Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 4° Domingo de Pascua, Fecha: 17. 04. 05
Texto según LET serie A : Jn 10, 1-10 por Sergio Schmidt, Temperley, Argentinia

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Título: ¿Otra vez el buen pastor?

Apreciada comunidad:

¿Otra vez la figura del buen pastor? ¿No es una figura archi-conocida? ¿Otro sermón más con la figura del buen pastor? ¿No hemos escuchado ya suficiente sobre la figura del buen pastor?

Es cierto. Una de las primeras figuras más caras para el cristianismo fue la de Jesús llevando en sus hombros a un corderito. ¿Quién de nosotros no tiene un cuadro, un libro con un dibujo así? Y desde el Siglo I la cosa es así.

La figura del buen pastor es archi-conocida, es cierto. Pero, pregunto: ¿lo es su contexto? ¿Conocemos tan de memoria este pasaje de Juan? Se me dirá que la frase. “yo soy el buen pastor” es hiper-recontra-conocida.

Claro, sí lo es; y bien, diría: todo esto es lo que meramente conocemos.

¿Por qué digo esto? Porque lo más errado es “ya dar por sentado” que lo sabemos todo respecto a este pasaje. Algo similar sucede en el matrimonio. La cosa se complica cuando comenzamos a sentir que conocemos taaaaaaaaaaaaaanto a nuestra/o esposa/o… que no lo escuchamos más! La mayoría de las veces, no tenemos ni idea de lo que lo que le pasa a nuestra pareja. Y es nuestra propia culpa, porque somos nosotros los que hemos optado por “desconectar” nuestro oído.

Lo mismo. Exactamente lo mismo pasa con este pasaje. No lo conocemos tanto como pretendemos. Fíjense: ni los primeros oyentes que escucharon por primera vez estas palabras las entendieron (Cf. Ev.Jn 10:6) ¿Lo vamos a saber mejor nosotros acordándonos solamente de una sola frase de todo el capítulo?

Cuando pensamos en la imagen de Jesús como el buen pastor, nos gusta imaginar a las ovejitas pastando tranquilas en verdes pastos, con un arroyito de aguas frescas. Nos acordamos del Rey David, su arpa cantando el salmo 23. Si imaginamos a un David perfecto como el famoso de la ciudad de Firence, tanto mejor. Todas estás imágenes serán muy lindas, románticas y todo lo que ustedes quieran, pero si nos quedamos simplemente –meramente- con esta imagen, desvirtuamos las palabras de Jesús.

¿Por qué digo esto? Porque nunca pensamos que ésta imagen encierra una acusación. Cuando tomamos en consideración este elemento, entonces, dejamos el romanticismo de lado y comienza a aparecer el elemento polémico del pasaje.

En muchos pasajes del Antiguo Testamento, los pastores son los dirigentes del pueblo que deben conducir al pueblo. Fíjense, por ejemplo pasajes como Jeremías 23:1-4, Ezequiel 34:2. Se acusa a los pastores de cumplir mal su función.

¿Quién es el asalariado? ¿Quién es el ladrón que viene para robar, matar y destruir? La imagen de ladrón y saltador se contrapone con la del buen pastor. Es “el” ladrón y saltador, por un lado; Y “el” buen pastor por otro. Si no podemos entender esto, tampoco podemos entender la misión que asume Jesús como propia.

En el texto de Ev.Jn 10 es clarísima la acusación grave que hace Jesús. Para interpretar correctamente a todo el contexto de Ev.Jn 10, debemos tener en cuenta el capítulo 9. A esto lo podemos ver cuando vemos que los versículos 10:19-21 corresponden al final del capítulo 9: ¡Este es el contexto en que debe interpretarse las palabras de Jesús!

Son los dirigentes del pueblo, los fariseos & Co. los que no creen en Jesús. Jesús en el capítulo 9 da la vista a un ciego de nacimiento. El ex-ciego llega al convencimiento por la fe que Jesús es el Mesías. Los fariseos, que siempre se asumieron como los que “siempre podían ver”, en verdad son ciegos espirituales.

