Göttinger Predigten im Internet
ed. by U. Nembach, J. Neukirch, C. Dinkel, I. Karle

24º domingo después de Pentecostés, 19–11–2006
Mc 12, 28 - 34 , Jorge Weishein
(A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


A los colegas misioneros en alabanza al testimonio
de su proeza histórica

El amor a Dios y el amor al prójimo son –a los ojos de Jesús– el resumen de toda la ley de Dios. Incluso están de acuerdo los maestros de la ley que son sus permanentes críticos a través de todo el evangelio. ¿Ahora bien, si estaban de acuerdo por qué estaban en permanente conflicto con él? Jesús comparte con sus colegas la convicción en los contenidos de la fe pero no comparte su implementación, su forma de ponerlos en práctica. Jesús saca la educación del espacio exclusivo de la sinagoga para llevarla a las calles y compartirla para que todos puedan acceder a esta enseñanza. La educación religiosa era la educación básica que recibía la gente en los tiempos bíblicos, el acceso a otra educación ya era más difícil, pero aún la enseñanza religiosa tampoco estaba dirigida a todos. La enseñanza era principalmente para los puros, los que realmente tenían condiciones, los hijos de los ciudadanos correctos e ilustres. La educación era para los justos. La educación también estaba pensada de manera instrumental o técnica, pensada básicamente para desempeñarse bien en la sociedad, es decir, para no entrar en conflicto con el sistema legal, político y religioso.

El problema es que Jesús ve que esta educación era elitista. Dios había dado la ley para todos, pero si bien no todos tenían acceso a su aprendizaje irremediablemente todos eran juzgados conforme esta ley. Esto que voy a decir puede sonar hereje pero, en realidad, a los oídos de los judíos de ese tiempo lo que Jesús enseña no era nada nuevo. Jesús enseña mucho de lo que él mismo aprendió de chico con algunas herramientas que le dio la experiencia de los años de vida. Recordemos que Jesús es hijo de un artesano que vivía de algunos trabajos que iban surgiendo entre los colonos de Galilea o a alguno que otro trabajo puntual que le pida un comerciante de Nazareth. Jesús posiblemente creció y vivió con lo justo, ayudándole a su padre en el taller. El espíritu de Dios que habita en Jesús desde el comienzo de su vida lo hace muy sensible a todo lo que está pasando en cuanto la forma de enseñar y vivir la religión. Jesús es muy crítico especialmente de la falta de respeto de los propios maestros de la ley a lo que ellos mismos enseñan.

Jesús transforma el horizonte de la educación cambiando la forma de enseñar y de aprender. El diálogo y los sermones eran un método común en ese tiempo, también lo era usar anécdotas, fábulas, proverbios y referirse a otras partes de la escritura como los salmos y los profetas. Jesús enseña así como el mismo aprendió. Jesús pone en práctica lo que él aprendió de sus maestros. Jesús empieza a enseñar como si fuera que está charlando con la gente. Imagínemos un maestro que tiene el hábito de enseñar hablando con otros sobre derechos en un pasillo de la oficina, criticando el sistema de vida en la cola del banco, pensando con otros sobre el sistema de salud viajando en el tren, buscando una alternativa para un vecino conversando en la vereda. La gente le pide a Jesús que les enseñe y lo siguen, les gusta escucharlo y conversar con él. La gente dice que Jesús en este sentido era una persona muy especial. Jesús hace de la enseñanza de la ley algo normal, cotidiano, lo más normal del mundo. La gente por su parte se admira porque Jesús demuestra que sabe mucho. Ellos pueden ver con claridad que Jesús la tiene mucho más clara que muchos de los maestros de la ley. Jesús encima es sumamente accesible y hasta el más enfermo, pobre y discriminado de ese tiempo podía hablar con Jesús, Jesús le daba importancia y hasta lo mostraba como un ejemplo –especialmente para los maestros de la ley que se creían más que los otros por estar habilitados ‘oficialmente’ para enseñar la voluntad de Dios.

La enseñanza de Jesús se volvió cada vez más relevante porque la puso al servicio de los que más la necesitaban. Jesús mismo dice que él está para servir a los perdidos, los pecadores, los publicanos, los pobres, los enfermos, las viudas. Esto para Jesús es el costo del seguimiento. No se trata solamente de andar por detrás de Jesús sino también cargar con su mandato, con su razón de ser en el mundo, con lo que le da sentido a su vida: su vocación, su cruz. Jesús carga su cruz mucho antes de llegar a Jerusalén.

