Göttinger Predigten im Internet
ed. by U. Nembach, J. Neukirch, C. Dinkel, I. Karle

8° domingo después de Pentecostés, 30.07.06
Mc 6, 7 – 13, Carlos Silva
(A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


La incomprensión pastoral

¿Qué dice el texto? Marcos nos presenta a Jesús. La escena es en Galilea, su tierra. Enseña en la sinagoga. Lo que llama la atención es su sabiduría, es decir, la forma con que enseña. Lo hace con autoridad. Surge entonces la pregunta: ¿no es éste el hijo del carpintero? Y no creían en Él. Porque “a un profeta sólo lo desprecian en su tierra, entre sus parientes y en su familia “ (v 4)… no hace allí ningún milagro. Jesús, incluso, se asombra de la falta de fe que hay allí. Después, sale a predicar y envía a sus discípulos a hacerlo.

¿Qué nos dice el texto? El tema central es la aceptación y no aceptación de Jesús.

Una experiencia luego de 24 años de servicio pastoral. Muchas familias integradas a nuestras comunidades sufren porque sus hijos no participan de ella. Incluso, hay padres que sufren porque sus hijos se han alejado de la fe y de Dios. Han hecho mucho, han predicado y han servido a los pobres pero, sus hijos no participan. Nosotros mismos, a veces, nos sorprendemos al ver a nuestros hermanos y sobrinos lejos de la fe.

Los profetas no son reconocidos como tales por los suyos. Tampoco Jesús lo fe. La familia, los amigos, nos conocen demasiado. Saben que somos hijos de carpinteros, trabajadores, profesionales, empresarios, etc. Algunos, nuestros vecinos, nos conocen de chicos. Saben de sobra nuestros defectos. Incluso, valoran poco nuestras cualidades. Somos demasiado parecidos a ellos.

Nosotros, sabemos que la Palabra que anunciamos no es nuestra. Nosotros, sabemos que es el Espíritu el que actúa. Pero ellos, que no salen de lo cotidiano, lo ignoran. De hecho, no somos valorados por quienes nos rodean. Duele mucho. Como sucediera con Jesús, la gente se queda con “lo conocemos...”, “la conocemos...”, “sabemos como es...” y no trascienden sobre los preconceptos. No descubren que, por un lado, Dios actúa en cada persona y que, por otro, todos podemos cambiar. Quienes conocían a Jesús decían: ¿de dónde le viene esa sabiduría..?, ¿acaso no sabe lo mismo que nosotros?, ¿acaso no es de los nuestros?, ¿cómo puede hacer milagros si es igual a nosotros? Agregaban: ¿no es este el hijo del carpintero? Entonces, se escandalizaban. El drama se repite. Cuando actuamos en Nombre de Cristo no somos comprendidos. El no ser aceptados causa dolor; el rechazo, las dudas, la indiferencia, tienen una importante carga afectiva de sufrimiento.

Jesús Declara que un profeta sólo es rechazado en su casa y en su patria. Les falta fe para comprender. ¿Qué hacer? Al final, Jesús hace pocos milagros (acción) y se va a predicar (palabra) a otras regiones. Se trata de hacer lo mismo. Se trata seguir actuar, convencidos de que no hemos de atender al “que dirán”, sino a Dios. Se trata de actuar en conciencia, según el Evangelio. Se trata de predicar porque hemos sido llamados para hacerlo y es nuestra misión de vida. Se trata de confiar que en la pastoral no importan los resultados. Importa la fidelidad a la propia vocación.

Todos somos profetas desde el bautismo. Formamos parte de una comunidad de profetas. La dimensión profética de la fe, poco conocida y valorada, es parte de nuestra misión. Dejar de profetizar por ver resultados sería traicionar a quien nos eligió para hacerlo. Se trata, pues, de profetizar, más allá de que el mensaje sea aceptado o no por los nuestros. Dejemos actuar al Espíritu. Nosotros, anunciemos el Reino. La vida pastoral no se mide por los frutos -que son de Dios- sino pot la siembra.

Para la reflexión:
¿Qué hice o hago por mi propio pueblo?
¿Rechazo a quienes son profetas?
¿Qué actitud asumo cuando soy rechazado?
¿Soy capaz de seguir actuando según Dios, a pesar de la incomprensión?

¿Qué le digo a Dios? Le ruego aceptar a todos desde sus cualidades y virtudes y aceptar el no ser valorado por los míos. Si Dios lo quiere, he de seguir actuando así. Nos comprometemos a ser fieles a Cristo, más allá de la comprensión o incomprensión.

Dr. Carlos Silva, Montevideo,
carlossilva54@hotmail.com


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