Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach, Redaktion: R. Schmidt-Rost

Predicación para el 3° domingo después de Epifanía, 25. 1. 2004
Texto según LET serie C: Lc 4, 14 - 21
por Alfredo Abad , Madrid

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


“Un juicio y un regalo”, Lucas 4, 14-21
Malaquías 3,1-4
Filipenses 3, 1-14
Lucas 4, 14-21

“El espíritu del Señor está sobre mi, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los presos
y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos;
a anunciar el año favorable del Señor”
Lucas 4, 18-19

No quiero decir que ya lo haya conseguido todo, ni que ya sea perfecto; pero sigo adelante con la esperanza de alcanzarlo, puesto que Cristo Jesús me alcanzó primero. Hermanos, no digo que yo mismo ya lo haya alcanzado; lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús.”
Filipenses
3, 12-14

Introducción

La realización mesiánica que proclama Jesús en el templo no es bien recibida, en realidad este episodio es citado con frecuencia como la causa política y religiosa de la crucifixión de Jesús, su enemistad pública con el fariseismo y la casta sacerdotal y la amenaza que represente su proclamación para le buen orden y la paz, tal como lo entendía la “pax romana”. Así lo relata por ejemplo Gerard Theissen en su libro “La sombra del Galileo”

El hecho de que Jesús ponga en su boca las palabras del profeta Isaías se recibe con ira (v. 28) y con violencia (v.29) “echaron a Jesús del pueblo”, el pueblo donde se había criado. Estamos en el ministerio galileo de Jesús de Nazaret, en ese preciso lugar, ubicado por Lucas de forma paradigmática, para señalar, justo después de la tentación, que la conciencia mesiánica de Jesús no pasa por la aclamación de sus compatriotas, ni del “status quo”, sino que va a calar en los necesitados, que este capítulo 4 va a desarrollar en lo sucesivo: ¿No es este el hijo de José?

La contradicción en la esperanza mesiánica nos viene explicada por el libro del profeta Malaquías que va a marcar la esperanza de un Mesías en el Nuevo Testamento. Cuando Jesús pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?, y estos responden que algunos piensan que Elías , están recogiendo la inquietud de un Mesías que Malaquías había manifestado como la confianza de un retorno de Elías,
“Mirad, voy a enviaros al profeta Elías, antes que llegue el Día del Señor, que será un día grande y terrible. Y él hará que padres e hijos se reconcilien.”
(Malaquias 4, 5-6).

Así termina el Antiguo Testamento, con la conciencia de que un mensajero es necesario para provocar la reconciliación antes del juicio . Esto es lo que se llama la esperanza de un Mesías, un mediador, un ungido de Dios, enviado por el mismo Dios para poner paz y dar una última oportunidad.

Malaquias significa mensajero, y el propio profeta anuncia ese mensajero, tomando las palabras de Isaías, “ para que prepare el camino ” y en segundo lugar para que llegue “el pacto que vosotros deseáis” (Malaquias 3, 1).

Lo que se cumple de la Escritura, no encaja en las expectativas, ya que en Jesús se manifiesta un orden realmente nuevo, que cuestiona y exige a las estructuras político-religiosas y atiende a los que el profeta Isaías señala como destinatarios de la buena noticia. Había que cambiar, pero no para servir, sino para reinar, es el modelo de lo político como “arte de lo posible”, según la crítica de Norberto Bobbio, y que según el fallecido filosofo italiano, difícilmente encaja con la ética. Para Jesús la ética y lo mesiánico son inseparables.

En esta meditación vamos a ver con el profeta y con evangelista Lucas, que significa para nosotros esa realización mesiánica, la celebración del cumplimiento de las promesas de Dios. Pablo con lo que escribe a los Filipenses será el eje de nuestra reflexión.

(Tema central del sermón)

Hemos referido de Malaquias que el mensajero enviado por Dios viene cargado de regalos :
Va a traer preparar el camino del Señor todopoderoso
Llega con el pacto que vosotros deseáis

No podemos dejar de citar que el profeta se refiere a esta venida en un contexto de juicio , en realidad el encuentra que hay un problema serio en la conducta moral del pueblo de Israel, que no podrán tenerse en pie ante la presencia de Dios, y habla especialmente de los sacerdotes: “Dios vendrá como fuego, como jabón que quitará nuestras manchas y se sentará a purificar a los sacerdotes como quién purifica oro y plata” (Malaquias 3, 2-3)

El contexto de la lectura de Jesús en el templo, con la diferencia de que se nos brinda en la perspectiva del Nuevo Testamento, la redención, el rescate, la salvación, como advertencia profética.

