Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 4 ° domingo de Cuaresma, 6 de marzo de 2005
Texto según LET serie A: Mt 20, 17-19 por Sergio Schmidt
(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Título: ¿Lo podrán hacer ustedes también?

Apreciados hermanos y hermanas:

En este tiempo de cuaresma en que nos preparamos para celebrar lo que es el centro mismo de nuestra fe: la muerte de Jesús en la cruz y su resurrección. ¿Cómo prepararnos? ¿Qué cosas debemos tener en cuenta? ¿Cómo manejarnos en la vida de todos los días? Estas preguntas nos ayuda a responder el presente texto. Veamos un poco.

Jesús detiene su viaje y se para al costado del camino. Tiene que comunicarles a los discípulos algo muy importante: los está acercando a la realidad que les espera en Jerusalén. Jesús tendrá que sufrir la burla, el juicio y la crucifixión. Pero todo no terminará allí. El resucitará.

Esta es la primera cosa que nos dice cuaresma: cuaresma no es el tiempo para estar tristes o acongojados. Claro que cuaresma también tiene el viernes santo. Pero cuaresma no termina ahí. Termina con la pascua de resurrección. Después de los cuarenta días de cuaresma, vienen los cuarenta días de alegría por la resurrección de Jesús. Y esto es muy importante. Esto es lo que nos dice el título Hijo del Hombre.

El cristianismo que afirma que la resurrección de Jesucristo es una metáfora, a la larga o a la corta, cae en un neo-gnosticismo. Fue lo que pasó ese domingo de pascua, bien tempranito, lo que ha movido primero a los discípulos y luego a toda la iglesia, a vivir la fe y compartir el testimonio de esa fe en el Resucitado. El tiempo de cuaresma es el tiempo para meditar sobre la muerte de Jesús en la cruz, pero a la luz de su resurrección. Esto es lo que nos dice el título Hijo del Hombre.

No era fácil para los discípulos escuchar aquellas palabras. Pero, ¿qué pasa? Se acerca la madre los hijos de Zebedeo y le pide a Jesús un “pequeño favorcito”. Estar al lado de Jesús, uno a la derecha y el otro a la izquierda. Los discípulos, tal vez, no se animaban a pedírselo y la mandaron a la madre. Si cotejamos los cuatro evangelios veremos que el nombre de está mujer era Salomé, la hermana de María, madre carnal de Jesús. Estos dos discípulos piensan que cuando lleguen a Jerusalén Jesús será como el rey David o Salomón. Ellos serían querían ser el 1º ministro de Jesús. Al ser parientes de Jesús –primos- podrían tener un trato especial: ¿o para qué están los parientes?

Los otros discípulos se enojan, no porque estos no entendían las palabras de Jesús. No pensaban diferente: se enojan porque “¡les ganaron de mano!”

De todo esto podemos sacar tres cosas para nosotros hoy. En primer lugar nos habla de la ambición de todos los discípulos, sin excepción. Seguían pensando en término de recompensa, éxito personal y no nos olvidemos de la distinción. Pensaban que Jesús, al ser hijo de Dios con una palabra, una orden, un gesto, “un milagrito” les iba a garantizaba una vida de príncipes. Deben cambiar no sólo de opinión, sino de manera de pensar. La verdadera grandeza está en un lugar bien diferente al elegido por ellos: el servicio.

Jesús mismo es un ejemplo de servicio. No sólo su muerte en la cruz. Toda su vida es servicio. No podemos separar la muerte de Jesús de lo que fue su vida. Tenemos nosotros hoy, un ejemplo. No creo que sea para filosofar mucho como aplicar esto a nuestros días: simplemente pensemos: dónde Dios me puso, en mi casa, familia, barrio, trabajo. Conocidos, amistades, etc., etc., ¿cómo puedo servir como lo hizo él? Pensemos. No es tan difícil. Tenemos en Jesús un ejemplo grande como un catedral.

Pero no todo era negativo. Equivocados sí, pero los discípulos tenían algo a su favor. En esto estaban en lo correcto: sabían que la victoria estaba del lado de Jesús. Nos es fácil criticar a los doce discípulos, pero no podemos olvidar que detrás de todo esto estaban la fe y la lealtad a Jesús. Pensemos en este tiempo de cuaresma: ¿Cómo es nuestra lealtad al Padre de Jesucristo?

La segunda cuestión: Jesús dice algo muy importante, ellos, los discípulos beberán el cáliz. El cáliz que tiene que beber Jesús es su martirio y muerte en la cruz. ¿Qué cáliz debieron beber los discípulos? Santiago fue el primero de los 12 que murió martirizado, tal como lo leemos en Hechos de los Apóstoles 12:2. No todos murieron así. Algunos, fueron como Juan. Muy posiblemente Juan murió de muerte natural cerca de los cien años en la ciudad de Éfeso.

Beber el cáliz de Jesús significa seguir a Jesús dónde quiera que Él nos lleve. Beber el cáliz es ser cómo Él lo fue, en cualquier situación que nos toque vivir. No existe un solo cáliz. Algunos tuvieron que beber el cáliz de un solo trago. Otros a lo largo de toda su vida. El tiempo de cuaresma es el tiempo en que nos ponemos a pensar: ¿Soy fiel a Jesús? ¿Cuál es mi cáliz? ¿Sigo a Dios en cualquier camino dónde Él me lleve?

Y una tercera cosa más. Tal vez la enseñanza más importante del texto. Este pasaje nos muestra la bondad de Jesús. Los discípulos no entienden las palabras de Jesús. Jesús no se enoja. No pierde la paciencia ante la testarudez de todos sus discípulos. Los guía a la verdad con amor. No duda en hablarse a cerca del sufrimiento y de la cruz aunque ellos tengan sus conceptos equivocados. Claro está, nosotros, tu y yo, estamos adjuntos en esta lista de personas testarudas. Tú y yo necesitamos que Jesús nos hable y nos aclare sobre su vida, su ministerio, su muerte y resurrección. El tiempo de cuaresma es, justamente, el tiempo en que Dios quiere enseñarnos a mirar su cruz y su victoria.

Dejemos que sea Jesús el que nos guíe, nos acompañe y, principalmente, nos enseñe en este tiempo de cuaresma.


Pastor Sergio Schmidt,
TEMPERLEY
Argentina
breschischmidt@ciudad.com.ar


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