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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

8º Domingo después de Pentecostés, 06.07.2008

Sermón sobre Mateo 13:1-13, por Pedro Zamora

 

Introducción

El leccionario para este domingo ha acotado no sólo los versículos de la parábola del sembrador (vv.1-9), sino que ha ido más allá hasta el v.13. Es decir, ha incluido la pregunta de los discípulos por el uso de las parábolas y la respuesta de Jesús. Por el contrario, ha dejado fuera la ?interpretación' que Jesús da a su propia parábola en los vv. 18-23. Es decir, el leccionario parece pretender que fijemos nuestra atención no tanto en el significado de la parábola, como en el hecho de que Jesús la haya pronunciado como una nueva forma de comunicación.

En realidad, el leccionario reconoce de este modo que en el cap. 13 de Mateo se da un cambio importante en la predicación de Jesús. Para empezar, Jesús busca un ámbito más sereno y espacioso -"junto al mar/lago" (v.1) - que el de la diatriba con escribas y fariseos que ha nutrido, por ejemplo, el cap. 12. Este capítulo parece caracterizarse por el debate frontal, de modo que sus contenidos son explícitos y desde luego de gran carga teológica. Por otro lado, sabemos que en las predicaciones de los capítulos anteriores al cap. 12, Jesús había esbozado parábolas, pero las había llevado a su máxima expresión como sí hace en el cap. 13. En definitiva, se confirma que los discípulos son muy conscientes de un cambio importante en la forma de comunicación de Jesús, por lo que no pueden sino interrogar: "¿por qué les hablas por parábolas?" (v.10), precisamente ahora. Recordemos que si comparamos este gran discurso del cap. 13 con el famoso ?Sermón de la Montaña' de los caps. 5-7, el contraste de género es patente.

Quizás esta perplejidad pueda conducir nuestra reflexión.

La perplejidad de los discípulos

La parábola como forma de comunicación del Evangelio inquieta a los discípulos. Al menos, no parece que éstos tuvieran problema con los debates anteriores. ¿Por qué? En mi opinión, la parábola puede desconcertar porque:

? renuncia de entrada a un contenido definido o explícito;

? no ofrece una interpretación final o última, sino que queda abierta en la mente del oyente o lector; tampoco ofrece una demanda o exigencia explícita;

? se presta por tanto a una mayor diversidad de lecturas entre los distintos oyentes o lectores;

? obliga a cada uno a una  interpretación subjetiva.

Es decir, comparada con la diatriba de los capítulos anteriores, la parábola deja muchos más espacios de libertad de interpretación, y por tanto de aplicación personal. ¿Será por eso que Jesús concluye la parábola con estas enigmáticas palabras: "el que tiene oídos para oír, oiga" (v.9)? Así pues, a los celosos discípulos del maestro Jesús, seguros admiradores de la contundencia de su dialéctica contra los maestros antagónicos, la predicación por parábolas les parecería diluir la nitidez de su Evangelio y dejar demasiado abiertas las demandas consecuentes.

Pero el propio relato realza un aspecto de la parábola que no siempre reconocemos, a saber: su carácter enigmático. Estamos acostumbrados a pensar que las parábolas de Jesús servían para hablar a los sencillos; sin embargo, la respuesta de Jesús (vv.11-13) claramente conlleva al oyente o lector el aspecto enigmático de sus palabras, y por tanto de cierta ocultación de un contenido de otro modo explícito.

¿Será que Jesús cambia de estrategia en su predicación, dejando el discurso abierto para las masas y centrándose más en los suyos? ¿Seguirá Jesús el camino de las religiones iniciáticas, basadas en misterios que sólo los iniciados pueden alcanzar (cf. v.11)? Sí y no.

