Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 12º Domingo de Pentecostés, 7-8-2005
Texto: según LET serie A: Mt 14, 22 - 33 - Por: Filipe Lobo Arranz
(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Pedro ahogado por la súper fe

En el nombre del Padre quién se nos manifestó por la Palabra del Hijo, por medio del auxilio del Espíritu…

Queridos hermanos y hermanas, amigos y amigas,

Preparando el sermón de hoy me acordaba del epitafio que una amante y paciente esposa le dedicaba a su marido, recientemente fallecido:

“Cariño, te dije que no comieras tanto…”: Tu amante esposa.

Algunos se preguntarán ¿qué tiene que ver esto con el texto de hoy? Y tengo que decirles que tiene bastante que ver, pues la historia cuenta que a Pedro casi lo mata una sobredosis de súper fe, a pesar de las enseñanzas recibidas por el mismo Señor.

La perícopa bíblica de Mateo 14 nos relata la historia de un Jesús, que cansado de un intenso día de predicación, necesita tiempo a solas para recuperarse en oración y meditación en comunión con su Padre, en medio de la saludable naturaleza; sintiendo esta como una necesidad, envía a sus discípulos delante de él, quienes parten en una barca por el Lago de Galilea hasta el lugar en el que habían acordado. Jesús tarda y ellos navegan en medio de la noche, hasta su regreso andando sobre las aguas. La respuesta de ellos no se hace esperar: -Pánico- pensando que pudiera ser algo peligroso como uno de los grandes monstruos de las leyendas de pescadores, que venía a atacarles. Empiezan a asustarse, hasta que la calma y amorosa voz de Cristo les habla, pero Pedro, incrédulo de lo que pasaba, y desafiante con su exceso de confianza irracional, reta a Cristo a que le permita hacer lo mismo que él para que les demostrara que era quien decía ser. Así, Pedro da uno…, dos…, tres… pasos pero al final se hunde y casi se ahoga en el acto, de no haber sido rescatado, claro está, por el Señor y sus compañeros de barco.

La enseñanza que parece que se deriva de esto es que Pedro se hundió en el agua, otro naufragio más en su vida, porque no tenía la suficiente fe… pero Jesús nos esta diciendo otra cosa muy distinta. Creer eso no solo evidencia una fe infantil, inmadura, sino una fe fácil, poco profunda y poco sedimentada.

Jesús no esta diciendo que se hundiera por no tener fe, sino por no haber creído a la palabra de Cristo, fe en Cristo mismo y a la realidad de que era él y no ninguno de los fantasmas de la vida. Era Jesucristo, no tendría que dudar de que Él pudiera hacerlo. Puso en duda la posibilidad de que Dios pudiera actuar de forma sobrenatural en un momento concreto y por querer ser como Dios, pecado humano, que nos resistimos a confesar y menos a corregir, a pesar del paso de la historia y de nuestros continuos fracasos en conseguirlo.

La centralidad del mensaje reposa y reside en Cristo como Dios y no en Pedro como hombre de fe. Este pasaje parece no haberse comprendido o se ha mal enfocado por siglos en la fe cristiana popular, haciendo el énfasis en las posibilidades del hombre más que en las posibilidades del actuar de Dios en medio de nuestros pequeños y grandes debacles. Mateo nos esta presentando a un Cristo Divino, nos recuerda que Jesús es el Hijo de Dios, adelantando con su andar sobre las aguas del lago, la visión del Cristo resucitado que camina y vive por encima de las circunstancias y limitaciones de la vida para estar con su pueblo.

Los coros de espectadores del milagro parecen gritar desde fuera: ¡La gloria es de Dios y no del hombre, querido Pedro!

Es curioso señalar, la importancia de la visión que sobre la vida comunitaria nos recuerda Mateo, quien bebe de las fuentes del Evangelista Marcos, demostrado esto por su especial atención a la influencia de Pedro en el seno de la vida de los discípulos, en los escritos de los Evangelios, entre otras cosas que no es tiempo de señalar ahora.

La comunidad que frente al posible desastre actúa, previendo la forma de actuar de los futuros cristianos en semejantes circunstancias, como nosotros hoy en día, mirando a Cristo, contemplando al Cristo que ha vencido y anda sobre los hombres y sobre las aguas, el Señor de la naturaleza quien domina y libera con su capacidad divina a los que le invocan.

La comunidad se fundamenta en la fe en Cristo, centro y fundamento único de nuestra fe, irrenunciable, intransferible, indispensable, sin la cual no hay salvación ni vida auténtica plena, sin la cual no hay comprensión sobre las cosas que ocurren en nuestra vida. No me salva mi fe propia, no me libra de los peligros y miedos de la vida mis devociones vacías de Dios, ni mis obras que agrandan nuestros egos; nos rescata y recupera, la FE EN CRISTO.

Mateo subraya en el texto evangélico que sería el Hijo de Dios el que fuera a cruz por nosotros y que resucitaría por nosotros, el debiera ser el objeto único y último de nuestra fe.

