Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para el Día de la Reforma. Fecha: 31 de octubre de 2005
Texto según LET serie A: Jn 8,31-36 por Raúl García Pérez

(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


La verdad os hará libres

31  Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él:
--Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32  y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
33  Le respondieron:
--Descendientes de Abraham somos y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?
34  Jesús les respondió:
--De cierto, de cierto os digo que todo aquel que practica el pecado, esclavo es del pecado. 35  Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. 36  Así que, si el Hijo os liberta, seréis verdaderamente libres.

En este pasaje del evangelio de Juan se enfatizan dos ideas: la verdad y la libertad.

Los precursores del concepto de libertad en el mundo occidental fueron los griegos. Para ellos ser libre era no depender de nadie y no tener ninguna carga; pero siempre había alguien que no era libre para que ellos pudiesen serlo.

Los siglos precedentes han contemplado muchas revoluciones en aras de la libertad, como la revolución francesa en el siglo XVIII, o la revolución rusa a comienzos del siglo XX.

La Reforma del siglo XVI fue liberadora en sus primeros momentos porque buscaba la verdad de Dios, oculta por siglos de ignorancia y esclavitud y por los poderes religiosos que utilizaban el miedo para esclavizar a las personas; pero en cuanto empezó a perseguir a los disidentes anabaptistas, aliándose con los poderes políticos, su poder liberador quedó en entredicho.

La libertad ha sido la gran palabra que ha encubierto muchas mentiras, injusticias y opresiones.

Más recientemente, la libertad ha revestido la forma del liberalismo económico; pero siempre hay alguien que domina económicamente o políticamente sobre los demás.

Occidente cree que ha llegado a la cima de las libertades políticas y económicas, pero cada vez hay más insatisfacción, más dependencia de las drogas, más depresiones y más desigualdades entre los ciudadanos del llamado primer y tercer mundo.

Lo cierto es que no siempre en los movimientos liberadores van juntas la verdad, la justicia y la libertad.

Un movimiento será auténticamente liberador en tanto y en cuanto sea más verdadero y justo.

Sin embargo la verdadera libertad empieza por uno mismo.

Jesús dijo, que no nos engañásemos, que todos padecemos alguna forma de esclavitud: Jn 8:34.

El pecado que se manifiesta al vivir de espaldas al amor de Dios, es la peor de las esclavitudes y está en el origen de todas las demás opresiones.

El apóstol Pablo nos advierte de no adulterar la idea de libertad. La libertad que no tiene en cuenta el amor al hermano es una coartada, “un velo” (1 Ped 2:16), que oculta nuestra maldad, nuestro egoísmo, nuestra indiferencia.

Gálatas 5:13-14

13  Vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros, 14  porque toda la Ley en esta sola palabra se cumple: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Todo énfasis en la libertad que no enfatice el amor manifestado en un servicio al prójimo, encubre la peor de las mentiras y nos hace caer en el espejismo de creernos libres cuando en realidad no lo somos, porque entonces seremos esclavos de nuestro individualismo insolidario.

Jesús fue el único hombre que se entregó libremente a la muerte en nuestro lugar, para que nosotros experimentásemos la verdadera libertad que consiste en servirnos unos a otros por amor.

Siendo discípulos de Jesús aprendemos (y aprehendemos) la verdad acerca de nosotros mismos y acerca de lo que nos rodea, y eso nos lleva a ser más amorosos y justos.

El apóstol Pablo, en el capítulo 6 de su epístola a los Romanos, nos da la clave de la auténtica liberación resumiéndola en dos fases: morir al pecado juntamente con Cristo, y resucitar a una nueva vida de libertad, para no servir ya más al pecado sino a la justicia.

¡Paradojas del Evangelio, somos liberados para servir a lo demás!

¡¡Esta es la verdadera revolución!!

Raúl García Pérez
Médico Psiquiatra, Profesor de Psicología Pastoral del SEUT Madrid
rgarciap@terra.es


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