Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 3° domingo de Adviento, 12 de diciembre de 2004
Texto según LET serie C: Mt 11: 2 - 11 por Marcos Abbott , Madrid

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


¿SEGUIMOS ESPERANDO?

Mateo 11:2-11

¿Has sido engañado alguna vez por un anuncio? Hace muchos años viví cerca de Nueva York. Un hotel tenía anuncios en la tele que presentaban su hotel como si sus habitaciones fueran elegantes a un precio muy razonable. Animados por el anuncio hicimos reserva para poder ir a la ópera.

¡Qué decepción! Lo único que parecía como el anuncio era la recepción, pero la habitación era muy decepcionante. La cama era muy gastada; nada era nuevo, y la vista era horrible. La promesa era una cosa, pero la realidad otra.

Acabamos de pasar por unas elecciones en los Estados Unidos. Todo el mundo se entera cuando hay elecciones allá. En la política ocurre lo mismo que en el anuncio del hotel. Las promesas del candidato son una cosa, y la gobernación, una vez elegido, es otra.

Me acuerdo una viñeta de humor hace años en que un candidato político está leyendo el periódico. Exclama a sus dos consejeros. “¡Mi oponente está contando mentiras sobre mí!” Uno de los consejeros responde con entusiasmo. “Muy bien. Esperamos que la verdad no salga hasta después de las elecciones.”

Me llama la atención que cuando los discípulos de Juan el Bautista vienen a preguntar a Jesús si es el Mesías esperado o no, él responde: “Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis.” Luego ofrece una lista de hechos para sostener esto:

Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio .

Los hechos confirman las palabras. Es decir, hay una coherencia de palabra y hecho, y queda implícito que los hechos hablan por sí solos.

La sociedad está haciendo la misma pregunta hoy a la iglesia que estos discípulos hacían a Jesús. ¿Sois la esperanza del mundo o esperamos a otro? En un mundo de terrorismo, genocidios, desigualdades gigantescas, ruptura familiar, discriminación por criterios mil, ¿Tiene la Iglesia cristiana algo que ofrecer? Parece que contribuye más al problema que a la solución.

La sociedad podría estar en el lugar de Juan el Bautista. Está encarcelado, deprimido, desesperado, y quiere saber si hay un motivo de esperanza verdadera. Me temo que la Iglesia no puede responder ahora como Jesús respondía, pero la respuesta de Jesús abre camino a una respuesta adecuada.

La Iglesia puede procurar una coherencia de mensaje, imagen y hechos que refuerzan uno al otro. Es más, los hechos de la Iglesia deben ser tan impactantes que hablan por sí solos para que, cuando haya oportunidad para hablar, las palabras tocan fondo. Su veracidad no se cuestiona porque la evidencia está clara.

Otro elemento importante del pasaje en Mateo es el contexto escatológico. Me refiero a esa tensión entre la esperanza para el futuro y la realidad presente. Se puede describirlo como la tensión entre el “ya” y el “todavía no” del futuro. Jesús introduce la realidad del Reino en su presente. Se evidencia por las curaciones y los exorcismos, por ejemplo. Pero la consumación Reino no se experimentó durante el ministerio de Jesús, y todavía no se ha consumado el Reino hasta hoy. Nuestra realidad como Iglesia es que vivimos en la tensión entre el ya y el todavía no.

Creo que la incoherencia de palabra y hecho en la Iglesia se debe en parte al hecho de que hemos olvidado el ya y nos enfocamos en el todavía no. Muchos han invocado el mensaje de la esperanza cristiana como una esperanza del cielo. La realidad de Dios es algo que esperamos, y nos espera en el cielo.

Sé que esto es una caricatura, pero es cierto que muchas veces desvinculamos la realidad del presente del Reino de Dios. El Reino es futuro, es todavía no. Nos ocupamos con el estudio bíblico, las reuniones de oración, la preparación de cultos para reforzar la esperanza futura. El mensaje al mundo es una invitación a aceptar a Jesucristo como salvador para que vayan al cielo. Es un mensaje del todavía no.

Pero Jesús respondió a los discípulos con un YA, sin descartar el todavía no. La Iglesia necesita retomar el YA de nuestra fe. Ya somos hijos de Dios. Ya mora el Espíritu de Dios en nosotros. Hoy es el día de la salvación. La misión de la Iglesia es continuar el ministerio de Jesús.

Procuramos que los ciegos vean, los cojos anden, los sordos oigan, los presos se liberen y que los pobres sean rescatados de su miseria. La Iglesia puede hacer esto YA.

Procuramos que la Iglesia sea una sociedad alternativa donde la nacionalidad es irrelevante, donde hay el compartir de bienes, donde los niños son respetados como miembros del Reino, donde la discriminación es evidente por su ausencia, donde nadie busca el poder y la exaltación sobre el otro. La Iglesia puede hacer esto YA.

La Iglesia puede hacer mucho YA, pero eso no quiere decir que el todavía no es irrelevante. La esperanza futura orienta al presente y nos sostiene en medio del conflicto.

Nuestra visión de un futuro mejor inspira nuestros esfuerzos ahora. Por ejemplo, congregaciones en Madrid y Barcelona han establecido puntos de venta del comercio justo. El sueño de un mundo sin las enormes desigualdades y sin la explotación laboral les ha motivado a hacer algo que da testimonio de una manera alternativa de convivir. No van a cambiar el sistema económico mundial, pero sus acciones concretas proveen una luz de esperanza en medio de la oscuridad de la explotación. Da esperanza a los desfavorecidos y les trata con la dignidad de personas sagradas. El futuro del Reino inspira y guía su presente.

La visión del Reino futuro, el todavía no también nos sostiene cuando choca con el sistema imperante del mundo. ¿Qué pasó a Juan el Bautista? En el texto está en la cárcel por oponerse a la inmoralidad de Herodés, quién también le vio como una amenaza a su poder, y por tanto lo ejecutó. Jesús fue ejecutado por los romanos con el apoyo de la jerarquía religiosa. La irrupción del Reino de Dios en él fue rechazada y condenada como peligroso y traicionero. No es por nada que la cruz es el símbolo central del discipulado.

Cuando la Iglesia procura vivir el YA conforme a la visión del todavía no, encontrará una reacción violenta de los intereses creados del mundo. Los cuyo poder depende del sistema imperante, es decir los que viven como si Dios no existiese buscarán deslegitimar y destruir los seguidores de Jesús. El destino de Jesús—el rechazo, el sufrimiento y la muerte—marca el camino de la Iglesia fiel.

Pero también la resurrección. La esperanza de la victoria final de Dios nos consuela, nos anima y nos sostiene en medio del rechazo y sufrimiento. Nos da la seguridad de que ni la muerte es el fin de las cosas. Y no sólo eso, Dios mismo nos acompaña día tras día por el Espíritu.

Vuelvo a la pregunta inicial que la sociedad hace a la Iglesia. ¿Sois la esperanza del mundo o esperamos a otro? Creo que la Iglesia es capaz de responder con un SÍ. Siguiendo a Jesús, la visión del Reino puede orientar nuestras acciones en el presente para que formemos comunidades que ofrecen una alternativa al sistema egoísta imperante del mundo. El indicador más real de nuestro éxito será el nivel de rechazo y oposición de los que tienen todo que perder si la visión del Reino se realice.

Concluyo con un texto más adelante en Mateo 11:25 donde Jesús dice:

Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.


Marcos Abbott, SEUT, El Escorial – Madrid
academico@centroseut.org


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