Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 17° Domingo de Pentecostés. Fecha: 11 de septiembre de 2005
Texto según LET serie A: Mateo 18, 21 - 35 por David Manzanas
(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


  PUEDE SER DE OTRA MANERA

Los hechos

Martes 11 de septiembre de 2001. A las 14’30 h estaba en la cocina de mi casa, preparándome para fregar los platos de la comida. Como era (y sigue siendo) mi costumbre, escuchaba la radio que a esa hora emitía, como cada día, el informativo principal. La noticia estrella era la implicación de sectores de la Iglesia Católica española en el escándalo GESCARTERA, la trama financiera que evaporó más de 18.000 millones de las antiguas pesetas (110 millones de los actuales euros o 135 millones de dólares norteamericanos al cambio actual). Unos minutos después de las 14’45 (hora española) el locutor comunicaba que un gravísimo accidente se había producido en el barrio neoyorquino de Manhattan, y que al parecer un avión comercial se había estrellado contra una de la Torres Gemelas, haciendo constantes referencias a lo que podía verse por televisión. Encendí el aparato de TV, todas las cadenas presentaban sus informativos de medio día y todos habían conectado con la CNN para emitir las imágenes de lo que, hasta ese momento, todos calificaban de accidente. A las 15 h., junto a mi esposa y mi hijo mayor, vi en directo cómo un segundo avión impactaba contra la otra Torre. No soy muy ducho en matemáticas (como decimos aquí, “soy de letras”) pero no hacía falta ser un experto para saber que las probabilidades de que ocurrieran dos accidentes aéreos el mismo día, en la misma ciudad, más concretamente en la misma manzana de edificios, con una diferencia de apenas 15 minutos entre uno y otro, eran prácticamente nulas. Supe, como muchos, como casi todos los testigos de aquella barbarie, que las cosas iban a cambiar, que nuestra visión del mundo no sería ya igual.

Los derechos

A ese día siguieron otros. Y las primeras informaciones se matizaban, se daban nuevos datos, se leían las listas de los pasajeros de los cuatro aviones utilizados en la masacre, se publicaban las valoraciones económicas de las torres derribadas, de los negocios temporalmente, o definitivamente, interrumpidos. Y aparecieron los nombres y las caras de los primeros identificados como responsables. Y las razones, los motivos, los “porqués”. Siempre hay alguien que encuentra razones para extender la rabia, el odio, la muerte, y siempre hay quien está dispuesto a validar esas razones, a aceptar su lógica, a entrar en ese demoníaco juego. Para unos se trataba de una nueva manera de ejercer el derecho de llevar al mundo occidental, atacando a su corazón financiero, los horrores de las guerras que se vivían en otras partes del mundo. El dolor por los miles de muertos no podía cegarnos a la realidad de que desde esas Torres Gemelas muchas empresas hacían grandes negocios a costa de las guerras y de la pobreza que se vivía en muchas partes de Asía, de África, de Latinoamérica. Otros, llenos de rabia por los muertos propios y los propios dólares perdidos, invocaron su derecho a defenderse con cualquier método, por cualquier medio, en cualquier lugar. Y se puso en marcha la maquinaria de las justificaciones. Es increíble con qué facilidad el ser humano es capaz de encontrar razones que justifiquen sus propias decisiones. Y más increíble aún es la habilidad para fundar esas razones en el derecho. “Tengo derecho a atacar a mi enemigo”“Tengo derecho a defenderme de mis atacantes”

Y así, apelando al derecho como razón última, una vez más se intentó solucionar el conflicto mediante la eliminación del contrincante. Nada nuevo. Ya lo intentó Caín, ya lo intentaron los hermanos de José. En España hay un refrán, o dicho popular, que afirma “muerto el perro, se acabó la rabia”. Pero no es verdad, otro perro ocupa su lugar… yo soy el perro para el otro.

Las consecuencias

Cuatro años han pasado desde aquel fatídico 11S. Y, efectivamente, las cosas han cambiado mucho. Desde entonces aquí se han sucedido nuevos atentados indiscriminados (Indonesia, Marruecos, Egipto, Madrid, Londres) y dos invasiones como respuesta (Afganistán e Irak). La respuesta a los ataques fueron (y son) nuevos ataques, que a su vez generan más y más respuestas. El terrorismo no ha sido erradicado, dos nuevas guerras con participación internacional están en marcha, los muertos siguen sumándose día a día, y la espiral del miedo y la inseguridad sigue avanzando hasta rozar los límites de la cordura. El último ejemplo lo vimos en un puente sobre el río Tigris en la ciudad de Bagdad, cuando la sospecha de que podía haber entre la multitud un terrorista suicida provocó una avalancha de gente que causó la muerte de más de 1.100 personas. ¡Que razón tenía Gandhi cuando dijo “Ojo por ojo, y el mundo se quedará ciego” !

