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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Pentecostés, 15.05.2016

Sermón sobre Juan 14:8-1, por Sergio A. Schmidt

Apreciada Comunidad:

Hoy es un día muy importante para todos los cristianos. Hoy la cristiandad celebra Pentecostés, cuando los primeros cristianos recibieron el Espíritu Santo, hecho que es relatado en Hechos de los Apóstoles capítulo 2.1-21, lectura bíblica que forma parte del culto de hoy. Epistemológicamente, la palabra Pentecostés viene de la palabra griega "cincuenta" (50). ¿Por qué? Por el simple hecho de que el recibimiento del Espíritu Santo aconteció cincuenta días después de la Pascua, día en que aconteció la resurrección, histórica, real y objetiva, de Jesús.

Podemos preguntarnos, ¿qué pasó en Pentecostés? En palabras simples: con el don del Espíritu Santo, el pequeño grupo de discípulos llenos de miedo, se transformó en Iglesia. Del miedo al testimonio abierto: ésta es la acción del Espíritu. Es por ello que, en muchas oportunidades, se afirma que Pentecostés es el cumpleaños de la iglesia. Esta afirmación nace del hecho que en Pentecostés nace la Iglesia. En este sentido, para calibrar bien lo que representa esta fiesta tan importante, es necesario analizar la historia de esta fiesta. Es interesante, más que interesante es fascinante, estudiar y analizar cómo esta fiesta fue evolucionando en el Antiguo Testamento y en el Judaísmo.

En el AT la fiesta Pentecostés, junto con la Fiesta de la Pascua y la Fiesta de los Tabernáculos, eran las tres fiestas más importantes para Israel. En dichas fiestas, Israel debía presentarse delante de YHWH, en el lugar designado por Él. Primeramente Pentecostés fue una fiesta agraria en la que se celebraba el comienzo de la cosecha. Es por eso que en la fiesta de Pentecostés se celebraba la alegría y el regocijo de comenzar a cosechar lo que, con tanto trabajo, los campesinos hubieron sembrado y cuidado con tanto esmero. Luego del trabajo, del esfuerzo y la espera, llegaba el día de siega, ¡día de fiesta y de alegría! Día de fiesta y alegría porque en la siega se recibía,  con sumo regocijo, el fruto de tanto esfuerzo y trabajo. Por eso, Pentecostés no sólo era la fiesta de la alegría y regocijo sino que, por sobre todo, era una fiesta de acción de gracias a YHWH por su bendición. ¿Cómo se agradecía a YHWH por sus bendiciones? Dándole a YHWH las primicias de lo que ha producido la tierra. Si en un campo se hubo sembrado trigo, el primer trigo cosechado se lo ofrendaba a YHWH. Este hecho nos ayuda a entender mejor la llamada Fiesta de las semanas (Lev.23:15).

Pero, entonces, ¿cuál es la relación de esta fiesta agrícola con el Pentecostés Cristiano? Pentecostés, más que ser la fiesta del cumpleaños de la Iglesia, es la fiesta del comienzo de la cosecha de la Iglesia para el Reino de Dios, Reino de Dios instaurado e iniciado por Jesucristo. Esta interpretación parecería ser corroborada por el hecho que, releyendo el libro de los Hechos, vemos que la iglesia comenzó el trabajo misional sólo luego de Pentecostés. Pentecostés es, entonces, el punto de partida, el gran inicio de la Iglesia toda en la misión. Pentecostés es, por Jesucristo y la acción del Espíritu Santo, la alegría, el regocijo y la acción de gracias por inicio de la misión de la iglesia que implica el comienzo del día de la siega, siega que no tiene el significado de condenación sino, por el contrario, es la alegría de ver cómo el Reino de Dios comienza a crecer, cosechando para la vida eterna y la salvación a todo aquel que recibe con fe la predicación cristiana. En la predicación cristiana, la acción del Espíritu Santo equivale a la acción de la levadura en la masa cuando hacemos un rico y crujiente pan casero.

