Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 16° Domingo de Pentecostés. Fecha: 04 de septiembre de 2005
Texto según LET serie A : Mateo 18, 15 – 20 por Rodolfo R. Reinich
(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Lecturas: Salmo 119, 33-40; Ezequiel 33, 7-11; Romanos 13, 8-14;

¡Una comunidad fraterna incluyente!

La convivencia de las personas en la sociedad es difícil, y muchas veces se producen conflictos serios también en la vida de la comunidad de la iglesia.

El mismo día del sepelio de su mamá, después del culto de despedida, los hijos se pelean por la herencia, llegando hasta la mutua agresión física entre hermanos. El pastor, escandalizado por la actitud de estos miembros de su parroquia, se pregunta qué debe hacer frente a este lío. ¿Debe intervenir o mantenerse al margen de esa cuestión familiar?

Un conflicto, por razones fundadas o no, entre un yerno y su suegra, madre de la esposa incurablemente enferma. La situación se va agravando, a pesar de muchos diálogos mantenidos, también con participación pastoral, va tomando características totalmente irreconciliables hasta con infructuosas intervenciones judiciales. Una de las consecuencias es que la abuela (y otros familiares) ya no pueden mantener un contacto libre, salvo en determinadas ocasiones y por muy breve tiempo, con sus nietos y nietas. Ambas familias son miembros de una comunidad evangélica.

¿Qué actitud deben tomar los responsables de la congregación frente a esta situación?

Jesús tiene un camino y espera que sus discípulos intervengan activamente para tratar de componer la situación, porque en la comunidad cada uno tiene su responsabilidad. “Ve y repréndelo estando tú y él solos;” (v. 15).

En una primera instancia, Jesús propone mantener conversaciones personales, cara a cara. El propósito es el de no exponer públicamente a la persona que se ha hecho culpable, sino protegerla, dejándole una puerta abierta y facilitándole un posible retorno, para no terminar expulsándola.

Recuerdo que nuestro profesor de teología práctica, Anders Ruth, un pastor sueco de risa fácil, nos hablaba de la importancia de la preparación previa para una visita y “conversación pastoral” con una persona enferma o en una en situación de conflicto. Sin dudas, una persona que ha estado reunida en oración con dos o tres hermanos encontrará el mejor tomo mediador para ganar a la persona equivocada y restablecer la comunión.

En el caso que la persona afectada no comprenda, ni tenga la menor disposición para escuchar y cambiar, la conversación debe ser buscada y continuada en un pequeño círculo hermanos/as.

En este sentido y basándonos en el hecho que Jesús envía a sus discípulos de dos en dos (Mc. 6,7) , hemos realizado con un colega la experiencia de efectuar juntos las visitas dónde sabíamos que el encuentro y el diálogo con determinadas personas sería muy difícil.

Esto nos permitió evitar visiones parciales y malentendidos. Es sabio estar acompañado por uno o dos testigos imparciales para poder mantener una actitud objetiva con el propósito de recuperar al/a hermano/a en conflicto. Por otra parte, el hecho de llamar la atención a alguien ante la presencia de otra persona muestra la seriedad del problema y la preocupación por el mismo.

Así también al hacerle saber que estas dos o tres hermanos/as han estado orando por él/la le mostrará la amorosa presencia de Jesús en ese encuentro. Esto puede facilitar un cambio de actitud a favor de una eventual reconciliación..

Recién cuando los intentos de acción confidencial fracasen ante la testarudez de la persona culpable es necesario presentar el caso ante toda la comunidad. Esto debiera ser siempre con el espíritu de Jesús que busca rescatar a lo perdido.

La exclusión debe ser siempre la última instancia y siempre en el orden establecido por Jesús y también con una actitud comunitaria de hacer todo lo posible por lograr la reconciliación.

Pero, como la gracia de Dios no es gracia barata, llega un punto donde la comunión espiritual llega a un límite y debe ser cortada para sanidad de la comunidad.

Sin embargo, para Jesús todavía existen nuevas oportunidades.

Las personas “tenidas por gentiles y publícanas” (v. 17) siguen siendo objeto del amor de Cristo y sujetos del desafío de la misión de Dios a través de la comunidad de cristianos para que cambie y nadie se pierda.

En la Asamblea de una Congregación la mayoría de los miembros tomó la decisión de excluir a un hermano porque estaba divulgando infundíos y falso testimonio contra otros miembros de la comunidad, causando malestar y división en la misma. En su decisión la Asamblea dejó abierta la posibilidad de su reincorporación en una próxima asamblea cuando él hermano reconociera su error. Este hombre lo hizo y pidió públicas disculpas, hecho por el cual fue perdonado y reincorporado a la comunidad. De este modo el problema quedó debidamente resuelto.

Por otra parte, el Evangelio nos enseña: hay personas que pierden la oportunidad que Dios les ofrece por falta de arrepentimiento. En este sentido nos parece difícil que en el ejemplo los entregadores y asesinos de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet (cuyos restos como NN., devueltos por el Océano Atlántico, víctimas de los vuelos de la muerte de la dictadura militar, que después de 28 años fueron encontrados hace pocas semanas en un cementerio de nuestro país), porque lo que no se pueda desatar en la tierra también quedará atado en el cielo. (v. 18).

La actitud y la metodología propuesta por Jesús, y practicada por los cristianos en forma sincera y consecuente, podría llegar a ser un testimonio y una contribución para la reconciliación y la paz verdadeara también de la sociedad toda. Amén

Rodolfo Roberto Reinich,
Pastor de la IERP en Buenos Aires, Argentina.
reinich@ciudad.com.ar

 

 


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