue mucho de lo que conocemos, la segunda nos invita a despojarnos de los rencores, odios y demás violencias con las que solemos acostumbrarnos a convivir, dando lugar a los caminos de paz, salud, libertad y justicia de Dios. Escuchando a Jesús podemos hacernos parte de nuevas creaciones y de esa historia de Salvación que Dios realiza entre nosotros/as.

 



pastor luterano Fabián Paré
Eldorado, Misiones, Argentina
E-Mail: fabianpare@gmail.com

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