Ahora bien, ¿cuál es la relación de todo lo expuesto con el texto bíblico base para el sermón de hoy? La relación es directa. En Jn 14:8-17, Jesús antes de emprender el camino de la cruz, comparte con sus discípulos la promesa del Paráclito, dentro del discurso de despedida de Jesús, esta es la primera de las cinco sentencias de Jesús sobre la acción del Espíritu Santo en los discípulos y las bases en la que se fundará  la Iglesia Cristiana universal, Iglesia como cuerpo de Cristo. El Texto de hoy lo podemos dividir en dos grandes partes, y cada parte nos ayuda a meditar sobre la acción del Espíritu santo en nuestras vidas.

Primeramente, veamos lo que acontece en Jn 14:8-11. Vemos a Felipe que, cuando Jesús les habla de su relación especial con el Dios Padre, siendo Su persona el único camino al Padre y que, viéndolo a Él, también se está viendo al Padre, le hace una pequeña petición: " —Señor, déjanos ver al Padre, y con eso nos basta." ¿Compren-demos qué le está pidiendo Felipe a Jesús? Felipe le está pidiendo "meramente" a Jesús una señal que le muestra al Dios Padre. Felipe espera ver y vivenciar una teofanía del Dios Padre,  tal como lo hubo hecho, por ejemplo Moisés en Éxodo 33:12-23. Felipe pide tener y ver una señal milagrosa y grandilocuente.

Esto es lo que muchas personas esperan ver para creer. Es lo que muchas personas esperan y lo que muchos grupos y ministros/as ofrecen: "vengan a nuestros cultos para ver muchos milagros." Es interesante preguntarse qué es lo que las personas buscan cuando van a la iglesia. Recuerdo una vez haber visto a un predicador en un canal de Argentina que, en la mitad del sermón mostró un cheque, invitando a las personas a concurrir a su comunidad... todavía hoy escucho sus palabras: "venga a nuestra iglesia, Dios lo está esperando con un cheque en la mano". Me pregunto: ¿qué buscamos cuando vamos a la iglesia? Una fe que pide señales para creer deja de ser fe.  ¡Es por eso que Felipe, en respuesta, recibe una reprensión de Jesús! ¿Por qué?

Jesús exhorta a Felipe, y junto a Felipe al resto de los discípulos y, por medio de ellos a la iglesia toda de todos los tiempos, a no buscar experiencias visionales y gloriosas y, menos aún, una directa revelación especial de Dios ni una unión directa con Dios. Ellos no deben buscar lo grandioso lo milagroso y sobrenatural sino que son exhortados a permanecer firmes en la fe en Jesús y su palabra. Las palabras de Jesús, por sí sólas, deben ser -o deberían ser- sufrientes para ver a Jesús cómo el último y definitivo revelador escatológico. Él es quién muestra al Padre. En Jesús, en sus palabras y acciones vemos las palabras y las acciones de Dios. Si queremos ver cómo es Dios, cómo habla y cómo actúa, lo tenemos que ver en Jesús. Esta aseveración nos ayuda a entender mejor lo que se expresa en la segunda parte de nuestro texto bíblico de hoy.

En la segunda parte, Jn 14:12-17.(25-27), se expresan dos ideas fundamentales, primero, la promesa de que los discípulos harán obras mayores que Jesús mismo y, conjuntamente, Jesús afirma y certifica enfáticamente, que todo lo que se le pide en oración Él, sin el menor tipo de duda, lo hará. Podríamos preguntarnos: ¿no desmiente estos versículos toda nuestra primera meditación? ¿No tienen razón todos los grupos de religiosos que, con base en estos versículos bíblicos reducen a Dios a ser algo así como "la lámpara de Aladino" en la cual, sólo es necesario "frotar nuestras manos con fe" para recibir lo que pedimos? Todavía recuerdo una predicación que escuché en la ciudad de Louisville que decía: ¡"Usted puede exigirle a Dios, porque Él lo prometió"!  ¿Qué está afirmado y prometiendo Jesús? Vayamos por parte.

