Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para Nochebuena 24-12-2005
Texto: Lucas 2, 1-14 Por: José Luis Avendaño, Chile
(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Hermanos: ¡Que el Señor ilumine su rostro sobre nosotros!

¿HAY LUGAR PARA JESÚS?

José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Estando allí se cumplieron los días de su parto y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón. (4-7)

I. Una caminata por el centro de mi ciudad

Ya casi nos acercamos al tiempo de Navidad: Villancicos, pinos navideños, alguno que otro Santa Claus, Papá Noel, Viejo Pascuero, o como queramos llamarle, sentado en una gran sillón de algún centro comercial, rodeado de muchos regalos y esperando que algún niño se siente en su regazo para pedirle algún regalo especial, nos pone bien de sobre aviso respecto de la realidad de aquello. Pues bien, ¿quién podría sustraerse al impacto social y comunicacional que esta festividad ejerce sobre toda nuestra sociedad? Por cierto, ya damos actualmente por sentado, no es necesario mayor aclaración, que al hablar del “impacto” que sobre nuestra sociedad ejerce Navidad, no nos estamos refiriendo al impacto que une a Navidad con el mensaje cristiano en el marco de la predicación de la Iglesia, sino, más bien, al anterior, a aquel del Pino Navideño, de Santa Claus, de los centros comerciales y de esa frenética y desquiciada actividad compulsiva de hacer de Navidad, una fiesta del consumismo y del endeudamiento por la compra de regalos.

Un día de estos, caminando por el centro de mi ciudad, Viña del Mar, me llamó la atención el gran bullicio que se sentía venir, con ocasión precisamente de Navidad, del interior de un importante centro comercial, los así llamados en Chile “Mall” (no sé si esto ocurrirá en todas partes, pero aquí en Chile existe casi una obsesión por llamar a las cosas por nombres extranjeros, en vez de utilizar nuestro idioma vernáculo, comprensible para todos), de modo que curioso por esta situación, ingresé para ver qué era aquello que sucedía. Creo que hay veces, y una de éstas dice relación precisa con el tiempo de Navidad, en que la exposición continua y reforzada de ciertas imágenes, discursos, códigos, etc., nos hace perder la capacidad de tomar distancia de nuestro entorno, asimilándonos dócilmente a éste, de modo de poder realizar las lecturas críticas pertinentes. Pues bien, tantos años expuesto a estas mismas imágenes navideñas y sus respectivos contenidos, propios de este mundo de compra y venta, que nunca había reparado suficientemente en los alcances de este “mercantil” mensaje navideño y cómo éste ha dejado completamente rezagado la figura de Jesús y su mensaje: En medio de todos estos escenarios que representaban este cuadro de Navidad de este centro comercial: música, imágenes, luces, personas disfrazadas, etc., no hallé más que grandes letreros con flores navideñas que promocionaban productos en oferta para comprar cuánto antes, canciones que hablaban de la nieve y de un trineo que traería regalos para todos, no solamente para los niños y, por cierto, unos cuantos Santa Claus (más de uno, de distintos tamaños y volúmenes) que con sus trajes rojos y la largas barbas blancas hacían sonar una campanita mientras vitoreaban un: “¡Jo, jo, jo, Feliz Navidad! En fin, en medio de tan lúdico y confuso escenario, mi pregunta no se hacía esperar: ¿Hay lugar en esta Navidad para Jesús? Debo, ser sincero, después de mucho recorrer por este “mall”, puede hallar una pequeña representación del niño Jesús en el pesebre, casi perdido en medio de unos enormes reyes magos y otros personajes ad hoc.

Un comentario más al paso: Las imágenes de Navidad que tenemos internalizadas aquí en Chile y que forman parte ya de nuestro inconsciente colectivo cultural (y así quedaba muy de manifiesto en mi visita por aquel centro comercial), son las, vuelvo a repetir, un trineo de renos surcando la nieve, liderado éste por un señor de traje rojo, de larga barba blanca y facciones nórdicas. Lo curioso de de toda esta puesta en escena de Navidad es que, aquí en Chile, salvo en la zona más austral de nuestro país (el territorio antártico), no hay nieve, no se conocen los renos y todas las personas, excepto algunos turistas de la zona norte de Europa que nos visitan por esta fecha, carecen de rasgos nórdicos.

II. ¿Hay lugar para Jesús?

Las cosas no han cambiado demasiado desde los días en que José y María viajaron de Galilea, hasta Belén de Judea. Los relatos evangélicos nos dicen que José y su esposa no encontraron ninguna posada en la cual María pudiera dar a luz, sencillamente, no había lugar para ellos, no había lugar para Jesús en su propia Navidad. No había lugar para ellos y para el niño ya pronto a nacer en la posada de los acaudalados, en la mesa de los pudientes, sino, simplemente, en el pequeño y maloliente espacio de un establo. Si alguien ha visitado alguna vez una finca, un campo, sabrá por experiencia propia que el lugar donde se guardan los animales, es un lugar nada agradable para descansar, ni menos para que una mujer de a luz. Pues bien, los animalitos fueron los únicos que albergaron a José y a María, y los primeros en visitar al niño recién nacido, los pastores, ni más ni menos personajes considerados despreciables, en virtud de su oficio, por la religiosidad oficial. ¡Quién podría imaginarse lugar más anti-propicio para el nacimiento del Hijo de Dios, y compañía menos adecuada para asistir al nacimiento del rey?

¿Tiene algún lugar Jesús en nuestras vidas o, simplemente, al igual que en los días de su nacimiento no se halló lugar para él, o al igual que en mi experiencia en mi paseo por el centro comercial, los Santa Claus (casi asándose de calor), los trineos, los adornos navideños, ese desquiciado impulso obsesivo por comprar y endeudarse, ha rezagado a Jesús y a su mensaje a nuestra última prioridad, al más pequeño de los espacios? Jesús igual que ayer, quiere ser encontrado en lo simple, en lo sencillo, en el arrepentimiento genuino, en el saber perdonar, en el saber amar. Navidad es el anuncio de que Dios, en Jesús, se ha acercado lleno de gracia y amor, para con los hombres y mujeres, ofreciéndoles un camino de esperanza y salvación. ¿Ha nacido Jesús en tu vida? ¿Tiene él un lugar en ti? Quizá esta pregunta esté demasiado manoseada entre nosotros los cristianos, al punto de venir a transformarse en otro cliché más, sin embargo, me parece a mí, ésta es la pregunta impostergable a la que nos desafía Navidad. Tal respuesta, sólo podemos contestarla cuando mirándonos honestamente hacia adentro, analizando concienzudamente qué tan importante es Jesús y su evangelio cuando tomamos decisiones en nuestras vidas, cuando nos relacionamos con los demás, cuando fijamos nuestras prioridades en la vida, cuando nos conducimos tanto en lo privado con en lo público.

Unas cuantas imágenes de Santa Claus, trineos, y renos, pueden emocionarnos por un momento, despertar nuestros más cándidos sentimientos, aun con todo lo hermoso que esto efectivamente sea, sin embargo, luego de extinguido el calor de las emociones encendidas por las imágenes y la publicidad, el corazón de los seres humanos vuelve a ser el mismo. Sólo la persona de Jesús y su evangelio puede transformar a los hombres y mujeres desde adentro hacia fuera. Por favor, no permitas que el estruendoso ruido de este mundo mercantil y deshumanizado, te impida ofrecerle tu vida a Jesús para que habite y more contigo, no por un momento, no por una festividad, sino desde aquí a la eternidad. Amén

José Luis Avendaño
Viña del Mar, Chile
jlam_85@hotmail.com


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