La crucifixión de Jesús es la consecuencia histórica de su propuesta pedagógica con la cual los pobres descubren el sentido profundo de la ley el cual antes estaba velado para ellos. Jesús recupera el sentido original de la ley: Regalar vida plena, salvar y sanar a toda persona. Jesús mismo encarna ese mensaje en su propia vida amando a Dios al respetar la ley y amando al prójimo al ‘cumplir con el otro’. El otro, el prójimo, es igual que yo y tiene los mismos derechos porque es tan digno como yo delante de Dios. La vida de fe tiene sentido si el creyente y el prójimo se educan mutuamente en el amor de Dios. La propuesta de Jesús es transformar el sistema de vida vigente conforme la voluntad de Dios.

Jesús mismo se propone como camino porque su testimonio de vida es salvación para muchos –especialmente los últimos, los que sufren bajo grandes cargas y ya están cansados. Jesús es esperanza caminando. Jesús es una promesa visible. Jesús es un maestro de verdad. Jesús es hijo de Dios. Jesús camina en medio del pueblo cargando la cruz de estar al servicio del pueblo sufriente. La ley puede esclarecer responsabilidades y dirimir entre la víctima y el victimario pero solamente la práctica de la misericordia puede proteger la dignidad de la vida de todas las personas por igual. Jesús sale por los caminos a ofrecer la comunión con Dios y la comunión entre las personas. Jesús muestra cómo el amor de Dios puede revelarse hasta en la personas menos imaginada sea en el pueblo, el campo o por los caminos. Jesús cuestiona la educación al servicio del abuso de poder de los poderosos que siguen formando solamente a sus hijos, los hijos de sus familiares y los hijos de sus amigos para que el poder siga estando en manos de los de siempre.

Lutero busca traducir esta propuesta pedagógica también en su tiempo al asumir el compromiso de convocar a maestros, pastores, capellanes y autoridades a que se inaugure un sistema educativo para todos porque la educación testimonial es la única levadura que puede fermentar las conciencias para crecer como personas, como pueblo, como criaturas de Dios al servicio de su reino. Los educadores no pueden dormirse ante esta situación so pena de renegar delante de Dios mismo de la vocación a la que han sido llamados. Lutero dice: “¿Quién es tan fuerte en la comunidad que no necesite del consuelo del más insignificante de sus hermanos?” El poder de Dios se muestra en los débiles. Nuestro mayor símbolo de confianza es la cruz. Nuestro verdadero lugar en el mundo es la vida del prójimo. Lutero nos enseña esto así: “Mi querido hermano, aprende de Cristo, pero del crucificado. Aprendé a cantarle alabanzas y a desesperar de vos mismo. Entonces hablale diciendole: “Amado Señor Jesús, vos sos mi justicia pero yo soy tu pecado. Vos aceptaste lo que era mío y me has dado lo que era tuyo. Lo que vos no eras eso lo aceptaste y me diste a mí lo que yo no era” Por lo tanto, cuidate de no pretender nunca dejar de ser pecador ante vos mismo y menos todavía quieras dejar de serlo. Es cierto que él bajó del cielo donde vivía entre los justos para habitar también entre los pecadores. Meditá profundamente en este amor suyo siempre de nuevo y entonces vas a conocer todos sus consuelos. ¿Si queremos tranquilizar nuestras conciencias con nuestras propias preocupaciones y esfuerzos, entonces para qué murió él? No solamente vas encontrar paz en él sino consuelo cuando te desesperes de vos mismo y tus obras” (Carta de Martín Lutero a Jorge Spenlein en 1516)

Cada vez que la ley es impuesta por encima de su razón de ser el evangelio nos llama a dar un testimonio claro a favor de la dignidad de la vida y la igualdad de derechos de todas las personas. El compromiso asumido por los colegas misioneros en este momento de la historia es uno de estos tantos caminos al que lleva el seguimiento de Cristo. Andar sus caminos es siempre preciso para encontrar en el prójimo esa paz que solamente los débiles pueden enseñarle al mundo.

Dios nos bendiga con su palabra desentrañando nuestras vocaciones para ayudar a encontrar sentidos y visiones especialmente junto a los que más sufren. Amén.

Pastor Jorge Weishein
Villa Ballester – Bs As
jorgeweishein@arnet.com.ar


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