Primeramente, el contexto de estos versículos es misional. Jesús tiene en vista el futuro trabajo misional de los discípulos. ¿Por qué los discípulos harán "obras mayores que Jesús"? Esto No significa, de ninguna manera, que los discípulos serán mayores o mejores "milagreros" que lo hubo sido el Jesús! Las señales que harán los discípulos no son una competencia con Jesús sino que, estas señales son para indicar de dónde y por medio de quién se puede recibir la vida con mayúscula. No hay competencia alguna con Jesús porque, las obras misionales realizadas por los discípulos son, en última instancia, también una acción del Jesús resucitado. Es por ello que las "obras mayores" de ninguna manera implican mayores obras grandilocuentes o sobrenaturales de las que hubo hecho Jesús sino que, estas obras, no significan mayores éxitos misionales o una rápida expansión exterior y visible. No, los números más grandes y más grandilocuentes, tal como muchos cristianos esperan y se exasperan por ver, no es lo que Jesús está exponiendo. Las obras mayores son y serán el ancho desbordamiento de las fuerzas liberadoras, sanadoras y salvíficas de Dios sobre la humanidad y sobre el mundo. En otras palabras, las mayores obras que los discípulos harán, serán o tendrán como base, la obra redentora que Jesús hubo hecho en la cruz y su resurrección. Es en esta obra redentora de Jesús carente de todo límite, la única base para la predicación misionera. Es decir, los discípulos harán obras mayores simplemente por el hecho que ellos contarán en su trabajo misional, con la presencia del Jesús resucitado y con la acción del Espíritu Santo.

Nuevamente  podemos preguntarnos, ¿cómo entender, entonces, cuando Jesús dice, por ejemplo, en Jn 14:14: "Yo haré cualquier cosa que en mi nombre ustedes me pidan." Esta promesa de Jesús no implica que Jesús nos esté dando un cheque en blanco, obligándose a sí mismo a cumplir al pie de la letra con todos nuestros pedidos, caprichos y deseos -casi siempre son demasiados superficiales, terrenales y egoístas- tal como una lámpara maravillosa. Otra vez, no podemos sacar y aislar los versículos bíblicos del contexto en los que se hallan para interpretarlos acorde a los gustos personales: esto, más que una interpretación, es una especie de sobre-interpretación-caprichosa e interesada.

El contexto de estos versículos bíblicos es misional: los discípulos son confrontados con lo que será su futura misión, misión que realizarán en nombre de Jesús. Es como si Jesús les y nos dijera: "en y para el desarrollo de vuestra misión en el mundo, pidan lo que quieran y yo lo haré".  Esto es lo mismo que Jesús hubo dicho en Mt 6.33: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas." La promesa de ser escuchadas todas nuestras oraciones tiene como horizonte nuestra búsqueda del reino de Dios. Buscar primeramente el reino de Dios, poner a Dios en primer lugar. Lamentablemente, en muchas ocasiones, tal vez demasiadas ocasiones, ponemos el primer acento primordial en "todas estas cosas os serán añadidas.", dejando la búsqueda del Reino de Dios en segundo plano. Es así cómo podemos comenzar a entender por qué nuestras oraciones son escuchadas o, eventualmente, no. Nuevamente, esto va también de la mano con el hecho de que en el Antiguo Testamento la fiesta de Pentecostés, además de ser una fiesta agraria, con el tiempo también llegó a ser una fiesta en recordación de la alianza de Dios con su pueblo, tal como lo vemos en Éxodo 19:1-6.

Si lo pensamos bien, la fiesta de Pentecostés implica todo esto lo que afirmamos en cada uno de nuestros cultos cuando decimos:

    Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Cristiana, la comunión de los santos,     el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén.



Pastor Sergio A. Schmidt
Concord, North Carolina, USA
E-Mail: pastorsergioaschmidt@gmail.com

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