En el Evangelio de Lucas, justo al inicio Zacarías retoma este contexto de juicio en dos ocasiones en su cántico:
En primer lugar “que andemos, en la presencia de Dios, en rectitud y santidad” (Lucas 1, 75)
En segundo lugar hay también hay que preparar el camino al Señor, “Dios nos trae el sol de un nuevo día para iluminar a los que viven en la más profunda oscuridad, para dirigir nuestros pasos por un camino de paz” (Lucas 1, 78-79)

La descripción de Zacarías se relaciona con el ministerio de Juan el Bautista, que conocemos y recordamos, y que es una llamada al arrepentimiento, él también habla de un bautismo de fuego, y de un fuego purificador, con la diferencia de que no es el fuego del horno del crisol, sino el fuego de la presencia del Espíritu Santo, que viene de la mano de bautismo de Cristo.

Es importante destacar que a pesar del contexto de juicio, tanto el profeta como el sacerdote Zacarias, coincidiendo en esto con Jesús leyendo a Isaías en Nazaret, lo que buscan es alimentar la esperanza. Para los tres la elección del pueblo de Israel como objeto de la liberación y salvación de Dios es indudable. Lo que les importa señalar es que no podemos caminar con Dios tal como vamos, hay que revisar, reformar nuestros comportamientos y actitudes a la luz de lo que Dios quiere y espera de nosotros, y hay que revisar los destinatarios.

El apóstol Pablo lo plantea de otro modo:
Respecto al regalo , al anuncio de una presencia de Dios, el apóstol de los gentiles lo ve ya realizado: Cristo Jesús me alcanzó primero (Fil 3, 12)
Respecto al juicio el apóstol quiere dejar como basura todo lo que le ata a buscar su propio interés y comodidad, sus propios méritos. Ya no esperar librarse de la culpa por la ley, sino por la fe: Dios me libra de la culpa por medio de la fe (Fil 3, 9)

(Elementos clave y consecuencias)

¿Qué significa para nosotros la realización de la esperanza mesiánica?

1) Contexto de juicio
Vivimos en la necesidad del cambio y en el anhelo del Reino de los cielos, que hay se ha manifestado, por tanto nosotros no somos ajenos al contexto de juicio o lo que es lo mismo, sabemos que hay muchas desigualdades que hay que equilibrar, relaciones que armonizar, reconciliar, perdonar; situaciones, y sobre todo personas que salvar, a los que tiene que llegarles la luz en la oscuridad.

Nosotros mismos tenemos nuestras zonas oscuras , cada semana tenemos delante la violencia domestica, el SIDA, el pasado año internacional de los discapacitados (2003). ¡Cuantas barreras, fronteras, cargas pesadas! ¡Cuantos juicios gratuitos!

El Ayuntamiento de Madrid editó un folleto titulado “Termómetro mitos sobre la violencia” , donde a través de doce preguntas nos llama la atención sobre nuestras ideas al respecto: ¿Cuantos no habremos llegado a bromear, algunos a pensar incluso: Si una mujer es maltratada algo habrá hecho? La respuesta que se ofrece es que ningún acto justifica la violencia. Y así una serie de cuestiones que nos hacen ver que construimos mitos que nos creemos y con los cuales acabamos justificando lo injustificable.
El folleto en cuestión sirve para denunciar modos de pensar que se van colando, incluso en el lenguaje , por ejemplo hablamos de minusvalidos, con lo que se filtra de algún modo un juicio sobre el valor de una persona, según sus capacidades, lo que es una mentira de graves proporciones.

Juicio no es sólo el azufre y fuego del Apocalipsis, sino la capacidad crítica, la conciencia lúcida que no se deja manipular. Estamos en un contexto de juicio, porque necesitamos desarrollar nuestra conciencia y nuestra capacidad de crítica con nosotros mismos y con los comportamientos y actitudes que Dios no soporta, que no pueden “tenerse en pie delante de Dios”.

2) Regalos: andar en la presencia de Dios
Andar en la presencia de Dios es precisamente un modo de comportarse y una actitud ante la vida y ante los demás . Malaquias hace referencia a un pacto, el pacto de Dios es siempre de fidelidad y de salvación, es siempre una promesa de bienestar: “Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo”, conocer a Dios, en palabras de Jeremías, nunca más consentir la destrucción, en la historia de Noé.

Andar en la presencia de Dios es que inspirados en su Palabra y conscientes de su voluntad liberadora asumimos la vida de Cristo en nuestra vida, siguiendo a Pablo: un vivir para los demás hasta las últimas consecuencias.

Andar en la presencia de Dios es andar con criterio y con conciencia, su mayor regalo es que pone en nosotros su voluntad reconciliadora. La palabra de cumplimiento de Jesús tiene que ver con los presos, los ciegos, los oprimidos, para anunciarles el año favorable del Señor: Dios está de vuestra parte y va a cambiar las cosas, va a cambiar las estructuras.

