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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Undécimo domingo de Pentecostés, 09.08.2015

Sermón sobre Juan 6:35,41-51, por Hugo N. Santos

Un propósito básico del Evangelio de Juan es expresar de forma que convenza quien es Jesús. Había en esa época ideas tan falsas sobre Él que hacían dificultoso tener fe. Buena parte de los judíos se habían negado a creer en Jesús. Los primeros discípulos eran judíos, pero los líderes judíos y una parte importante del pueblo le habían rechazado y rehusaban la obediencia a Él.

El mismo Evangelio decía “A los suyos vino y los suyos no le recibieron”. Había quienes no solo en Palestina, sino que en otros lugares como Éfeso (Hechos 18: 25; 19: 3) sostenían que Juan el Bautista era más grande que Jesús. También algunas personas pensaban en Jesús con mucho respeto, pero en forma equivocada. No podían concebir que Jesús hubiera sido un hombre humilde y sufriente, por eso no podían aceptarlo y por eso negaban que hubieran sido realmente un ser humano, Decían que fue divino y solo que parecía que hubiese sido verdaderamente un ser humano. Pero lo cierto es que Jesús se hizo carne, vivió una vida humana y sufrió una vida dolorosa. Además los cristianos debieron enfrentar la ignorancia de muchos que nada sabían acerca de Jesús. Debían saber quien era Jesús para actuar en consecuencia.

La fe del escritor es definitiva desde el comienzo del Evangelio: Jesús vivió en las condiciones de los hombres, pero era mucho más que un hombre. Fue profeta y maestro, pero tales títulos no explicaban totalmente de quien se trataba. Jesús es el Cristo, el hijo de Dios. Por tanto este Evangelio exhorta a la fe y al seguimiento a Jesús a toda persona. Para quien ponga su fe en Cristo, Él otorgará vida plena y eterna.

Quizá uno de los rasgos más llamativos de este Evangelio son las largas conversaciones de Jesús. En los otros evangelios sus dichos suelen ser más breves. En este Evangelio también hay muchos dichos, pero los encuentros llevan a reflexiones de Jesús más prolongadas.

Un ejemplo es el capítulo 6 de Juan: La alimentación de los cinco mil desemboca en un discurso de Jesús como el pan de vida. El pan es símbolo de aquello que despierta hambre en nosotros, de lo que nos alimenta, de lo que nos permite vivir. El pan nos da fuerza para el diario vivir.

Los judíos cuando atravesaron el desierto tenían hambre de pan. Con el maná saciaron su hambre. Jesús se presenta como quien, como el pan, puede saciar nuestro hambre. Los israelitas comieron pan y a pesar de eso, murieron. Jesús dice que el que come de este pan vivirá eternamente.

Mucha gente quiere tapar su hambre de amor, sus angustias, sus enojos, sus frustraciones, comiendo. El hambre de amor se despierta a cada momento. Jesús dice que el que lo sigue, quien se sabe amado por él, no necesita llenarse de comida para eliminar sus vacíos. En Jesucristo podemos alimentarnos de una fuerza, una luz, una esperanza que vienen del mismo Dios. Pero para ello es necesario abrirnos a Dios. Lo más motivador de Jesús es que el que cree en Él conoce una vida diferente. Por eso tiene una urgencia pastoral el cuidar nuestra relación con Él.

Sin Dios en el corazón quedamos como perdidos, aquel que nos creó y que desea acompañarnos está lejos de nosotros, hemos echado a Dios de nuestro corazón. Nos ocultamos a su mirada amorosa y preferimos otros dioses. En cambio cuando nos dejamos guiar por Dios todo cobra una nueva luz, una paz que no es “como el mundo la da”.

A veces, escuchamos frases como “lo importante es saber vivir”, pero no sabemos bien de qué se trata tal cosa. Jesús dice en este pasaje que el que cree tiene vida eterna. Tal vida no es solo vivir indefinidamente después de la muerte sino empezar a vivir aquí una vida de calidad y profundidad nuevas, una vida que pertenece al mundo definitivo, una vida que no puede ser destruída por una enfermedad o un accidente. Se trata de vivir una vida con una adhesión total a Jesucristo.

Decíamos al principio que uno de los objetivos de este Evangelio es contar a través de metáforas, símbolos y relatos, quien es Jesús. Descubrir quien es Él para recibirlo en nuestra vida como aquel que es como el alimento cotidiano para nuestro diario vivir, el que habrá de energizarnos para sacarnos de la mediocridad y darnos la certeza que nuestra vida puede ser más plena y gozosa de lo que la concebimos hoy.



Pastor Hugo N. Santos
Buenos Aires
E-Mail: hnsantos@ciudad.com.ar

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