Göttinger Predigten im Internet
ed. by U. Nembach, J. Neukirch, C. Dinkel, I. Karle

3º Domingo después de Epifanía, 21-1-2007
Lc 4, 14-21, Jorge Weishein
(A las predicaciones actuales: www.predigten.uni-goettingen.de)


Que el espíritu de Dios que actúa más allá del entendimiento humano nos ayude a entender su palabra y a ponerla en práctica en nuestras vidas. Amén.

Estimadas hermanas, estimados hermanos,

El texto de hoy me traslada mentalmente a diferentes cultos de ordenación e instalación de diferentes colegas compañeras y compañeros de camino de diferentes ministerios e iglesias. Aquellos y aquellas que hemos sido ordenados y ordenadas al ejercicio de un ministerio hemos conocido en carne propia la profundidad de la obra del espíritu santo al punto de estar en momentos con nuestros sentimientos a flor de piel sin poder terminar de agradecer a la gente por el apoyo y los deseos de bendición de Dios en el nuevo camino que comenzamos. Conocemos también los desiertos y tentaciones por los que atravesamos durante el largo camino de aceptación del llamado, la asunción y ejercicio de nuestra vocación con toda nuestra vida y convicción.

Este texto de Lucas 4 habla de la ordenación de Jesús en el ministerio como hijo de Dios para anunciar la llegada del reino de Dios al mundo. Jesús es ordenado por medio del Espíritu de Dios. La Palabra hecha anuncio y promesa ya hacía siglos en boca de Isaías se cumple en la persona de Jesús. La escuela teológica de Isaías marca profundamente la teología de la gran mayoría de los profetas del AT. ‘EL Profeta’ del pueblo de Israel prefigura programáticamente el ministerio de Jesús: Una nueva gran liberación del pueblo está en marcha. Esta profecía nuevamente ha adquirido una vigencia histórica que hacía siglos no había alcanzado con un profeta. Dios mismo toma la posta y sale a recorrer el mundo con una propuesta de vida que sin ser nueva resulta novedosa porque transforma verdaderamente la vida de aquellos que la entienden y la aceptan de la mano de Jesús, Jesús de Nazareth.

Jesús fue consagrado para llevar la buena noticia a los pobres. ¿Qué es una buena noticia para los pobres? ¿La buena noticia es que van a dejar de ser pobres? ¿La buena noticia es que se van cumplir todas las promesas de todas las campañas políticas que han sufrido en sus vidas? ¿Una noticia puede ser una buena noticia para los pobres? Muchas veces al leer el evangelio tengo la impresión de que aún con toda la miseria con la que describen los evangelios a los pobres estas personas están conceptual e históricamente muy lejos de nuestro entendimiento y de los pobres que conocemos en nuestro tiempo. Nuestra formación y experiencia sigue indicándonos a los pobres como un lugar preferencial para el anuncio del evangelio. La vida de los pobres sigue siendo el contexto que revela el sentido profundo del evangelio en su mayor expresión aportando un sentido liberador que hasta el más rico de los cristianos no puede dejar de confirmar. Aquellos y aquellas que han sido bendecidos y bendecidas con esta experiencia maravillosa de descubrir el sentido profundo del evangelio entre los pobres reconocen en estas palabras de Isaías una propuesta misionera y un método teológico: una pastoral de la cruz junto a los pobres y una relectura del evangelio desde otra visión del desarrollo de la historia –la de los excluidos. La buena noticia es que el evangelio nace en ese contexto de la historia, es el lugar en el que Dios mismo se revela preferencialmente para avergonzar a los intelectuales enredados en la vanidad de los discursos políticamente correctos. El evangelio no está enraizado en la gloria, el éxito y el poder sino entre aquellos que le dan sentido histórico a la teología: aquellos que son empujados fuera de la creación de Dios basureados por su condición.

Jesús fue consagrado para anunciar la libertad a los presos. ¿Cuántos presos esperan ser liberados? ¿La liberación de los presos tiene sentido? ¿Una persona (consagrada al ministerio) puede liberar un preso? Los esclavos, los oprimidos, los sobrecargados, los explotados, los alienados, los internos, los institucionalizados, los ortodoxos, los fundamentalistas, están supeditados a otra voluntad que rige sus intenciones y expresiones. ¿Qué significa anunciarles la libertad? ¿Anunciarles la libertad es mostrarles su dependencia para que aspiren a la independencia y confíen en su capacidad creativa para desafiar el tiempo y el espacio, los paradigmas y los condicionamientos históricos, para crecer? ¿Cómo hablar de libertad cuando nosotros mismos nos supeditamos absolutamente a la voluntad de Dios para interpretar y vivir esperanzada y confiadamente el mensaje de las escrituras? El evangelio nace en ese margen de libertad que ninguna criatura puede arrebatar a otra aún en la peor de sus situaciones: la capacidad de esperar – confiar de cada ser humano. La esperanza confianza podrá ser orientada a diversos caminos e intereses pero nunca suprimida de la especie humana. La esperanza – confianza es el último sustrato de dignidad de los seres vivos. Anunciar la libertad muchas veces es mostrar la llave de las celdas y el razonamiento del sistema que apresa tantas conciencias y reduce tantas vidas a su mínima expresión humana.