Y el humo de los conflictos sigue subiendo, el aire se hace más irrespirable, a todas partes llega su olor.

La alternativa

¿No hay escapatoria? ¿Nada podrá detener este humo negro de la amargura y de las represalias encadenadas? Pues si seguimos el camino que hasta ahora hemos tomado la respuesta es un NO rotundo y claro. Solamente un cambio radical de pensamiento, un cambio radical de actuación, podrá cambiar el curso de esta historia. Es el ruego de Romanos 12:1-2.

En Génesis se relata el final de la rocambolesca historia de José. Según el esquema de acción-reacción José tendría el “derecho” de tomar las vidas de sus hermanos y cobrar venganza. Nadie podría reprochárselo, habría hecho lo justo ante los ojos de los hombres: “quien la hace, la paga”. Pero José encontró otra alternativa: restableció la relación con sus hermanos, y les hizo a ellos partícipes de su bienestar.

Queridos hermanos, el Evangelio es Buena Noticia. ¿No nos sorprende? Y la Buena Noticia para hoy, para este día de recuerdos, de homenajes y de reafirmaciones es que HAY UNA ALTERNATIVA. Dios siempre está ahí sorprendiéndonos con una alternativa. Cuando todos nuestros caminos se agotan, Dios sigue mostrándonos su “otra manera” para decirnos «las cosas no tienen por qué ser así, pueden ser diferentes. No tienen por qué ser oscuras y germinadas por el odio, pueden ser luminosas y germen de esperanza. PUEDE SER DE OTRA MANERA» Sólo es necesario el cambio radical de pensamiento, el cambio radical de actuación. Nada más que eso, pero tan poco nada menos.

De esa alternativa nos habla la parábola de hoy, tiempo que nos avisa de las terribles consecuencias de desecharla. Nos propone un cambio de mirada para ver que la historia puede ser otra. En primer lugar propone que ante el agravio y la agresión se reemplace el sentimiento de hostilidad y cólera por el de misericordia. Y en segundo lugar, y sobre esa base, restablecer la relación rota, y al que era mi enemigo hacerle participe de mi presente y de mi futuro. Esto exige coraje, no son pasos que se puedan dar a la ligera, exige una decisión consciente de romper con las otras alternativas que teníamos presentes.

--Vale, vale, pastor, dejemos de soñar y volvamos a la realidad. Y la realidad es que están muy bien los buenos sentimientos, el poner la otra mejilla, el dar de beber y de comer al enemigo, pero que así lo único que conseguimos es el sometimiento a los violentos, a los agresores, a los que no tienen conciencia.

 ¿Veis cómo hace falta un cambio de pensamiento? No basta con probar, y a ver qué ocurre. Cuando Dios nos ofrece su alternativa, cuando Él nos dice que las cosas pueden ser diferentes, está pidiéndonos un salto a la confianza, está demandándonos nuestra total entrega, sin ambigüedades, sin medias tintas. Pedro, el apóstol impulsivo (y quizás el más sincero de todos) preguntó a Jesús cual era el límite razonable para el perdón. La respuesta fue que no hay límite, es un camino que se recorre hasta la reconciliación.

Y claro que hay que aceptar el riesgo de no ser entendido, o que nuestra actitud sea interpretada como una claudicación. Pero eso mismo es lo que Dios hace constantemente con nosotros y nos lo mostró plenamente en Jesús. Esa es la gran lección de la Salvación.

¡Adelante, pues!

Mientras en nuestra mente siga presente la duda acerca de esta alternativa que Dios nos muestra, seguirá vigente en nuestras vidas y en la del mundo la realidad de la hostilidad, de la cólera, de la rabia no contenida. Y ante el mal responderemos con un mal mayor. Mientras en nuestro pensamiento dejemos cabida a la idea de que la alternativa de Dios es para los “perfectos y los ángeles” pero no para este mundo, seguirá vigente en nuestras vidas y en la del mundo la ley del miedo y el terror, y nos haremos partícipes de ello. Pero por el contrario, si abrimos un hueco para la “utopía” de Dios, para el sueño de Dios, y le dejamos que trasforme nuestro pensamiento, comenzará a germinar en nuestras vidas y en la del mundo una nueva realidad: la del Reino de Dios.

¡Adelante, pues! no nos conformemos con lo que tenemos como si no hubiera otra alternativa. La hay, aunque parezca imposible. Así que… “seamos realistas, pidamos lo imposible”, así alcanzaremos lo que es posible; pero hagamos lo posible, aunque sea un pequeño gesto, un pequeño movimiento, así será nuestra manera de acercar lo imposible.

Que Dios nos dé fuerzas para hacerlo así y nos acompañe en este camino.

David Manzanas
Pastor de la IEE en Alicante y Valencia (España)
alcpastor@iee-levante.org

 

 

 


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