Göttinger Predigten im Internet
ed. by U. Nembach, J. Neukirch, C. Dinkel, I. Karle

Pascua de Resurrección, 16 de abril de 2006
Mc 16:1-8, Sergio Schmidt
(-> A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Titulo: La victoria de la vida

Apreciada comunidad:

Las mujeres van a darle el último adiós a Jesús. No pudieron ungirlo inmediatamente tras su muerte porque ya estaban casi en el día sábado. El primer día de la semana, el domingo, lo más temprano que pudieron, fueron a la tumba.

Se preguntaban quién les iba a correr la gran piedra que tapaba la tumba, dado que el peso superaba ampliamente sus fuerzas. Pero al llegar no sólo descubren que la piedra estaba corrida, sino que un ángel le anuncia que Jesús había resucitado.

La reacción de las mujeres fue un gran miedo y, claro está, asombro. A los discípulos no les fue mejor. Ellos también se asombraron con la noticia de la resurrección de Jesús. La mejor prueba de la resurrección es la existencia misma de la Iglesia. Los discípulos de Jesús pensaron que, tras la muerte de Jesús, todo había terminado. Ellos pensaron que todas las esperanzas estaban bien muertas y que, en el balance final, todo había sido una gran tragedia.

Pero la resurrección lo cambia todo. La resurrección es –o debería ser- el hecho central de la fe cristiana. Del miedo, del espanto, del terror, a la alegría y el valor. Fue el hecho que Jesús estaba vivo, lo que hizo que toda la realidad se viera con otro cristal, con otro color, con otra perspectiva, a saber:

1º) Jesús resucitó. No es un recuerdo, es la presencia personal y objetiva. Los relatos de los cuatro evangelios nos ayudan por medio de la fe relacionarnos personalmente con esta Presencia. No podemos estudiar la historia de Jesús como estudiamos la de Napoleón, Alejandro Magno o tantos otros. Claro que lo podemos hacer, pero al final del camino nos encontramos con la presencia del Jesús resucitado.

2º) Esto implica que lo fundamental en nuestra relación con este Jesús resucitado, no es lo que las personas saben sobre su persona, como mero conocimiento racional. Si Jesús verdaderamente resucitó podemos, cada uno de nosotros, relacionarnos con Él y conocerlo. En otras palabras, existen muchos eruditos que saben muchísimas cosas sobre la vida de Jesús. Pero, aunque sean “enciclopedias andantes” es menos cristiano que la humilde persona que, aunque nunca haya tocado un libro de teología, le conoce y lo reconoce en su humilde vida de todos los días.

3º) Esto implica para todos nosotros que la fe no es estática. Es el saber que Jesús resucitó lo que nos da las más grandes de las garantías que nada de lo que hacemos como cristianos cae en saco roto. El hecho de saber que Jesús nos da la victoria sobre la muerte y el pecado es lo que nos da la garantía que siempre el amor es más fuerte que el odio; que el bien es más fuerte que el mal, que la vida es más fuerte que la muerte.

4º) Por eso. Si somos llamados a vivir nuestra fe en el contexto que nos toca vivir; si somos llamados a ser sal de la tierra y la luz del mundo, contamos con este Dios que ha resucitado a Jesucristo. A nosotros, como cristianos comprometidos, se nos llama a compartir con los demás nuestra fe en este Dios de la vida. En este sentido a nosotros nos corresponde sembrar, a Dios le corresponde dar vida a las semillitas de plantamos. A Él le corresponde la victoria. Nuestro compromiso con Jesucristo se basa en la fidelidad que El mismo nos mostró en la cruz y que, la maravilla de la resurrección nos muestra, definitivamente, que todo lo que Él vivió y proclamó, es cierto.

¡Porque es cierto vale la pena vivir nuestra fe!

Que así sea.

Amén.

Sergio Schmidt,
IERP, Buenos Aires,

Breschischmidt@telecentro.com.ar

 

 


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