Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el Viernes Santo. Fecha: 25 de marzo de 2005
Texto según LET serie A : Juan 19, 16 - 30 por Germán López Cortacans

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Hoy estamos reunidos para recordar ,una vez más, la pasión y muerte de Jesús en la cruz. Quizá lo más conveniente sería guardar silencio y dejar que la lectura del relato de la pasión impregnase nuestro espíritu y nos invitase al recogimiento y a la oración silenciosa. Pero hoy estamos reunidos para recordar la pasión y muerte de Jesús desde el agradecimiento y el recuerdo comprometido.

Hacemos memoria y recuerdo de aquellos hechos no por una motivación morbosa, todo lo contrario, nos hiere nuestra sensibilidad al leer estos relatos que describen la violencia desmedida que sufrió Jesús. En esta perícopa, Juan nos describe la memoria passionis que arranca del final de la vida de Jesús de Nazaret, final que es consecuencia de su manera de vivir, de posicionarse radicalmente con los “más pequeños” y de vivir su relación con el Padre que es percibido como Abba, como Dios cercano y accesible.

En los evangelios se nos describe como Jesús desenmascaró y criticó los métodos de los poderosos como contrarios a la voluntad de Dios para su pueblo. La reacción de los poderes religiosos y políticos indica claramente que no entendieron la opción liberadora de Jesús. Lo vieron como una amenaza para ellos y sus estructuras, por ello trataron de destruirlo. Jesús como Mesías se negó a ejercer el poder regio, su actuación fue la del siervo y se caracterizó por un amor sacrificial de entrega voluntaria de sí mismo.

Por todo ello, Jesús por su manera de vivir el Reino de Dios, desestabiliza las falsas seguridades y garantías de “la ley” y “el templo”, exponiendo su propia vida hasta el final al servicio de los sin salida. En este Viernes Santo la iglesia tiene que ser una comunidad de memoria. No podemos diluir el mensaje de Jesús y el significado de su muerte. Urge recuperar y recordar que por su muerte en la cruz, es posible vivir la vida como regalo, como don e invitación a la alegría evangélica. Este recuerdo nos ayuda a vivir de otro modo diferente, a reconocer que todo es don del Dios de la Gracia; y cuando reconocemos esta gratuidad, crecemos en libertad y en amor.

Pero hoy queremos recordar aquel acontecimiento con toda su densidad y hondura, porque al recordar el significado de la pasión y muerte de Jesús, exigen de nosotros un claro posicionamiento de nuestro compromiso y seguimiento de Jesús.

En esta mañana el relato de la pasión nos interpela como iglesia a reflexionar sobre nuestra manera de vivir ,es decir, de que formas estamos y somos en la sociedad donde vivimos: ¿qué valores sustentan nuestras vidas?, ¿de qué formas hacemos ,por la acción del Espíritu, visible el Reino de Dios en nuestros contextos sociales? Las respuestas a estas preguntas determinaran nuestra fidelidad y compromiso con el Dios de la Vida y nuestro entendimiento del significado de la muerte de Jesús en la cruz.

La lectura del texto bíblico, nos invita hoy como comunidad de cristianos y cristianas a vivir como Jesús, por tanto nuestro seguimiento de Jesús pasa por ser discípulos y discípulas consecuentes que están dispuestos a vivir la vida cristianas hasta sus últimas consecuencias. Hombres y mujeres comprometidos con el evangelio del Reino, que están dispuestos a llevar la cruz.

El relato de la pasión según san Juan coincide en gran parte con los sinópticos, pero hay diferencias muy claras. La característica especial que subraya Juan es el punto de vista teológico desde el que enfoca todo el evangelio: la muerte de Jesús en la cruz como la culminación de la obra salvífica. El evangelista en el v. 29, menciona las ultimas palabras de Jesús en la cruz: “consumado es”. En esta frase tan breve, Jesús nos indica que a partir de ese momento histórico, ya no son necesarios más sacrificios y mediaciones para acceder al Padre. A partir de ese momento, la reconciliación de los hombres y mujeres con el Dios de la Vida es posible y real. A partir de este momento, el otro que es percibido como enemigo puede ya ser percibido como hermano y compañero de camino.

La cruz nos indica nuestro seguimiento radical de Jesús de Nazaret. La cruz nos invita ,como nos recuerda Bonhoeffer, a vivir la experiencia de la Gracia cara en todas las dimensiones de nuestra vida, tanto personal como comunitaria. Vivir la Gracia cara, es reconocer el alto precio que pagó Jesús en la cruz para reconciliarnos con el Padre de misericordia y ternura. Hoy estamos convocados a contemplar la cruz. Desde las percepciones de este mundo, el final de la vida de Jesús es un fracaso . Pero lo que es derrota y pérdida , para Dios es victoria. La horrible cruz se convierte en un instrumento de triunfo porque nos señala el camino del seguimiento a Jesús.

El Viernes Santo nos recuerda la pasión y muerte de Jesús. Pero a la tristeza del Viernes Santo, le precede la Alegría del Domingo de Resurrección. Es desde la experiencia única de la resurrección de Jesús que su pasión y muerte tiene un significado vivificante para nosotros. Qué la auténtica alegría evangélica inunde nuestros corazones y pensamientos en este día de Viernes Santo. Amén

Germán López Cortacans
Iglesia del Salvador
Reus, España
gcortacans@mixmail.com

 

 


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