Göttinger Predigten im Internet
hg. von U. Nembach

Predicación para la Navidad, 25 de diciembre de 2005
Texto según LET serie B: Juan 1, 1-5.9-14, Rodolfo Reinich
(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Lecturas: Salmo 98, 1-6;
Isaías 52, 7-10; Hebreos 1, 1-6.


Una semana antes del primer domingo de Adviento fuimos a pasar un fin de semana junto con Amelia, nuestra hija mayor y nuestros nietos - Santiago (6) y Agustina (3)- No muy lejos de la Ciudad de Buenos Aires “acampamos” bajo una añeja y frondosa arboleda a orillas de un gran lago, Cielo azul, sol radiante, calor de verano. (¡Aquí en el Sur para Navidad “se doblan las velas” por el calor!)
Al principio, el armado de las carpas, el fogón, las caminatas por el parque, las plantas y flores, los bichitos, el lago, los pajaritos, las lanchitas, todo era motivo de interés, fascinación y asombro para los niños. Pero, justo cuando el aburrimiento empezaba a aflorar, la felicidad y alegría se completaron cuando llegaron otros abuelos y padres con dos chicos, un varoncito y una nena, de la misma edad que los nuestros. Ellos instalaron sus carpas a pocos metros de las nuestras. Muy rápido se produjo el contacto entre los niños. Risas, juegos y travesuras. También algunas pasajeras lagrimitas por alguna piedra o espina en el camino.
¡Qué lindo es estar y compartir con alguien que es como uno y tiene “buena onda”! ¡La vida adquiere una dimensión y un sentido diferente, más pleno!

Por medio de un himno el evangelista Juan nos ofrece su interpretación de lo acontecido en la Navidad.
Hoy celebramos y festejamos en todo el mundo este acontecimiento que fundamenta nuestra fe. Consiste en el hecho que Dios vino al mundo por medio del niño Jesús y puso de esta manera su carpa junto a nosotros. ¡Dios se hizo humano y habitó entre nosotros!

Él vino para estar con nosotros y dirigirnos la palabra, justamente cuando en “nuestras carpas” el ambiente se pone pesado y en todo el mundo se expresan la falta de paz, las peleas, las decepciones, los lamentos, las amarguras, el duelo, las lágrimas.

El vino para ser Palabra creadora, transformadora de esta situación y para dar un sentido verdadero a nuestra vida

Vino, por así decirlo, “con bombos y platillos”, anunciado con palabras angelicales: “No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un Salvador, que es el Mesías, el Salvador”. Vino y es alabado con el canto jubiloso “¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor!”

En el Evangelio de hoy, Juan nos anticipa la venida y fundamenta que la Palabra encarnada en Jesucristo ya estaba al principio en la historia de la creación, cuando fueron hechos todas las cosas, los seres vivientes, el tiempo y el espacio. (Génesis 1). También nos presenta con todo el sentimiento de la poesía que el acontecimiento de la Navidad es como una nueva creación, que nos abre la perspectiva llena de esperanza en un nuevo cielo y una nueva tierra. (Apocalipsis 21).

En la primera creación la Palabra de Dios era la luz, que separó la claridad de la oscuridad, estableció el ámbito apropiado para que la vida pudiera existir, desarrollarse y fructificar para bien de todos en la tierra . Ahora, la Palabra de Dios, encarnada en Jesucristo, es la luz que ilumina todo lo oscuro de nuestro mundo para transformarlo en una nueva creación y establecer un nuevo pacto con la promesa del Reino de Dios para toda la humanidad.

Hoy sabemos bien que todos los seres vivientes necesitamos de la luz para crecer y fructificar. La luz incluso influye sobre nuestro estado de ánimo. Recordemos simplemente la alegría que produce el sol después de largos día de lluvia y frío invernal.

Juan, el bautista, aparece en el escenario como puente en el tránsito del Antiguo a ese Nuevo pacto. En este sentido se convierte en un personaje necesario e interesante por su estilo de vida y a su vez porque, aún con su prestigio y reconocimiento popular, supo ubicarse en su lugar. Asume el simple, pero no menos importante rol de “cartel indicador”, que señala hacia Aquél que es realmente el más grande: Jesucristo. Él será quien hará realidad la verdadera presencia de Dios entre nosotros.

Por eso hoy somos invitados a meditar sobre Jesucristo, el que viene para hacernos hijos de Dios y como tales quiere animarnos a recibirlo y aceptarlo en nuestra propia vida. Pues, por medio de él es posible encontrar la vida verdadera.

Por medio Jesús, por así decirlo, nosotros podemos auscultar el corazón del Dios que nos está dando su Palabra de amor eterno.

Conscientes de esto, Juan puede convertirse en el ejemplo que nos ayuda a descubrir que nuestro rol verdaderamente importante está en el hecho que podamos aprovechar la oportunidad para llevar a cabo nuestra misión de dar testimonio de Jesucristo. Es decir prestarnos para que su luz pueda reflejarse a través de nuestras vidas en este mundo.

Finalmente, roguemos también para que Él ilumine y transforme los corazones de las personas que, por temor o soberbia, están empeñados en construir altos e infranqueables muros de miles de kilómetros que separan y discriminan política, económica y racialmente a personas y pueblos: Pidamos que su Espíritu Santo ayude a superar esta locura, que esas personas responsables puedan cambiar su manera de pensar y se conviertan en testigos del Príncipe de la paz, lo cual sería un milagro. Porque “La navidad que queremos” la expresamos cantando con Alba y Mabel Colombo:
“Yo quiero una Navidad para todos iguales, alegrías, tristezas, oraciones y panes.”
“Compartamos juntos la divina luz que nos trajo al mundo el niño Jesús.”
“Que acabe la guerra, que llegue la paz, que reine en el mundo la felicidad.”
“Todos los hermanos las manos tomad y siempre unidos al Rey proclamad.”
“Yo quiero una Navidad para todos iguales, alegrías, tristezas, oraciones y panes.” (Cancionero Abierto, ISEDET, Bs. As.) Amen.

Pastor Rodolfo Reinich, Buenos Aires
reinich@ciudad.com.ar


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