Jesús fue consagrado para dar vista a los ciegos. ¿Cuántos ciegos desean ver? ¿Cuántos ciegos pueden cambiar los paradigmas con los que comprenden el mundo e interactúan en él? La ceguera nos lleva al campo de la discapacidad, al mundo de los diferentes, a la visión de la realidad con criterios de percepción y reacción incomprensible para los videntes, los capaces, los caminantes, los oyentes, los habilitados, los incluidos. Ver y entender en el lenguaje del evangelio son parónimos difíciles de traducir, especialmente, en el evangelio de Juan, donde son usados de forma tan ‘perspicaz’ que cuesta definir el sentido en que se los usa en cada oportunidad. Acercar una manera de entender la vida a personas encerradas en visiones que enferman y matan ofrece muchas veces la oportunidad de ver nuevas alternativas que nunca había alcanzado a entender porque no tuvo la oportunidad de conocer la buena noticia de que el reino de Dios sigue transformando la vida de las personas en la actualidad. Este programa evangélico está escrito en forma de quiasmo convirtiendo la tarea de hacer ver en el objetivo evangélico central que se propone Jesús.

Jesús fue consagrado para poner en libertad a los oprimidos. ¿Cuántos oprimidos se reconocen oprimidos por las instituciones que rigen todos los aspectos de sus vidas? ¿Qué condiciones requiere el anunciante de la liberación para poder anunciar la libertad al oprimido? ¿Qué tipo de contexto, condiciones y circunstancias permiten ver la opresión propia –y del otro? ¿Qué tipo de contexto, condiciones y circunstancias permiten creer en la liberación de una opresión? La dignidad de las personas al ser desollada de la vida moderna arroja a las personas a una búsqueda de ‘una vida más allá’ de sus condiciones naturales, humanas, fuera de la historia y al margen del sentido común. La pérdida de la dignidad elimina la culpa como resorte correctivo que active un movimiento de cambio. Una visión científica de seres humanos funcionales a un sistema sostenido sobre la base de la oferta y la demanda oprime mecánicamente la vida de las personas rompiendo el paradigma que explica la dinámica social como una mera lucha de clases sociales en pugna por conflictos de intereses. Solamente la cruz desarticula la locura de los intelectuales orgánicos y avergüenza a los idiotas útiles que se instrumentalizan junto a tantos otros para sostener una lógica de muerte crónica. El evangelio echa raíces en medio de la miserabilidad humana para resucitar su confianza esperanza y recuperar el sentido último de la dignidad humana: vivir libremente como criaturas de Dios sujetas solamente a su voluntad creativa que favorece la vida plena de la creación.

Jesús fue consagrado para anunciar el año favorable del Señor. ¿El favor de Dios tiene un momento específico en la historia de la humanidad? ¿A quiénes favorece el año favorable del Señor? ¿Cuántas etapas y ciclos pueden desarrollarse en el tiempo de un año? El jubileo era la máxima expresión de liberación en la cultura judía veterotestamentaria. Este concepto representa una comprensión de la vida en la que la creación tiene una chance para ser recreada plenamente a través del espíritu de Dios. El sinnúmero de leyes en torno a su alcance y aplicación muestra especialmente a los pobres como beneficiarios directos de la liberación y a los ricos como responsables directos de la restitución y reconocimiento de la dignidad de su prójimo como hijo e hija de Dios. El anuncio del año favorable del Señor expresa al evangelio en su máxima expresión ecuménica y universal: Dios prevé una oportunidad para aquellos a quienes se le es negada sistemática y excluyentemente.

Dios inaugura el ministerio de Jesús mostrando en su anuncio de la manifestación plena del reino de Dios la posición tomada de garantizar la justicia para las víctimas de toda opresión que reduce a las criaturas a objetos de intercambio o recursos humanos desconociendo su dignidad inalienable con la cual él ha creado a cada uno de sus hijos e hijas. En la negación de las condiciones irrebatibles de la vida creada Dios mismo se manifiesta enmascarándose en una expresión más de su misericordia: los oprimidos que son explotados para sostener una historia de la cual solamente conocen sus márgenes.

Jesús cerró el libro, se lo dio al ayudante de la sinagoga y se sentó. La gente lo miraba sin entender lo que estaba pasando. Jesús dijo: ‘Estas palabras se están cumpliendo ahora mismo ante sus propios ojos’.

Cada uno de los ministerios de nuestras iglesias es apenas una expresión de este ministerio al cual Dios nos invita a través del llamado a Jesús. Nuestros diferentes discipulados consagrados están enmarcados en esta vocación de Jesús. Estas palabras son la quinta esencia del evangelio que somos llamados a anunciar con nuestra pastoral, nuestra evangelización, nuestra liturgia, nuestra comunión, nuestra vida, nuestro seguimiento.

Este es el ministerio, esta es la confianza y esta es la esperanza que compartimos con todos los creyentes porque “la esperanza no nos avergüenza porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del espíritu santo que nos fue dado” (Romanos 5,5) Amén.

Jorge Weishein
Pastor Pquia. Villa Ballester
IERP – Argentina
jorgeweishein@arnet.com.ar


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