Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el Día de la Reforma. Fecha: 31 de octubre de 2005
Texto según LET serie A: Jn 8,31-36 por Sergio Schmidt

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Título: Libertad para ser libres.

Apreciados hermanas y hermanos:

Para nosotros, crisitianos evangelicos y protestantes, hoy es un día muy especial. Es el día en que comenzó la reforma que llevó a cabo Martín Lutero. Martín Lutero nunca quizo hacer otra iglesia ni dividirla. Lo que quiso, sí, es que su iglesia volviera al Evangelio, al verdadero Evangelio de Jesucristo.

Siglos y siglos de tradiciones humanas habían dejado llenado de polvo a los textos de la biblia. ¿el resultado? Las personas ya no podían saber con certeza cual era el camino de la salvación. Todos ya lo sabemos: el gran descubrimiento de la reforma es que somos salvos por la fe en Jesucristo, por lo que Él hubo relaizado en la cruz. Las buenas obras, nome sirven, nipara ser más bueno, ni para acercarme más a Dios. ¡Somos salvos por gracia! Esto es gratis. Gratis no significa, claro está, que no tenga valor o que no sea caro lo que se nos dá. Significa, sí, que esto que recibimos, es un regalo. Es un gran regalo, muy caro que Dios nos dá. Simplemente por que nos ama.

La reforma significó volver a poner a Jesucristo en el centro de la fe. Sólo Jesucristo y nada más que Jescristo. Es por eso que, por medio de Jesucristo somos libres. Libres, sí; pero: ¿libres para qué? El texto que hoy nos ayuda a ahondar en todo esto.

1º) Jesús está hablando de la libertad dada por Dios. Aunque a más de un exégeta le apacione la idea, el texto no está hablando de la busqueja humana de la verdad; tampoco está hablando de la libertad así obrada. Jesús esta hablando de algo muchísmo más profundo. Esta hablando de la libertad dada por Dios que libera a las personas de la más profunda de las esclavitud de su existencia humana. Y, a la vez, no cabe duda que habla de la esclavitud del pecado. Eso sí, el pecado en el EvJ exige entender a la libertad en sentido existencial; el pecado es lo inhirente a la vida alejada de Dios. La libertad de la que habla Jesús es la libertad de los hijos de Dios.

Esto nos deja una primera lección: somos verdaderamente libres cuando elegimos lo que nos hace crecer como personas y lo que hace crecer a los demás. No somos libres cuando pecamos. De hecho, cuando pecamos somos esclavos del pecado. Es por eso que la persona que elige el camino del mal, del pecado, de la destrucción, del –digamos- no-amor, es cuando en verdad es esclava.

2º) Claro que somos personas libres. Claro que Dios respeta nuestra libertad y nuestras opciones. Claro que existe el libre alberdrio. Pero, la diferencia pasa por aquello que elegimos desde la libertad. Por ejemplo: muchas veces, demasiadas veces, confundimos la verdadera libertad con el hecho de „poder hacer lo que me venga en ganas“. No es así. Muchas veces las personas llaman libertad a atarse a sus pulsiones, paciones. Pero, que alguien elija, por ejemplo, cambiar todas las noches su compañera/o sexual no significa que sea libre. Significaría más, estar atado a sus pulsiones y pasiones. Los que eligen drogarse, son esclavos de las drogas. Lo que son resentidos son esclavos de su propio resentimiento. Los que odian son esclavos de su propio odio, etc.

3º) Estoy convencido que solamente cuando lo que nos mueve es el amor, es que somos libres. Cada vez que optemos por el amor, seremos libres. Pero, eso sí, según el amor de Dios. Hay una frace muy conocida: „Ama y haz lo que quieras“. Y bien, no me gusta y no es así. Esta frase es una vil caricatura de las vedaderas palabras de San Agustín. El dijo: „AMA A DIOS, Y HAS LO QUE QUIERAS“, que es muy diferente.

Somos libres cuando nos llenamos del amor de Dios y desde la libertad elejimos que sea el amor de Dios, entendido desde Jesucristo, el que guíe nuestro actuar. Los judeos del texto de Juan, pensaban que, por el mero hecho de ser Hijos de Abrahan, eran libres. Muchas veces nosotros pensamos que MERAMENTE por no estar en una cárcel, ya nos hace libres... Gran error!

Nuestra libertad vale mucho, es como cuando jugamos a las cartas y nos toca el acomodín. El acomodín es una carta a la cual le podemos dar el valor que querramos. Una vez que le asignamos un valor nominal pasa a valer, justamente, ese valor nominal. Así es nuestra vida y nuestra libertad.

Hermano, hermana: tenemos vida y libertad. Nunca es poco. Ahora bien, la cosa pasa ahora por el sentido le queremos dar nuestra vida. De este sentido saldrán mis opciones.: es claro que depende que clase persona quiero „SER“, implicará lo que yo voy „A HACER“. Si yo digo optar por el amor y la libertad, no puedo dedicarme al tráfico de bebés, a la droga, etc, etc.

4º) Somos libres para optar, para elegir. Por eso, al final del presente texto, Jesús pronuncia una advertencia; una advertencia velada sí, pero no deja de ser una advertencia. Me refiero al vs. 35- 36.

¿Por qué? Los judíos pensaban que al ser judíos y, a la vez, descendientes de Abraham, nada podía separarlos de Dios. Gran error. Cuando uno es esclavo del pecado, se aleja de Dios. En otras palabras: el amo podía prescindir del esclavo. De su propio hijo no. La comparación es clara. Es nuestro actuar lo que nos hace libres o no. Si Jesús nos libre seremos verdaderamente libres.

5º) Podemos decir. ¿Pero que tiene que ver todo esto con la reforma? Pues bien: ¡esto es el corazón mismos de la reforma! Para la reforma es completamente inutil las buenas obras para ganarse la salvación. ¡Es ridículo! Sólo la redención realizada por Jesús en la cruz y su resurrección nos salva. Pero, esto no significa que debo descartar las buenas obras. ¿Por qué? Si realmente soy cristiano, si realmente está en el más hondo fondo de mi corazón hacer la voluntad de Dios, ser comprometido y constante en la fe; esto se va ver reflejado en mis obras.

La vida sin libertad no es vida. Jesús vino para que seamos libres. Lo seremos realmente cuando nuestras obras demuestren lo que verderamente somos.

Y, así entendidas, no como medio para la salvación sino como una consecuencia de esa salvación ya obra por Jesús y acpetadas por el propio creyente, las llamadas buenas obras son impresindibles, aun para la iglesia protestante.

Creo que es justamente por eso que Martín Lutero llegó a decir: „ Aunque me digan que mañana es el fin del mundo, igualmente hoy, plataría mi árbol de manzanas“

Que así sea. Amén.

Sergio Al. Schmidt
IERP
Bs. As.
breschischmidt@telecentro.com.ar

 


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