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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

21º Domingo después de Pentecostés, 18.10.2015

Sermón sobre Marcos 10:35-45, por Pedro Kalmbach

Jesús estaba yendo hacia Jerusalén con sus discípulos conversando sobre las dificultades que iba a tener que enfrentar en Jerusalén. En el camino Juan y Jacobo, que se habían puesto previamente de acuerdo, se le acercaron preguntaron:

“Señor, ¿podemos preguntarte algo?”

“Sí, claro”, contestó Jesús.

“Jesús, el asunto es el siguiente: Juan y yo (Jacobo) te queremos proponer que cuando estemos contigo en el Cielo, uno de nosotros esté sentado a tu lado derecho y el otro a tu lado izquierdo. ¿Qué te parece, no sería esto algo lindo?”

“A ver, a ver, esperen” –dijo Jesús- “¿Están seguros de lo que están pidiendo? ¿Ustedes están preparados para lo que les espera, están dispuestos a beber del mismo cáliz que yo bebo y a recibir el mismo bautismo con que yo soy bautizado?”

“Sí”, respondieron Jacobo y Juan.

“Ok, eso ustedes lo van a experimentar en sus vidas. Pero dar el lugar privilegiado a alguien, ponerlo en primer lugar, eso no es mi tarea. Es verdad, aquí en la tierra funciona eso de darle privilegios a algunos, a los más allegados. En el Reino de Dios no existe este tipo de relaciones, de concesión de privilegios, de favores. Allí la persona importante es aquella que sirve, que se entrega por otras.”

Los otros discípulos se enojaron bastante con Jacobo y con Juan por el pedido que habían hecho.

Entonces Jesús los llamó y les dijo. “Saben, en este mundo hay gobernantes que se creen con el derecho de someter a la población. Los grandes a su vez presionan a los que están abajo para hacerles sentir su autoridad. Y esto no es de agrado de Dios. Por eso, esto no debe ser así entre ustedes. Al contrario, el que quiera ser grande entre ustedes, deberá servir a los demás, y el que quiera ser el primero deberá ser el siervo de todos.”

Los discípulos quedaron mirando a Jesús y agacharon la cabeza. No solamente Jacobo y Juan, que habían sido bien sinceros. También los demás, pues en el fondo de sus corazones sentían el deseo de ser los ‘favoritos’ de Jesús.

“Y ¿saben por qué les digo esto?”, continuó diciendo Jesús. “Porque yo no vine para ser servido, sino para servir y para dar mi vida en rescate de muchos.”

 

Estimada comunidad:

¿Qué vemos en esta historia?

Vemos a Jesús yendo con sus discípulos a Jerusalén. Lo acompañaba una mezcla de sentimientos, ya que era su última ida a esa ciudad, pues allí iba a ser arrestado.

Seguramente sentía miedo por lo que se venía; pero al mismo tiempo coraje y confianza en Dios, su Padre, que lo sostuvo y acompañó en ese camino tan difícil.

Vemos a los discípulos que lo acompañan. Jesús ya les había anunciado su muerte. ¿Cómo se habrán sentido y qué habrán sentido? Tristeza, miedo, angustia. ¿Quién los iba a sostener para sobrellevar la muerte de Jesús?

Jacobo y Juan estaban preocupados por ser los más cercanos a Jesús, estaban preocupados por el poder.

Y los que son los más cercanos al jefe, al maestro, son los que toman su lugar cuando este no está. Es sorprendente la sinceridad de estos dos discípulos.

En el fondo expresan algo que también sienten los demás. Algo que también hoy, en diversas situaciones, nos vemos tentados a sentir nosotros. Estar cerca de los que tienen poder, para también tener poder, para obtener favores y privilegios.

Y es un hecho de que el poder es visto, la mayoría de las veces, de manera egoísta; donde los cargos de conducción, de responsabilidad son entendidos como oportunidades para devolver favores, como oportunidades para la autopromoción, y así también para obtener ganancias más allá de lo establecido.

Vemos también en el texto a un Jesús, un Jesús que cambia el concepto de poder: “El que quiera ser grande entre ustedes, deberá servir a los demás, y el que quiera ser el primero deberá ser el siervo de todos.” El poder, en estos términos, pasa por servir al prójimo. Es decir, nada de privilegios, de favores, de enriquecimiento según los parámetros mundanos. Y el servicio se hace posible porque Él nos sirvió y nos amó desde un comienzo, y lo sigue haciendo hoy y siempre. Amén



Pastor Prof.Dr. Pedro Kalmbach
Buenos Aires
E-Mail: pedro_kalmbach@yahoo.com.ar

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