Göttinger Predigten im Internet
ed. by U. Nembach, J. Neukirch, C. Dinkel, I. Karle

Viernes Santo, 14 de abril de 2006
Is 52.13-53.12 – Leandro D. Hübner
(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Tema: ¡Jesús libera a usted del pasillo de la muerte!

Queridos amigos e amigas! Gracia e paz que viene de nuestro Señor Jesucristo!

Pena de muerte. ¿Usted concuerda con ella? Aquí en Argentina ella no existe, pero en Estados Unidos y en algunos otros países ella existe. En Estados Unidos el condenado a la muerte espera la ejecución en prisiones llamadas de “pasillo de la muerte”. El prisionero solo se escapa de morir si tuviere el perdón del gobernador de la provincia.

Un prisionero fue condenado a la muerte por robar la casa del propio gobernador y matar a dos de sus hijos. Él no tenía cualquier esperanza de perdón, pues había matado los hijos de aquel que le podría perdonar. Sin embargo, para sorpresa de todos, el gobernador le dio, un día antes de su ejecución, una carta de perdón, “perdón completo e irrevocable”. Pero, la sorpresa más grande vendría después. Las leyes de aquella provincia decían que, cuando un criminoso era liberado por el gobernador, otra persona debería ser ejecutada en su lugar. El gobernador, que había liberado aquel asesino que mató a sus dos hijos, anunció: “En el lugar del criminoso, ejecuten a mi único hijo que quedó, el más chico”.

No se puede creer en una cosa así, ¿no cierto? Esta persona estaba condenada a la muerte y se escapó, podemos decir, por milagro. Pero, ¿quién era esa persona condenada y que recibió la vida otra vez? En verdad conocemos esa persona, porque ella era usted, era yo, cada uno de nosotros…

La persona condenada a la muerte era usted, yo, todos nosotros. El gobernador en verdad es Dios, que no tenía tres hijos, sino uno, él que fue muerto en lugar nuestro – Jesús. Por eso podemos decir que ¡Jesús libera a usted del pasillo de la muerte!

Jesús libera a usted del pasillo de la muerte. ¿Cómo? En 1º. lugar, muriendo él mismo en tu lugar. Usted, yo y todas las personas deberían ser perfectas y puras, sin pecados y fallas, sin enfermedades, problemas y egoísmo. Pero, por causa del pecado de los primeros seres humanos, nosotros ya nacimos con el pecado dentro de nosotros. Ese PECADO es la fuente de todos nuestros errores y pecados diarios y él nos coloca en el pasillo de la muerte eterna. Esto es, por causa del pecado nuestra vida es la sala de espera para el infierno y la perdición. El apóstol Pablo dice que “el pago que da el pecado es la muerte” (Rm 6.23).

Sin embargo Dios, el Creador y Gobernador de todo, tuvo mucha lástima y mucho amor a nosotros. Él en verdad no tenía tres hijos, como el gobernador de la historia, sino apenas uno. Y nosotros también no robamos la casa de Dios. Pero nuestro pecado es mucho peor que un robo o un asesinato, pues él nos separa de Dios y de la vida eterna. Jesucristo, el Hijo único de Dios, fue ejecutado en la cruz en tu lugar, en nuestro lugar. Es lo que Isaías dice en los vers. 4 y 5 de nuestro texto: LEER. Eso fue un milagro, pues ¿cuál de nosotros daría su vida en una cruz para salvar a personas llenas de maldad, errores, egoísmo y desamor? Usted y yo fuimos condenados a la muerte y nos escapamos por milagro, ¡porque Jesús libera a usted del pasillo de la muerte!

Jesús libera a usted del pasillo de la muerte. En 2º. lugar, dándole a usted una carta de perdón total. Nuestros pecados y el PECADO son crímenes contra la santa voluntad de Dios. Nuestro camino natural y merecido es el de la prisión y Satanás, el diablo, quiere arrestar a usted y a todos nosotros para siempre en el infierno. Y Dios, como un gobernador y juez justo, solamente nos puede condenar a la muerte, a la perdición eterna, pues delante de él somos totalmente culpados.

Sin embargo, Jesús da a usted y para cada uno de nosotros una carta de perdón total, ¿Por qué? Porque toda nuestra culpa y la sentencia de muerte fueran echadas sobre Jesús. El evangelio nos muestra una carta de perdón completo, sin vuelta y sin fin. Para quien recibe este perdón vale lo que dice Rm 8.1 y Jn 8.36: “Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús. Si el Hijo les hace libres, ustedes serán verdaderamente libres.” Escuchen también lo que dice Lutero sobre este perdón total de Cristo:

El Hijo de Dios se volvió mi siervo y se humilla a si mismo tanto así que toma sobre si y lleva mi miseria y mi pecado, sí, el pecado y la muerte de todo el mundo, y se dirige a mí, diciendo: “usted no eres más pecador, pero yo, yo tomo tu lugar; usted no cometió pecado, y sí yo; el mundo entero está envuelto en pecado, pero usted no tiene pecados, y yo sí. Todos suyos pecados deben ser colocados sobre mi y no sobre ustedes.” ¿Por qué entonces debería yo acusar a mi mismo y a mi Salvador Jesucristo? Soy pecador, infelizmente esto es verdad. El pecado me hace miedo. Siento eso muy bien y eso a toda la hora inquieta a mi corazón. Temo a Dios y a su severo juicio. Sin embargo, como decía, ¿cómo podría yo acusar a mí mismo, sí, como podría yo acusar a mi Señor Jesucristo? Él tiembla y vacila en el Monte de los Olivos, está angustiado y con tanto miedo que llega a sudar gotas de sangre. Todo eso le fue causado por mis pecados que él tomó sobre si y que le dieron a él tanto trabajo. Por eso yo quiero dejar que queden sobre él y tener toda la seguridad que, a cualquier hora en que tengo que comparecer delante de Dios y enfrentar sus juicios, Dios no encontrará pecado alguno en mi. Si, por tanto, tus pecados fueron echados sobre Cristo, puede usted estar tranquilo: ellos están en el lugar cierto, allí donde deben estar.

Así que, hermanos y hermanas, para los prisioneros de los pasillos de la muerte la esperanza de vida esta en las manos del gobernador y difícilmente se van a escapar de la muerte.

Pero para usted y para mí, la esperanza de vida viene de la cruz: de la cruz viene el perdón, la vida y la salvación, porque ¡Jesús libera a usted del pasillo de la muerte!

Ustedes y yo fuimos condenados a la pena de muerte, y no nos gusta eso. Sin embargo, nos escapamos por milagro: el milagro de Jesucristo morir en nuestro lugar. Vamos entonces, queridos hermanos, hermanas y amigos, aceptar y confiar en el sacrificio de Cristo en la cruz por nosotros.

Vamos a leer ahora todos juntos lo que dice Juan 3.16: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Jesús libera a usted del pasillo de la muerte, muriendo en su lugar y dándole a usted una carta de perdón total. Cree en ese Cristo y usted está salvo de la pena de muerte. Amén.

Leandro Daniel Hübner
Dionísio Cerqueira – SC – Brasil
Igreja Evangélica Luterana do Brasil
ldh@temais.com.br
www.ielb.org.br

 


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