Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach, Redaktion: R. Schmidt-Rost

Predicación para el 4° domingo de cuaresma, 21 marzo 2004
Texto según LET serie C: Lc 15: 1-3, 11-32
por Sergio Schmidt, Temperley, Argentinia

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Gracia y paz sean con ustedes de parte de Dios, nuestro padre, y del Señor Jesucristo. Amén

¿Criticás afuera o querés entrar?

Apreciados hermanos y hermanas:
Dime con quién andas y te diré quién eres”. Este dicho refleja la crítica que los fariseos y los maestros de la ley hacen sobre Jesús: Él come con los pecadores y con la gente de mala fama. Pero esta crítica no es dirigida a Jesús sino a los discípulos: “¿ustedes siguen a este tipo?” “¿No ven con quienes se junta?”. Si Jesús se junta con esa gente, debe ser igual a ellos. Un prejuicio.

Los prejuicios. Para los fariseos y los maestros de la ley, los pecadores serán utilizados por Dios para combustible del fuego del infierno. Esta era la perspectiva. El mensaje de Juan también estaba impregnado de este elemento: “los pecadores serán cortados: ¡conviértanse!” Tal vez por eso, estando en la cárcel Juan le preguntó a Jesús: “Sos vos… ¿o tenemos que esperar a otro?” Es cómo si dijera: “¿Qué te pasa Jesús? ¿Cuándo vas a levantar tu mano y comenzar a aplastar humanidades, como Mesías que sos?” En fin… prejuicios.

Nosotros no podemos cargar las tintas en contra de ellos. Hoy también tenemos prejuicios dentro de nuestras sociedades: “Los negros son…” y “los blancos son…”; “los ricos son...” y “los pobres son..”; “los capitalistas son…” y “los comunistas son…”; “los europeos son…” y “los sudacas son”. “La cultura oxiden- tal es…” etc., etc., etc.

Pero, y esto el lo lamentable, estos prejuicios se meten en nuestras iglesias y comunidades: “los católicos son…”, “los protestantes son…” Ustedes pueden poner muchos ejemplos más.

Los prejuicios rotulan. Los prejuicios atan y nos atan: “ Fulanito es…” “mengano es…” “Sultana es…” Atamos y nos atan con perjuicios. Una vez que a una persona se le asigna un rótulo ya no se cambia. La persona puede cambiar y, si quiere, hasta puede ponerse de cabeza, pero su rótulo no se cambiará! Sos así y punto.

Los prejuicios, los rótulos y los encasillamientos atan. No sólo al que lo recibe, sino también al que lo asigna. Cuando ato al otra persona con rótulos, también me estoy rotulando. Cuando encasillo a los demás me encasillo a mi mismo.

Hay una historia que me gusta muchísimo y que refleja exactamente todo esto. En un pueblito chiquito se jugaba un gran partido de fútbol: los católicos contra los protestantes. ¡Gran partido! Y, como parece que a Jesús también le gusta el fútbol, baja del cielo y se sienta en una de las tribunas y se dispuso a disfrutar de lo que parecía ser un buen espectáculo. A la mitad del primer tiempo, un contragolpe católico, un buen pelotazo, y gooolll!!! Todos los católicos gritaron goooll!!!!!!!! Y hasta el propio Jesús se levantó y grito: Gooolll!!!!!!! En el segundo tiempo, un penal para los protestantes: otro golazo!!!!!!! Y todos los protestantes gritaron Gooolll!!!!!!!! También Jesús se paró y grito: Gooolll!!!!!!! Un hombre que estaba al lado de Jesús le pregunta: “perdón, ¿pero usted está por los católicos o los protestantes? Jesús le dice: “No yo no particularmente por ninguno de los dos, a mi me gusta ver un buen partido de fútbol.” Una viejita cerca de Jesús que lo estaba escuchando, lo mira fijamente y piensa: “¡este debe ser un ateo!”

Cuando ato al otro con rótulos, también me estoy rotulando. Cuando encasillo a los demás me encasillo a mi mismo: esto es justamente lo que narra la tercer parábola de EvLc 15. Un hombre tiene dos hijos. El menor le pide la herencia y se va lejos, malgastando todo el dinero. Cuando pasa hambre cuida cerdos: ¡un animal impuro! Quiere comer la comida de los cerdos, pero nadie se la da. ¡Tiene que robar! Una situación desesperante! Vuelve a la casa del padre, hambriento y sin derechos, dado que ya tuvo la herencia que le correspondía. Pretende que el padre lo trate como a uno de sus siervos. El padre de lejos, sale a su encuentro y lo abraza, lo viste de fiesta: esto significaba que la persona una gran distinción. Por otra parte, el vestido nuevo era símbolo del tiempo de salvación. El padre le pone sandalias: sólo las personas libres usaban calzado: es decir, su hijo perdido ya no andará como a un siervo! Le pone el anillo de la familia en su mano, es decir, le devuelve los derechos que tuvo como hijo y hace una fiesta. ¡Así es Dios!

