Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 1° Domingo de Adviento, 28 de noviembre de 2004
Texto según LET serie A: Mt 24: 37-44
por Sergio Schmidt, Temperley, Argentinia

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Título: Otra vez en el principio

Apreciados hermanos y hermanas:

Comenzamos, una vez más un nuevo año litúrgico. Y, como todo nuevo año litúrgico, comenzamos con adviento. La vela encendida de la corona de adviento nos lo indica.

Adviento es, junto con el tiempo de cuaresma, un tiempo de preparación. En adviento nos preparamos para la navidad. La iglesia se toma un mes, o si quieren cuatro semanas, para detenerse un momento, para volver a escuchar la buena noticia de la navidad.

Hasta ahora todo bien pero: ¿qué tiene que ver todo esto con el texto del sermón de hoy? Es muy lógico que nos preguntemos esto, dado que el texto que acabamos de escuchar corresponde a la segunda venida de Jesús. ¿No hubiera sido mejor que este texto lo dejemos para el último domingo del año litúrgico? Allí si se habla de la parusía, la muerte, el juicio, la vida de ultra-tumba, etc.?

Seguramente este texto encaja muy bien con el tema de domingo anterior pero podríamos comenzar preguntándonos: ¿por qué la iglesia eligió este texto para hoy? Porque, si lo pensamos bien, este texto nos ayuda para prepararnos adecuadamente para la Navidad. Vemos un poco…

Jesús ciertamente está hablando de su segunda venida. Nadie sabe cuando Jesucristo volverá por segunda vez. Pero nos dije que tenemos que estar alertas, atentos, porque la parusía vendrá de improviso como sucedió en la época de Noe, el juicio de Dios por medio del diluvio. En los tiempos antes del diluvio, las personas vivían como si nunca tendrían que dar cuenta de sus acciones.

El tiempo de adviento es tiempo de meditación. Sabemos que Dios es un Dios de amor pero esto no quiere decir que nunca vamos a tener que hacernos responsables de nuestro actuar. Ciertamente Dios es también juez. Pero, como lo dice M. Lutero, sólo cuando acepto el juicio de Dios, puedo aceptar también su gracia. El tiempo de adviento es el tiempo para pensar que Dios nos ha amado tanto que ha enviado a Jesucristo para que naciera humilde en un pesebre. ¡Cuantas veces hemos escuchado estas palabras, en tantos sermones, meditaciones, devocionales, etc! Lo sabemos archi-de-memoria! Lo damos por sentado. Es por eso que necesitamos el tiempo de adviento. No podemos dar el mensaje de la Navidad por sentado. Más aún en este tiempo en que desde la radio, la televisión y los anuncios comerciales bastardean al mensaje navideño.

Me molesta muchísimo ver cómo se habla de la navidad como el tiempo magico. ¡Qué tiene que ver la Navidad con la magia! Volviendo al texto mateano, Dios juzgará a todos los que descarnan el mismísimo centro de la navidad: Jesucristo es Emmanuel, Dios con nosotros!!!

Jesús da dos ejemplos concretos. Dos hombres estarán trabajando en el campo, uno será tomado para recibir la recompensa de Dios, el otro será dejado, para el juicio. Lo mismo sucede con las dos mujeres que trabajan con el molino de piedra. ¿Qué significa esto? Que poco vale la actitud exterior, los dos hombres y las dos mujeres estaban haciendo la misma actividad, lo que realmente interesa es la predisposición interna, la interior.

El tiempo de adviento es también tiempo preparación. En este tiempo en que tantas veces la navidad es una fiesta hogareña, pero sin Jesucristo, debemos prepararnos para que navidad sea la fiesta que verdaderamente tiene que ser: la alegría que Dios mismo se hizo un bebé para venir a nuestro mundo. Poco importa la forma exterior con que celebramos navidad. Lo importante es creer que Jesús es Dios. Fue concebido por obra del Espíritu Santo. Porque esto es así, vale lo Él hizo en la cruz.

Hermano, hermana: pensemoslo un momento. Si no puedo creer que María quedó encinta por obra del Espiritu Santo: ¿Cómo puedo decir que Jesús es Dios? ¿Cómo puedo hablar de Jesús como el Emmanuel? ¿Qué diferencia existiría entre la muerte de Jesús en la cruz y los miles y miles de judíos que crucificaron los Romanos? La gran diferencia no es visible a simple vista: la gran diferencia está que este hombre que murió en la cruz era Dios.

Por último Jesús nos habla de un padre de familia si supiera a que hora llegara el ladrón estaría alerta para no dejarse robar. Pero si no sabe a que hora llega el ladrón vigilaría toda la noche. En la Palestina de Jesús, las casas de las personas humildes eran de barro. Era muy fácil hacer un agujero en la pared de barro y robar lo que estaba al alcance de la mano. Así, nos dice Jesús sucederá a nosotros, no sabremos ni el día ni la hora...

El tiempo de adviento es el tiempo de espera. Ya no hace falta que Jesús vuelva a nacer en un pesebre. Lo que sí, cuando celebramos el nacimiento de este bebito-Dios, sabemos que, así como Dios cumplió esta primer promesa, también cumplirá la segunda. En verdad Jesús volverá por segunda vez a buscarnos. ¡Antes dudo que vivo y respiro! La navidad cobra sentido a la luz de la cruz vacía. Por lo tanto, saber que vale la pena celebrar la navidad es como ver una película que ya conocemos el final. ¡Tal vez por eso vale la pena ver la película!

En navidad Dios nos muestra hasta que punto Él nos ama y cómo se compromete con su mundo y con cada uno de nosotros. El mundo no está perdido. El mundo no va a la deriva. Dios no deja a nuestro mundo librado al azar. Dios ha envido a su Hijo a vivir junto con la humanidad. La navidad es una fiesta de paz y del amor porque celebramos que Dios ha cumplido sus promesas.

En navidad Dios muestra que su mano SIEMPRE está tendida hacia nosotros y que nos sustenta. Nadie está fuera del alcance de su mano. Sabemos que podemos fiarnos del Padre de Jesucristo, sabemos que cuando Dios nos da la mano, no la sacará después. Dios es fiel.

La navidad es la fiesta de saber que Dios no está lejos de los suyos, porque Dios mismo se metió en nuestro mundo: Dios ha venido a nosotros, a vivir con nosotros para nunca alejarse. Por eso la navidad es un tiempo de paz y de amor. Por eso tenemos una tarea: la de anunciar el verdadero porqué de la fiesta navideña. No es una fiesta de magia o de fantasía. La navidad no es un momento para salir de nuestro mundo para ir a uno imaginario, no. No tenemos que salir, porque Dios mismo viene a nuestro mundo. Es el Sí con mayúscula de Dios para toda la humanidad. Es el Sí de Dios con mayúscula para cada uno de nosotros. Dios no espera que nosotros salgamos a su encuentro, Él nos sale al encuentro. La navidad es el gran sí de Dios para todo aquel que lo busca.

En la navidad Dios mismo nace como un bebito. En este bebito-Dios descansa todo el peso del mundo. En los hombros de este bebito-Dios podemos nosotros mismos descansar y confiarle toda nuestra vida. ¿Vamos al pesebre a adorar al niño-Dios? Los pastores y los reyes magos ya han ido... ahora nos toca a nosotros.

¡Feliz Navidad!

Amén.

Pastor Sergio A. Schmidt, Temperley, Argentina
breschischmidt@ciudad.com.ar


 


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