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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

2° domingo de Cuaresma,, 17.02.2008

Sermón sobre Johannes 4:5-26, por Germán López-Cortacans

Como anhela la cierva los arroyos,

Así te anhela mi ser, Dios mío.

Mi ser tiene sed de Dios,

Del Dios vivo;

¿Cuándo podré ir a ver

el rostro de Dios?

Sl 42,2

Diálogos y confidencias junto al pozo

Samaria es la región central de Palestina. En tiempos de Jesús sus colinas estaban cubiertas de viñedos y olivares. Para regresar de Jerusalén a Galilea era frecuente ir por el camino de las montañas atravesando Samaria. Unos 700 años antes de Jesús los sirios habían invadido esta zona del país. Deportaron a los israelitas que allí vivían y poblaron la región de colonos. Con el paso del tiempo, los colonos asirios se cruzaron con los restos de población autóctona que habían quedado en Samaria. El resultado fueron los samaritanos: una raza de mestizos, un pueblo con una amalgama de creencias religiosas. El desprecio que sentían los israelitas, tanto los galileos del norte como los judíos del sur, por los samaritanos, era una mezcla de nacionalismo y racismo.

Junto  al pozo de Sicar se cruzan dos vidas: el de una mujer samaritana que va en busca de agua y el de Jesús que tiene sed. Los dos caminos se entrecruzan cerca de un pozo, punto de encuentro y de vida social. Es un lugar cargado de historia: la Biblia explica que el patriarca Jacob dio esta tierra a su hijo José (Gn 48,22). La escena se sitúa a la hora sexta, es decir a mediodía momento en que el sol de oriente muestra su potencia abrasadora. La mujer samaritana va allá para apagar su sed, Jesús  extenuado por el viaje se sienta a la vera del pozo que sugiere frescor y alivio. Y es en este contexto donde se produce un diálogo entre Jesús y la samaritana que va más allá de la petición de Jesús de saciar su sed. Notemos que Jesús no razona a partir de las divisiones tenidas por válidas y vividas en aquella sociedad. Jesús no responde al: "¿cómo tú siendo judío, me pides de beber a mí que soy samaritana?". Más bien, el trato que Jesús le va a dar a la mujer arranca de la generosidad de Dios: "Si conocieras el don de Dios". La base de todo diálogo sincero está en reconocer en la otra parte, a un ser amado y querido por Dios.

Son muchas las personas que piensan que Dios esta muy lejos de ellas. Otras pueden pensar que no son dignas de Su amor. Quizás otras creen que Dios esta en algún lugar lejano de la existencia, pero habría que hacer tal esfuerzo para encontrarse con él, que no se sienten con fuerzas. Sin embargo, Dios está mucho más cerca de lo que sospechamos .Este el núcleo de la Buena Noticia: el Hijo de Dios ha construido una tienda en medio nuestro. Dios se acerca a nosotros de formas insospechadas y en situaciones  impredecibles. Y no lo hace a través de manifestaciones de poder sobrenatural, El se presenta en medio de nuestro camino, en nuestra cotidianidad, en estas situaciones Dios se hace presente. El se presenta en nuestro vivir diario y  si yo me abro, él no se cierra. Si yo me dejo amar, él me salva y me acoge con ternura. Tal vez la experiencia más importante para encontrar a Dios es sentirse a gusto con él, percibirlo como experiencia amorosa que me acepta como soy. Cuando una persona, a pesar de su mediocridad y pecado, sabe lo que es sentirse a gusto con Dios difícilmente lo abandona.

En este segundo domingo de cuaresma debemos hacer un alto en nuestro camino para tener un tiempo para la reflexión y preguntarnos:" ¿conocemos el don de Dios?, ¿Cuánto tiempo hace que no bebemos del agua viva? Y como la samaritana, iniciar un diálogo con Dios, reencontrarnos con Él  para dejarnos abrazar por su amor incondicional. Amén

 

 



Germán López-Cortacans
Barcelona
E-Mail: germancortacans@hotmail.com

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