Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el 23° Domingo de Pentecostés. Fecha: 23 de octubre de 2005
Texto según LET serie A: Mateo 22, 34 - 40 por Felipe Lobo Arranz

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Texto:

“Los fariseos se reunieron al saber que Jesús había hecho callar a los saduceos. Uno de ellos, que era maestro de la ley, para tenderle una trampa: ‘Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?’ Jesús le dijo:- ‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Y el segundo es parecido a este. Ama a tu prójimo, como a ti mismo. Estos mandamientos comprenden toda la ley y las enseñanzas de los profetas’” Mateo 22. 34- 40

Que Dios derrame su Gracia en nuestros corazones y los aliente.

Queridos amigos, hermanas y hermanos:

Habitualmente tenemos la costumbre de no saber muy bien de qué estamos hablando cuando nos referimos al concepto ‘AMOR’. Recuerdo que en la escuela nos enseñaban en la niñez que este término, como muchos otros, no era cuantificable, de hecho, no se sabía su valor exacto debido a que su grandeza y necesidad eran tan inmensas que sólo podríamos afrontarlo como concepto abstracto, donde cada cual le daba el valor especial que consideraba.

El Evangelio de Mateo nos muestra un cuadro de cómo estaba de tensa la relación entre Jesús y sus discípulos con los dirigentes del pueblo judío, sin duda que no había una reciprocidad en el amor en aquella relación, que, al final del ministerio de Jesús fue más intensa debido a que buscaban como encausarlo por delinquir contra la fe de Israel y como excusa, a las leyes del Imperio.

Conocemos de la difícil relación que existía entre fariseos y saduceos en la vida pública y en la que correspondía a la vida política en el Sanedrín donde ninguno se entendía por sus divergencias religiosas. Recordamos que anteriormente, Jesús dejó claro ante los saduceos su postura ante la resurrección hablando a su favor, como podría escucharse de los fariseos, sin embargo, no dejan de aliarse en su contra. Una vez más, de forma increíble y excepcional, la sinrazón se aliaba contra la justicia para mitigar los efectos de la propia justicia en este reino humano.

Volviendo a la palabra AMOR, en medio de esta hipocresía que clamaba al cielo se plantea una de las preguntas más difíciles de contestar, sin comprometer su ministerio, en forma de trampa para atraparle en alguna contestación incongruente que les permitiera ponerle en evidencia ante el público, los discípulos y las autoridades finalmente por medio de una denuncia formal. ¿Cuál es el mandamiento más importante de la Ley de Dios? Ante un código de leyes y costumbres con un articulado que atiende a cientos de cuestiones importantes para la vida cotidiana del pueblo de Israel, se le pide a Jesús que muestre cuál es el más importante. Capciosa pregunta.

La respuesta de Jesús no se deja esperar mucho, lo tenía realmente claro, si alguna ley resume la Torah y los profetas es el preámbulo que establece Éxodo 20 o Deuteronomio 5, donde la atención se focaliza en el amor a Dios, primeramente, y el amor al prójimo, como segunda. ¿Hasta qué punto gente piadosa, religiosa puede utilizar algo tan fundamental como la ley de Dios como arma arrojadiza para ridiculizar a un hombre? Pues rotos los vínculos encontrados entre gente opuesta, lo siguiente sería torcer las Escrituras para hacer perder la razón y fomentar el desencuentro. En medio de esta cuestión Jesús enarbola la bandera del amor, pero de una clase de amor superior.

En el planteamiento de la respuesta de Jesús, el Amor toma un sentido más profundo que un mero sentimiento hacia Dios y el prójimo. Como seres humanos nos preguntamos: ¿Cómo se puede amar a Dios sobre todas las cosas cuando tenemos el sentimiento de no estar siendo arropados por él? O ¿Cómo amar al prójimo como a nosotros mismos nos amamos, cuando éste se convierte en enemigo? En estos casos, que tan en boga están y estuvieron en la historia universal, hacer brotar un sentimiento de amor simple es tremendamente difícil, rozando lo imposible, o la lógica de nuestra forma de comportamiento natural, que nos haga sobrevivir como personas o pueblos. Luego el concepto de AMOR al que se refiere el Maestro debe de ser otro. No podemos amar con todo nuestro corazón, con todo nuestro sentimiento o con toda nuestra inteligencia, si el vínculo no es más fuerte y firme.

La respuesta a esta clase de Amor esta basada en la fidelidad de nosotros a Dios y reposada en la confianza de la respuesta fiel de Dios a nosotros. De esta manera es posible centrar nuestro amor sensato a Dios con todas las fuerzas y en todas las circunstancias. Este concepto de AMOR esta basado en la Alianza entre Dios y hombre y no pone en peligro nuestra integridad ni la de nuestro prójimo. Es tan a sí que podemos descansar en que cumplimos la Ley y el mensaje de los profetas cuando ejercemos el amor que nos une a Dios y a los hombres que se adhieren a esa misma alianza de amor a Dios con nosotros.

Sin duda ninguna toda relación de mutua fidelidad entre el hombre y Dios y las realizadas entre hombres, provoca el agrado de Dios y obra de forma justa, favoreciendo la paz del alma y la paz en tierra. De la misma manera, desatender a estas leyes equilibradas provoca conflicto y dolor al ser humano en su interior y la amenaza contra la paz social, tan necesaria en nuestra civilización de nuestro tiempo. Ninguna ley de Dios se aliará contra la infidelidad y la falta de sujeción mutua, pues no obrará ni el amor de Dios ni el auténtico sentido de la vida para todo ser.

Esta proclamación de Jesús no solo es otra más de sus magistrales respuestas o enseñanzas, sino que resume de forma práctica y comprensible las leyes milenarias del pueblo de la Alianza. Amar se convierte en una cuestión que se aleja de la fina línea de nuestros sentimientos para mostrarnos que siempre será algo más profundo y fuerte. ‘Dios es Amor’ evidencia ante nosotros algo más que simpatía, es compromiso estable, inamovible, seguro, fundamento a los que en todo momento podemos acudir y ser beneficiados cuando con humildad y amor sincero nos volvemos para encontrar respuestas a nuestras relaciones de piedad y con nuestros congéneres independientemente de su raza, cultura, sexo o cualquier otra condición.

Resumimos la ley y los profetas de Israel, pero también todos los códigos de leyes del mundo entero cuando en obediencia a Jesús decidimos de corazón amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

“La medida del amor es amar sin medida”

Que Dios nos bendiga a todos. Amén.

Felipe Lobo Arranz
Iglesia Evangélica Española- Granada
loboarranz@ya.com

 


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