Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el Domingo de Ramos, 20.3.2005
Texto según LET serie A: Mt 21, 1 – 11 por Sergio Schmidt
(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Título: ¡Ahí viene el rey!

Apreciados hermanos y hermanas:

Jesús se a cerca de Jerusalén. La gente se prepara. Jesús se sube a un burrito: ¡Todos salen a recibirle! Algunos ponen hojas de palmeras. Otros sus ropas. Todos gritan de alegría ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! En apariencia, todo es alegría.

Nos gusta pensar a Jesús feliz. Siempre me pregunté, y no por mera retórica: ¿qué estaba pensando Jesús en este momento? ¿Qué le pasaba por dentro? ¿Podemos dibujar a un Jesús feliz?

Las expectativas en derredor de Jesús eran muchas. Mucha gente estaba involucrada en este entusiasmo. Las expectativas son peligrosas. Cuando las expectativas no se cumplen, cuando las expectativas se transforman en frustración, el amor se transforma en odio. En ese sentido, las grandes expectativas son un bumerang.

Los discípulos estaban en la misma. Jesús, según nos cuentan los tres primeros evangelios, les dijo a sus discípulos que cuando Él llegue a la ciudad de Jerusalén tendrá que sufrir escarnio, azotes y por último la cruz; pero, al tercer día, resucitará. Tres veces Jesús se lo hubo explicado a sus discípulos. ¿Y ellos? ¡Ni noticia! Seguían con las mismas expectativas mesiánicas-políticas-terrenales! A medida que se acercaban a Jerusalén ellos discutían quién iba a tener el primer lugar como ministro.

La cruz no entraba en el miope esquema de los 12 discípulos. ¡Menos en el de la multitud! Por todo esto, podemos preguntarnos: ¿Qué debió sentir Jesús al entrar a Jerusalén? Antes de entrar en la ciudad, Jesús lloró por la gran incredulidad de aquella ciudad.

Al escribir estas palabras me acuerdo del himno del pastor Pablo Sosa cuando dice: “¡Hoy todos gritan hosanna!, ¿qué gritarán mañana?” Crucifícale!

Nosotros también tenemos expectativas. Muchas veces se cumplen. Otras no. Cuando no se cumplen nos frustramos. Muchas veces cuando nos sentimos frustrados, no actuamos mejor que la gente y los discípulos. No en todos los casos, pero sí en muchos, a la larga o a la corta, sale la pregunta: ¿Por qué Dios…? De ahí a la crítica al cielo hay un paso.

Un hombre(*) ya mayor, que era sumamente corto de vista, se consideraba un experto para evaluar obras de arte. Un día, él fue a visitar un museo con unos amigos. Él se había olvidado los anteojos y no podía ver con claridad las pinturas, lo que no le impedía expresar sus opiniones en forma terminante. Apenas entraron a la galería, empezó a criticar las diversas pinturas que veía en la exposición.

Deteniéndose delante de lo que consideraba un retrato de tamaño natural, empezó diciendo, "Ese marco no va con la pintura. El hombre se vé demasiado sencillo y está mal
vestido. Realmente fue un error que el artista seleccionara una persona así para su retrato".

El hombre seguía criticando y criticando, hasta que finalmente su esposa lo llevó a un lado y le dijo al oído, "Querido, estás frente a un espejo.

Pero la cosa es más profunda. El texto de Mateo nos cuenta que Jesús se preparó muy bien para ese encuentro con la gente. Lo fundamental era el burrito. ¿Por qué? Tenemos que irnos al Profeta Zacarías.

En Zacarías 9:9 está la profecía del Príncipe de Paz. Jesús es el Príncipe de Paz.

Jesús, con su entrada en Jerusalén, quiere enseñar cómo es el modo de proceder de Dios. Dios no es un Alejandro Magno, no es un Cesar. Dios no es prepotente. Dios tan sólo se propone.

La propuesta de Dios es la paz. Dios quiere construir su reino con la paz. Cualquier cosa que no está basada y construida con la paz, está destinada a su propia destrucción. Sólo aquello que está construido con la paz y el amor puede crecer.

A esto lo vemos en el camino de la cruz. Jesús abraza el dolor para que no haya más dolor. Jesús muere en la cruz para que ya no haya más muerte. Jesús resucita para que la vida sea plena y eterna. Así procede Jesús. Así, actúa Dios.

Esto fue lo que la multitud, los discípulos tuvieron que entender. Ahora lo tenemos que hacer nosotros

Pastor Sergio Schmidt
breschischmidt@ciudad.com.ar
Buenos Aires

(*) La historia está sacada de la Red de Amigos Cristianos.


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