Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 24° domingo después de Pentecostés , 14 de noviembre de 2004
Texto según LET serie C: Lucas 19:1-10 por Marcos Abbott , Madrid

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


¿TE HAS CONVERTIDO?

Zaqueo desafía la Iglesia de hoy y, a la vez, ofrece un rayo de esperanza. Desafía porque su conversión era real y no superficial, costosa y no barata, integral y no “espiritual”. Brilla como un rayo de esperanza porque nosotros también podemos convertirnos “en espíritu y verdad” como Zaqueo y así ofrecer al mundo un evangelio que importa.

Zaqeo probablemente era la persona más odiada de Jericó. Como jefe de los publicanos estaba encargado de recaudar impuestos de los nacionales por la fuerza ocupante, los romanos. Probablemente Zaqueo compró su puesto y se enriqueció al cobrar más que la cuota exigida por Roma. A Roma no le importaba cuánto recuadara, sino que les pagara la cuota. Para los judíos de Jericó era un desheredado. No le consideraban un hijo de Abraham.

Con esto en mente es interesante leer el texto desde la perspectiva del estatus social. Cuando uno considera el hospedaje de Jesús en su casa desde la óptica romana, no era muy apropiado. Jesús no sería considerado un igual. El hecho de que Zaqueo le recibe representa una humillación social de su parte y una elevación de estatus para Jesús.

Pero cuando lo enfocamos desde la perspectiva judía, no era apropiado que Jesús hospedara en casa del publicano. Puesto que Zaqueo era como un desheredado, Jesús se contaminaba ritualmente al entrar en su casa. Para los judíos era una humillación de Jesús y una elevación indebida de estatus de Zaqueo.

Así que esta equiparación de nivel social desde la perspectiva de las dos bandas es un elemento clave para este relato. La conversión quita barreras sociales, coloca todos al mismo nivel y restaura al reino de Dios.

Lo más inquietante para nosotros es la respuesta de Zaqueo a Jesús.  

Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguien, se lo devuelvo cuadrulpicado .

Zaqueo tomó medidas concretas conforme a la transformación de su corazón y su relación con Jesús. No se quedó en una conversión meramente “espiritual”.

Nosotros solemos descartar la profundidad del cambio en Zaqueo. Lo minimizamos porque era rico, y la mayoría de nosotros no lo somos. Era apropiado que él diera su dinero a los pobres porque tenía de sobra. De esta manera queremos excusarnos de hacer lo mismo.

La transformación, que es lo que la conversión es verdaderamente, era muy profunda en Zaqueo. Él había sido una de las causas de la pobreza en Jericó. Era beneficiario de un sistema injusto. Cuando se compromete a restaurar a los defraudados, implica que no iba a defraudar más. En realidad estaba arriesgando su trabajo y posiblemente su vida. ¿Puedes imaginar lo que pensarían los otros publicanos a enterar que uno no estaba cobrando más que la cuota? O exigirían su relevo, o le darían una paliza que no veas. Sabiendo todo esto, Zaqueo se compromete con Jesús.

La decisión de Zaqueo a corregir estas injusticias indica un cambio de orientación en su fuero interior. Hizo un giro de 180 grados de un egocentrismo pleno a la colocación de Dios en el centro de su vida y la integración en la comunidad del Reino. Pasó de una actitud de autosuficiencia a una confianza plena en Dios y una orientación hacia el prójimo.

Cuando consideramos la radicalidad del cambio en Zaqueo y comparamos la vida de muchos en la Iglesia, nos sentimos desafiados profundamente. Surgen preguntas. Por ejemplo, ¿Qué indicadores hay en mi vida de mi compromiso con Dios, con el prójimo, con el Reino? ¿Sigo participando en estructuras de injusticia para beneficio propio, o hay arrepentimiento verdadero? ¿Separo mi vida “espiritual” de la vida cotidiana? ¿Cómo me comparo con Zaqueo? A responder a estas preguntas y otras creo que todos sentimos retados por la radicalidad de la conversión de Zaqueo.

Pero si él representa un desafío, también ofrece una esperanza. En una sociedad dividida por etnicidad, nacionalidad, género, nivel socioeconómico, religión y demás, una conversión del tipo de Zaqueo nos indica una senda hacia una sociedad alternativa, una sociedad del Reino. Será una sociedad basada en la igualdad en vez del desequilibrio; una sociedad de justicia con la posibilidad de reconciliación.

La nueva sociedad no vendrá a través de un nuevo programa político, sino que requiere una transformación del corazón. Jesús tiene que hospedarse con nosotros.

Jesús nos ve en el árbol y nos está llamando. ¿Cómo vamos a responder? ¿Nos consideramos “salvos” ya, demasiado cristianos para bajarnos del árbol? ¿O nos bajamos del árbol para recibir a Jesús y ser transformados?

Marcos Abbott, SEUT
academico@centroseut.org


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