3) ¿Un pueblo puro? Llamados a ser santos
Este camino, no podemos hacerlo desde un trono de pureza , por que no somos así. Todavía no hemos pasado esa purificación de la que habla Malaquías, aunque ya se nos ha anunciado en Cristo, de hecho en él ya esta realizada, aunque nosotros no seamos del todo conscientes, tenemos que creernoslo.

Por eso hablamos de una llamada, el apóstol Pablo habla al inicio de cada una de sus cartas de los “llamados a ser santos” , y no se refiere a un estado de pureza y perfección que dudosamente podemos afirmar, ¡Aunque algunos se esfuercen en considerarlo así! Nuestra pureza y santidad se refiere al sentirnos escogidos, llamados, tocados del propósito de Dios para militar en su combate de liberación. Nuestra pureza y santidad se refiere al sabernos parte del plan de Dios para rescatar al que se desvía, al que cojea, al que sufre cualquier tipo de exclusión y de oscuridad, para hablarles de que hay luz al final de su túnel, una luz que ya ha amanecido.

Las palabras de Jesús son un presente en su encarnación.

4) Hacer saber al pueblo que Dios perdona sus pecados y les da la salvación, o lo que es lo mismo, les regala la libertad.
Participar de esa mensajería es una constante en los tres textos, tanto en Malaquías, como en el Evangelio de Lucas y en la carta a los Filipenses, nuestros textos de hoy nos refieren a que ese modo de vida, según Dios, en la presencia de Dios, es un mensaje en si mismo que tenemos que llevar a otros.

“Lo que quiero es conocer a Cristo, sentir en mi el poder de su resurrección” (Fil 3, 10) es saber que el cambio es posible y que Dios cuenta con nosotros , pero no solo nuestro cambio, eso no es suficiente para Dios. Dios, según Malaquías, quiere purificarnos como sacerdotes, para poder presentar ofrenda a Dios, para poder dar gracias a Dios por que cuenta con nosotros y nos pone en marcha una y otra vez, a pesar de todas las ataduras de mortandad que nos sujetan.

Por ese ministerio, el proceso de comunicación no es solo el empeño evangelizador de las campañas, sino que nuestra propia comunión se transforma en una campaña permanente contra la soledad, la indiferencia, el rencor y cualquier forma de aislamiento. La clave de un pueblo que está bajo el pacto, con la ley de ese nuevo pacto escrita en su corazón, es según Jeremías, que todo el mundo se dará cuenta.

5) “No quiero decir que lo haya alcanzado ya ni que ya sea perfecto, pero sigo adelante”
Uno de los aspectos más conciliadores y vocacionales de este estar bajo la Gracia es precisamente la conciencia de los límites , que no es más que otro modo de hablar de arrepentimiento. Saber de nuestras propias carencias nos ayuda a aceptar las carencias de otro con una perspectiva diferente y nos permite empezar un camino nuevo, no solo para con nosotros mismos, sino especialmente hacia los demás.

Esa fe en lo que Dios realiza en nosotros es la fe en el vivir en Cristo, que redime y nos limpia de culpa. La novedad que irrumpe en nuestro modo de entender la vida forma entonces un tríptico que tiene que ver con el juicio, conciencia de los límites, en el vocabulario de Juan el bautista: arrepentimiento; tiene que ver con el perdón, el pacto, la presencia de Dios reconciliadora; y la salvación, la libertad ganada para nosotros en Cristo, regalada por Cristo.

Nuestro “seguir adelante” es la apuesta por ese cambio en nosotros y en los demás que nos conduce hacia la nueva humanidad y hacia la nueva sociedad, y este tríptico es el que las hace posible. La curación de las heridas, la superación de las barreras y de las exclusiones, la lucha por los que se quedan fuera, al margen es la concreción de esa “vida para los demás”, que es el vivir en Cristo, que es la vida redimida.

(¿Qué tengo que hacer?)

La participación de estos valores, en la comunidad cristiana, mensajera y redimida, pecadora y silenciosa es el cumplimiento que anunciamos, una luz nos ha visitado desde lo alto, porque Dios venía, porque Dios quería, porque ha hecho presente entre nosotros su poder y su fuerza, su fuego de renovación: El espíritu del Señor está sobre mi.

Nosotros preparamos en el camino, cuando perseveramos en esta carrera de Pablo, en este llamamiento, no se trata de metas que ya hayamos cubierto, de escalones que ya hayamos subido, sino de una Gracia que nos ha tocado y que nos ha puesto en marcha.

Alfredo Abad
Madrid enero 2004
aabad@moebius.es


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