Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 23° domingo de Pentecostés, 7 de noviembre de 2004
Texto según LET serie C: Lc 18, 9 – 14
por Raúl Rodolfo R. Reinich, Buenos Aires

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo, el que era al principio, es ahora y será siempre, sea con todos ustedes.

Si se proponen ir a alguna parte ¿a dónde les gusta ir?
Es importante pensar por qué y para qué vamos a alguna parte.
Porque cuando vamos a un lugar, generalmente lo hacemos con un propósito.
Si vamos a un supermercado llevamos una lista, mental o escrita, para no olvidar por lo que vamos.
Y, casi siempre conseguimos y traemos con nosotros aquello que fuimos a buscar…

En mis años de pastorado escuché decir a gente que no siente la necesidad de ir a la iglesia los domingos; que no sabe para qué ir; que prefiere salir a caminar temprano para deleitarse observando la naturaleza y respirando aire puro. ¡Esto también es bueno y saludable!

Pero en su reflexión del 24 de Octubre en las “Lecturas Diarias 2004” (*) la pastora Margarita Tourn explica por qué y para qué lo hace ella:

“Hoy para mi es un día muy especial, no tengo que pensar demasiado qué busco porque mañana es el cumpleaños de mi hija, así que voy a ir para expresar gratitud a Dios por su vida, a pedir su bendición para ella y nuestra familia, para pedir sabiduría para mi esposo y para mí, para seguir desarrollando el rol paterno materno que nos fue confiado.”

En el Evangelio de hoy, Jesús nos muestra a dos hombres que van al templo para orar.
¡Los podemos ver! Van por motivos y con objetivos diferentes.
Uno de ellos manifiesta ser muy buen cumplidor de la ley, y se muestra a la gente como una persona llena de loables virtudes.
El otro es alguien que ha tomado consciencia de su condición pecadora. ¿Cómo se atreve acercarse al templo? ¡Es un cara rota!

Los cristianos sabemos que es bueno orar y dar gracias.

El fariseo, el estricto cumplidor de la legalidad, - lo cual también es bueno contra la corrupción-, hace acto de presencia para poner a la vista de todas y todos las virtudes que cree tener.
En realidad no agradece ni alaba a Dios, sino que se exalta a sí mismo.
Y, como se considera justo y autosuficiente no necesita nada de Dios

El otro, el recaudador de impuestos, no tiene nada bueno para mostrar.
Sabe que es un pobre miserable, por el que “nadie daría cinco centavos”
Pero sabe que “ha tocado fondo” y que no tiene salida alguna por sí mismo.
Por eso piensa en Dios y pide por su misericordia.

Un comentarista dice que “el fariseo es pobre por fuera ya que no tiene dinero, mientras que el publicano es rico como fruto de su profesión. Pero el recaudador es pobre en su corazón necesitado de misericordia, y el fariseo es rico en su corazón orgulloso. Las apariencias engañan…”

Por eso sorprende y molesta la actitud y el mensaje de Jesús.

¡Otra vez toma partido!
¿Cómo puede “jugarse” en público por esos marginales? (Hoy mucha “gente correcta y honesta” dice: “¡los Organismos de Derechos Humanos sólo se ocupan y defienden a los marginales y ladrones!”)
Podemos imaginarnos chocante que Jesús, por así decirlo, alabe al “pecador”.
Él sigue siendo chocante, pero consecuente con el propósito para el cual fue encarnado en este mundo: he venido para buscar @l perdido,,, para curar @l dolido…para perdonar @l arrepentido… para levantar @l caído,… para alimentar y vestir @l empobrecido… para liberar @l injustamente encarcelado…para anunciar la buena noticia @l esperanzado..

Por eso Jesús destaca, resalta la actitud de quien reconoce su estado de necesidad (¡y de su culpa!) y lo manifiesta abiertamente. Jesús resalta a la persona consciente de que su necesidad lo margina y excluye y que necesita de la misericordia y la ayuda palpablemente concreta para salir adelante.

¿Cuál será la actitud como seguidores de Jesús y la de todas las personas de buena voluntad, virtuosas, que se organizan, son honestas, viven y actúan “dentro de la legalidad de sus países” en el actual contexto de un sistema globalizado que muestra por “virtud” la acentuación radical de las diferencias entre las personas, que genera violencia y provoca la caída de millones en desesperante denigración humana con todas las consecuencias que la marginación trae consigo?

Nosotros ¿qué vinimos a buscar hoy aquí? ¿Qué nos llevaremos de vuelta a casa?

Pensemos y recordemos los temas y la frecuencia con que éstos aparecen en nuestras oraciones, privadas o públicas. ¿Nos damos cuenta de nuestra escala de valores y del lugar que Dios en nuestras vidas? ¿Qué o quién ocupa el lugar central en nosotros? ¿Cuál es el tamaño de nuestro propio yo, de nuestras cosas, nuestros propios asuntos?

Tenemos la experiencia de muchos que, con razón o sin ella, se van “en busca una vida mejor hasta que las cosas cambien en nuestro país”.

Pero también nuestra oración también podría ser para comprometernos de hacer algo concreto para lograr una transformación positiva para todos.

Jesús dice: “El que busca, encuentra” (Lc. 11,9).

Y, cada uno encuentra aquello que quiere.

“Si buscamos consuelo, sabiduría, paz, perdón, sentido para la vida, podemos contar con que Dios nos lo da. Si buscamos sentir que cumplimos nuestra responsabilidad, hacer gala de nuestra bondad y rectitud, también vamos a regresar habiéndolo encontrado.

El fariseovolvió satisfecho, porque pudo exponer sus virtudes personales,
El otro porque pudo llegar a sentirse liberado para una nueva vida.
Claro que cada uno trajo cosas muy distintas: uno fue en busca de lo inútil y el otro de lo vital; uno encontró lo efímero, y el otro lo que Dios ofrece, lo que tiene valor eterno.” (*)

Jesús: oraba siempre y se tomaba mucho tiempo para ello.
Oraba toda vez que se le presentaba una situación nueva…
Oraba cuando no alcanzaba a ver el camino que debía seguir
Oraba ante decisiones importantes.
Oraba para aplicar bien los dones que Dios siempre de nuevo le regalaba.
Oraba para dar gracias y para pedir al Padre…

Por eso “si de veras queremos un mundo diferente, si estamos dispuestos a comprometernos con el cambio, sepamos que la oración es el camino.”

“Entonces nuestra búsqueda y nuestra oración no servirán sólo para reforzar nuestras ideas, nuestra forma de vivir, nuestra conveniencia” (Marina Rubino y Victor Rodino).

Lo haremos concientes que buscando el reino de Dios y su justicia recibiremos también todo lo demás por añadidura. (Mateo 6,33). Amén.

(*) 24º Edición de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, Buenos Aires, Argentina.

Rodolfo Roberto Reinich,
Pastor de la IERP en la Parroquia Olivos de la Congregación Evangélica Alemana en Buenos Aires
reinich@ciudad.com.ar


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