Dios es un Dios que no busca la destrucción y la muerte, quiere la vida! Dios no quiere la destrucción del que está equivocado, del pecador. Dios se alegra por un solo pecador que se arrepiente. Dios los busca y sale al encuentro.

Esta era la buena noticia de Jesús. Este mensaje de Jesús es único y no tiene paralelo ni entre los judíos, ni en Palestina. Dios ama al pecador. Este es el primer mensaje de esta parábola. Dios es como ese padre que no espera que su hijo golpee la puerta, el padre le sale al encuentro. Así es Dios! Dios nos sale al encuentro! Esta es la gran diferencia entre la predicación de Jesús y la de Juan el bautista.

Pero la parábola continúa. Llega el hijo mayor y cuando se entra de las noticias y de la fiesta no quiere entrar. El Padre trata de convencerlo a que participe de la fiesta. ¿Entra el hijo mayor a la fiesta? La parábola no nos lo dice. Tiene un final abierto, como algunas películas que hemos visto. ¿Por qué? El hijo mayor son los fariseos y los maestros de la ley que critican a Jesús por su actitud con “los pecadores” A ellos Jesús les dice: ¿Qué van a hacer? ¿Van a entrar a la fiesta del reino de Dios, o se van a quedar afuera criticando?

Cuando ato a los demás con rótulos, también me estoy rotulando. Cuando encasillo a los demás me encasillo a mi mismo.

Jesús no condena a los fariseos y a los maestros de la ley. Quiere ayudarlos a superar el escándalo que les provoca su mensaje. Ellos deben entender que es justamente esa falta de amor la que los separa del amor de Dios. Y Jesús les dice: “alégrense conmigo: los hijos alejados vuelven al redil ¡SEAN MISERICORDIOSOS COMO DIOS LO ES! Dios es un Dios que no construye murallas, Dios construye puentes. Pensémoslo por un instante: las virtudes de una iglesia o de una comunidad se advierten en la actitud que asumen hacia sus detractores. A Dios le duele el andar errantes de sus hijas e hijos. A Dios le duele verlos sufriendo alejados de su amor. Esto era lo que los maestros de la ley y los fariseos tenían que comprender. Debían superar el escándalo que les provocaba la actitud de Jesús.

En este tiempo de cuaresma tomémonos el tiempo como comunidad para tomar conciencia de nuestras acciones: ¿encasillamos a los demás en sus propios defectos y problemas? ¿Damos otra oportunidad a los demás? ¿Nos damos una oportunidad? Nosotros somos una comunidad o una iglesia que dice seguir a este Jesús: ¿somos de los que construyen murallas que dividen y separan? ¿O somos de los que unen y construyen puentes que superan las divisiones, los prejuicios y los encasillamientos?

A Dios le duele mucho el caminar errado de la humanidad. A Dios le duele mucho el dolor y el sufrimiento que la humanidad genera a si misma. Dios no mira desde afuera, desde lejos, el clamor de los que sufren violencia. Dios detesta cuando se utiliza el dolor y el sufrimiento de las personas como si fuera un medio más para obtener cualquier clase de beneficios o réditos. Pensemos un momento en la gran masacre que sucedió en España: ¿Cuándo vamos a entender que somos todos una sola y única humanidad? Es la misma humanidad la que coloca la bomba y es la misma humanidad la sufre la explosión. Siempre es la humanidad la que sufre. Pensemos en las guerras: es la misma humanidad la que tira el torpedo y es la misma humanidad la que está en el barco que se hunde en el mar helado con cientos de personas. Esto está decididamente en contra de la voluntad de nuestro Señor Jesucristo: ¡el vino para que la humanidad deje de sufrir!

En este tiempo de cuaresma, podemos preguntaros: ¿No nos alcanza con el dolor y el sufrimiento de Jesucristo, tenemos que producir más y más muerte, dolor, sufrimiento?

En resumen: se cuenta que una vez un sabio después de un tiempo de enseñarles, a modo de examen les preguntó a sus discípulos: “¿Cuándo termina exactamente la oscuridad de la noche y comienza la luz del día?” Uno respondió: “Cuando comienzas a ver el primer rayo de luz al amanecer”. El maestro dijo: “No.” Otro dijo: “Cuando puedes ver a un animal de lejos y saber si es una vaca o un caballo”. “No! dijo el maestro”. El más tímido dijo: “cuando ves a un árbol y sabes si de de manzana o pera.” “Tampoco”. “Cuando ves al sol en el horizonte” “Menos”, fue la respuesta. Finalmente todos le dijeron: “Bueno, dinos cual es la respuesta correcta”. El maestro les dijo: “Si al ver a cualquier hombre y a cualquier mujer no ves a tu hermano o a tu hermana, sea la hora que sea, es de noche para ti”.

Señor: En este tiempo de cuaresma: ¡Haznos un instrumento de tu paz! Que así sea. Amén.-

Sergio A. Schmidt, Temperley.
breschischmidt@ciudad.com.ar


(zurück zum Seitenanfang)