Justamente por eso los versículos 10:19-20 retoman el tema del milagro del capítulo 9. Es por eso que Jesús es la puerta por la que las ovejas pueden entrar al redil. En este sentido todo este pasaje es muy actual.

En los tiempos que corren, tiempos post-modernos se me dice, todo es relativo. Se me dice, la verdad es relativa. ¿Y el Evangelio es relativo? A veces siento que el evangelio es cómo una jarra de jugo concentrado al cual cada uno lo diluye al “gusto y piaccere” del consumidor. Tal vez por eso veo tantos mensajes “aguachentos”. Diluimos tanto al Evangelio que pierde su esencia.

Concretamente, en muchas predicaciones cristianas parecería que se ha cambiado “Evangelio” por “Antropología”. Hoy los saltadores, ladrones y robares son los que realizan este lamentable trueque.

Después nos preguntamos con asombro el porqué de los bancos vacíos en las iglesias.

La esencia del cristianismo es Jesucristo, su muerte en la cruz y su resurrección. Si todo es relativo, la primera cosa que debo relativisar es al relativismo mismo. Jesús no era relativista. El dejó bien en claro que Él era Dios. La iglesia dejó bien en claro que la primera predicación cristiana fue el hecho de comunicar la gran sorpresa: ¡Jesús Resucitó!

Si todo es relativo, si las grandes bases del cristianismo se pierden en la nebulosa, no me sorprende que estemos dónde estamos cómo iglesia.

Jesús es el buen pastor, él, su persona. El redil, lo conforman el conjunto de ovejas que escuchan la voz del pastor. Las ovejas conocen al pastor. El pastor les da vida, y vida en abundancia. Es cierto que, por medio de la fe en éste Gran Pastor, esta vida en abundancia comienza aquí en la tierra. Es cierto que la fe no es meramente un pasaporte al cielo, pero no confundamos al Reino de Dios con un sistema político concreto terrenal. ¡No me hagan pasar gato por liebre!

En este sentido las crisis de fe existentes en las iglesias y de la que a nadie les gusta hablar, quedan “disimuladas” en el ropaje “antropológico”, “psicológico”, “social-comprometido”

Para el protestante es la Palabra de Dios la que juzga a la Iglesia. La regla, la medida, con la que debemos compararnos nosotros los cristianos es, justamente, el Evangelio de Jesucristo. Es Jesucristo, el Señor de la historia quién debe separar el pan rallado del chicharrón.

En fin de cuentas:

“El historiador sólo ve el lado doloroso de Jesús. ¿Hay que lamentarlo? ¿No conviene más bien confesar que sometemos a Dios a nuestras categorías de poder y eficacia, como si el criterio último de verdad se encontrara en nuestra sabiduría personal y no en el abismo de aquel a quién nadie vio nunca?/…/ Dios ya no se revela en el Sinaí, ni siquiera en el monte Orbe; cuando lo hace, lo hace en silencio. De una vez por todas, tomó forma humana en Jesús, y en esa forma desapareció. Resucitó a los ojos de la fe/…/ y, sin embargo, la muerte sigue acechando sin piedad. Y Dios sigue callado. Los rostros de los seres queridos han desaparecido; también yo desapareceré un día de la vista de mis amigos. Pero sé en quién he puesto mi confianza. No voy, pues, a responder con un frío silencio al silencio de Dios: el Espíritu me ha hecho pronunciar: ‘ ¡ABBA, tú eres Dios! Tú eres amor, más fuerte que la muerte’ “(*)

Sergio A. Schmidt
Congregación Argentino Germana Bs. As. Sudoeste
breschischmidt
@ ciudad.com.ar

X. León Dufour, Jesús y Pablo, Ed. Cristiandad (Madrid, 1979) pág. 280. el subrayado es nuestro.


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