Nuestro alegato como cristianos es recordar que Cristo es el centro de nuestra historia, la barca se mueve, los cristianos en comunidad nos ponemos nerviosos, algunos desean salir del barco nadando, otros mandan tranquilidad, pero no es una leyenda de algún dios o semi-dios oriental quien anda sobre el mar, no es un leviatán, ni ningún monstruo acuático, sino el mismo Hijo de Dios que de forma extraña, irrumpe en nuestra vida personal y comunitaria, cuando todo parece acabarse, toda ayuda y opción de salida a los problemas graves o menos graves de nuestra existencia. No olvidemos que nuestros problemas, siempre estarán con nosotros, pero también el Hijo.

Entonces, ¿a qué viene la observación que hacíamos al principio? ¿Qué problema hay con la súper fe?

Algunos cristianos parecen que solucionan todo fracaso con atribuir la desgracia a otras personas, o al mismo Diablo, pero sobre todo se subraya a una falta de fe, en lo que se supone, ‘en ellos mismos’. Son capaces, incluso, de medir hasta qué punto o nivel esta la fe de alguien. Si se da la medida, y haces cosas sobrenaturales, como Cristo lo hizo- señalan- entonces eres digno del amor de Dios, te escucha y te privilegia por encima de los demás cristianos y del mundo entero. Si no es así eres un cristiano mediocre, falso, y culpable de no ser mejor. Por tanto ni tu acción ni tu persona tienen mucho valor en la vida ni en la comunidad. Una fe infantil que pretende pedirlo todo, conseguirlo todo, manipulando con palabrería a Dios, como quien echa un par de monedas en la máquina y sale una bebida. Hemos de preguntarnos: ¿semejante cristianismo desea tener una relación con Dios o intenta rentabilizarlo de forma mercantilista? ¿Desea escuchar lo que Dios desea o deseamos decirle a Dios lo que tiene que hacer? ¿Vemos a Dios como una persona libre de decidir o vemos a Dios como un objeto disponible, exacto, perfecto en todo momento, un ‘Dios esclavo’ de nuestros caprichos y voluntades, que usamos en un altar casero o interno y que cerramos o apagamos cuando no nos interesa? Cristo es el Dios vivo, que se mueve por encima de nuestras posibilidades y comprensiones, aun a pesar nuestro.

Querer ser como el Hijo de Dios es algo noble, pretender serlo es una locura que hace rozar la neurosis y la enfermedad mental. Es por eso que el alegato y la reflexión que hoy hacemos en torno a este pasaje bíblico, archiconocido, multitud de veces proclamado, tiene un tinte de crítica constructiva y realista acerca de los peligros que entraña, la fe que intenta competir con la voluntad de Dios, por medio de nuestros pequeños chantajes al Cristo vivo, al que anda sobre las aguas.

Ante esto, el texto ha de llevarnos a los pies del Maestro para confesar que Él es objetivo de nuestra fe, el objeto de nuestro amor y devoción, pero nunca el deseo de ponernos a su altura divina, pues somos meros seres humanos, que siempre le necesitaremos. Somos cristianos, porque somos unos que pertenecen a Cristo, lo somos por la gracia que recibimos, por la confianza que depositamos en Él, por escuchar y creer al mensaje de quien nos viene en la vida, casi siempre caminando, de forma imprevisible, por las aguas, ante nuestra incomprensión y a veces miedos por los azotes de las duras aguas de la existencia por las que estamos obligados, como vivientes en experimentar.

Si te has caído al agua, Dios y la comunidad cristiana, la Iglesia, te ayudarán a salir, si dudas de tu fe porque no puedes hacer lo que deseaba Pedro, destacar en medio de los demás por un exceso de fe, malentendida, solo mira a Cristo y cree en el, admíralo, contémplalo y síguelo con las fuerzas que te queden y que Dios te de. Jesucristo nunca se ausenta de la vida de su pueblo,. Permanece presente, en nuestra barca, una barca que nos llevará hacia donde el desee y no donde los vientos soplen, mientras tanto y hasta que lleguemos al puerto siguiente con Él, sigamos remando con paciencia, en la quietud y la meditación en nuestra mente acerca de las cosas que hemos visto y oído de Él mismo, esa será la mayor de nuestras glorias.

Cuando él camina, caminamos también nosotros,
Cuando él llega, hemos llegado nosotros,
Cuando él gana, hemos ganado nosotros,
Cuando él brilla, brillamos con él nosotros,
Cuando él se manifieste, nosotros seremos manifestados,
Cuando él se hace grande, nosotros nos hacemos grandes con él,
Seguimos tus sendas Hijo de Dios, y solo deseamos reconocer que tuyo es
Todo honor, todo imperio, toda honra y toda gloria,
Hoy y por todos los siglos.
No necesitamos ver o experimentar para reconocerte. Tú eres el objeto de nuestra fe.

Amén.

Felipe Lobo Arranz
Granada- España
loboarranz@ya.com


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