Göttinger Predigten im Internet
ed. by U. Nembach, J. Neukirch, C. Dinkel, I. Karle

7º Domingo de Pascua, 28 de mayo de 2006.
1 Jn 4. 13-21, Leandro Daniel Hübner
(A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Tema: Nosotros amamos porque Dios nos amó primero.

Queridos hermanos y hermanas en el Salvador Jesús.

¿Cuál es nuestra condición como hijos de Dios en su santa iglesia? Podemos decir que:

1 – Todos nosotros estamos en el mismo nivel, en una única condición de pecadores arrepentidos.

2 – Todos fuimos perdonados por Dios, sin merecer nada de Él.

3 – Todos queremos vivimos unidos, como “pueblo exclusivo de Dios”.

4 – Todos queremos permanecer firmes, basados en el amor de Jesús.

5 – Todos poseímos el don del ES: el amor, porque “aunque usted tenga toda la fe necesaria para sacar las montañas de su lugar, si no tiene amor, usted nada será” (1Co 13.2). Por los hechos de amor nuestra fe en Jesús es claramente demostrada al mundo.

El año 1921 aconteció un gran incendio en las florestas del Himalaia. Mucha gente miraba el fuego. Una señora preguntó a algunas personas que estaban con la mirada fija en un árbol: “¿qué es que ustedes miran tan asombrados?” Le apuntaron entonces un nido de pájaros en un árbol que quemaba. Arriba del nido volaba un pájaro adulto en gran aflicción. Minutos después el nido empezó a quemar. Todos dijeron: “¡ahora la mamá va a huir!” Pero, bien al contrario, ella dio un último vuelo para bajo y, extendiendo sus alas abiertas sobre los tres pichones, bajó sobre el nido. En pocos minutos todo termino en cenizas. Entonces dijo la señora a los otros: “¿No es de admirar un amor tan maravilloso?”

Si nosotros también pensamos que el amor de la ave fue maravilloso, vamos entonces pensar en el maravilloso amor de aquel que entregó a su Hijo a la muerte por nosotros. En su Palabra Dios dice: “Aquel que no conoció pecado, (Jesucristo), Dios lo hizo pecado por nosotros, para que en Él fuéramos hechos justicia de Dios. Dios, siendo rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, y estando nosotros muertos en nuestros delitos y pecados, nos dio vida juntamente con Cristo… por la gracia de Dios ustedes son salvos. Y Pablo dice también: “El amor de Cristo nos domina.”

Ese amor maravilloso de Dios se concretó en mi y en su vida a tal punto que hoy no vivimos más como muertos, sino como resucitados de entre los muertos, esperando a cada día, con alegría y felicidad, con esperanza y tranquilidad, el llamado de Dios Padre para la bendita vida eterna en el cielo. E esto es así porque Dios, el Señor justo y santo, vino al mundo para, en Jesús, salvar a todos los pecadores del pecado y de la muerte eterna. Y si Dios tanto amó a ustedes y a mí, ¿quién somos nosotros para no vivir nuestra vida en este amor vivo y maravilloso? ¿Quién somos nosotros, para no compartir el amor de Dios con su prójimo y con su hermano en la fe de Cristo?

Los acontecimientos que vemos y oímos en nuestro vivir diario comprueban que no existe amor verdadero en nuestro mundo de competencias, guerras, desocupación, codicia, egoísmo, odio y tantos otros males. Esta es la verdadera historia que se repite en todos los tiempos, desde que Adán y Eva cayeron en pecado, pues el ser humano resolvió aislarse, vivir para si mismo, lejos de Dios y del prójimo, entregado a sus propios vicios e intereses mundanos. El Salvador Jesús ya había dicho que el amor se enfriará en casi todos. Esa previsión de Cristo ya es una realidad presente entre nosotros, como ya dijimos, y no hace falta esperar más para verla cumplida.

Dios dice que casi todos dejarán de amar . Casi todos las personas buscarán en 1º lugar apenas a sus intereses particulares. Casi todos vivirán su vida como si estuvieron solos en el mundo. Van a querer pasar su vida entre cuatro paredes, sin ventanas, para que no necesiten mirar hacia las dificultades y sufrimientos ajenos; y sin puertas, para que no necesiten recibir a nadie.

Casi todos serán personas sin una gota de amor… Preguntamos otra vez: ¿quién somos nosotros para no vivir nuestra vida en este amor vivo y maravilloso? ¿O quedaremos nosotros también sin una gota de amor…?

No, por supuesto que no. “Nosotros amamos porque Dios nos amó primero”, dice 1Jn 4.19. Y Juan dice más: LEER vv. 16b, 18. Por otro lado, Juan nos avisa: vv. 20, 21. Pero, ¿cómo podemos amar y servir a nuestro hermano? He aquí algunas formas:

1 – No guardando rencor. Está escrito en la Palabra de Dios: “No se ponga el sol sobre vuestra ira; entra en acuerdo con tu adversario sin demora, mientras aun estás con él en el camino.”

2 – No cerrando la puerta de nuestro corazón cuando él necesitar nuestro auxilio. Dice la Palabra: “Aquel que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?”

3 – No dando demostraciones de tristezas y escándalos a los hermanos de la fe y a los que no creen.

4 – No dando mal testimonio por ser amigo del mundo.

5 – No dando ejemplo infeliz a los hermanos, a través de una participación fría, desinteresada, indiferente, muerta en las actividades del Reino de Dios.

6 – No despreciando la predicación del Evangelio en las oportunidades que Dios nos concede.

7 – Teniendo paciencia con los hermanos, ayudando y enseñando a los más jóvenes y a los más débiles en la fe.

8 – Dedicando tiempo, dones, bienes y talentos para el servicio a Dios y al prójimo.

9 – En fin, practicando todos los días el Evangelio del amor de Jesús.

Hermanos y hermanas, Dios es Amor, y nosotros amamos porque Dios nos amó primero. No vamos a preguntar que los hermanos o la iglesia pueden hacer por nosotros, sino vamos recordar lo que Dios, por medio de Jesucristo, ya hizo por nosotros, y así poder decir: Señor, ¿qué quiere que yo haga?

¡Que Dios continúe a llenarnos con su amor y a través de Cristo Él nos de fuerza y ánimo para servirle cada vez más y mejor! Amén.

Leandro Daniel Hübner
Dionísio Cerqueira – SC – Brasil
Igreja Evangélica Luterana do Brasil
ldh@temais.com.br
www.ielb.org.br


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