Sí, porque todos los especialistas reconocen que a partir del cap. 13 la enseñanza de Jesús va muy dirigida a los discípulos. Pero no, porque esto no supone abandonar el propósito inicial de predicar a la multitud (cf. 14,13) o de seguir presente en la sinagoga (cf. v. 54 de este mismo cap. 13). De hecho, el propio capítulo 13 es un ejemplo del amalgamiento entre predicación a la multitud y enseñanza a los discípulos. Así, este ?concentrado' de parábolas que configura el cap. 13, se inicia con un discurso dirigido a la multitud (v.1), que de inmediato conduce a un diálogo interno con los discípulos (vv.10ss) seguido de otras parábolas que parecen dirigidas a los discípulos (vv. 24-33), pero que de repente se nos dice que iban dirigidas a la multitud (vv. 34-35). Luego ésta es despedida (v.36), y prosigue la enseñanza interna con los discípulos, pero que finalmente se basa también en parábolas que ahora parece que ya no requieren de explicación para los discípulos (vv. 51-52).

Y en este solapado entre las parábolas dirigidas a la multitud y la enseñanza de ellas deducida dirigida a los discípulos, son clave los vv.34-35:

Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba, para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:

?abriré en parábolas mi boca, declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo'.

Es decir, a pesar de su carácter enigmático o no explícito, se aclara aquí que la función última de la parábola es declarar "cosas escondidas desde la fundación del mundo" (v.35). Por tanto, aunque sea imprescindible un proceso de interiorización y de vivencia discipular (esto es, la enseñanza que sólo puede recibir el discípulo), éste se basa a su vez en la apertura de la predicación a la multitud.

Dicho de otro modo: en Jesús no cabe separar la predicación pública (a la multitud) de la comprensión y vivencia particular de su predicación por parte de los discípulos. La una debe alimentar a la otra. La primera, sin la segunda, se convierte en comunicación hueca, esto es, sin materialización; la segunda, sin la primera, cae en elitismo o mero sectarismo arrogante. Sin embargo, cuando se da una sana retroalimentación entre ambas, ocurre que el discurso de masas que es enigmático, puede quedar iluminado por la concreción del seguimiento discipular. Y éste, a su vez, se proyecta más allá de la ?perfección de los elegidos'.

La multitud y el discípulo

Por lo general, tengo la impresión de que el creyente de hoy día muy comprometido con su propia iglesia, esto es, que asiste con regularidad a sus cultos, asume sus responsabilidades de mayordomía y sirve en diversos ministerios, se siente seguro dentro del redil. Por contra, a ese mismo creyente le cuesta mucho ?la multitud'. Sobre todo, le cuesta encontrar una forma de comunicación con la multitud, o sea, con la sociedad tomada como un todo. El discurso empleado dentro del redil es preciso, pero sabemos que fuera del mismo es incomprensible; para algunos de estos creyentes, es incluso un discurso denostado por decir ?las grandes verdades'. Es decir, para éstos habría cierta mala fe en el rechazo de la sociedad.

Es decir, para muchos que se consideran a sí mismos discípulos de Jesús, la multitud es un problema. Y algunos harían de este problema una virtud, basándose incluso en las palabras de Jesús de los vv. 11-17, donde parecería que Jesús es despectivo con la masa. Pero ya hemos dicho antes que esta lectura sería equivocada. Además, hay que entender que Jesús está empleando un discurso polar típicamente oriental: para destacar que el discipulado es un don y no una obra propia (o sea, una brillante decisión personal), realza la situación trágica de la masa, condenada proféticamente, por así decir, a no comprender. Por eso jamás veremos a Jesús buscar la conversión de la masa o de algún miembro de la misma (¿acaso cuando se despidió a la multitud -v.36- se presentó algún converso de entre ella?). Por el contrario, cuando Jesús buscó seguidores, lo hizo personalmente y tomando la iniciativa de elegir a quienes quiso (y que sepamos, los Evangelios nunca asocian este llamamiento con algún discurso de masas).

Conclusión

Por tanto, la clave de comprensión de nuestro relato está en vivir el discipulado como don, no como obra. Como don se vive vicariamente, esto es, por y para el otro, para la masa. Como obra se vive egoístamente, para uno mismo o, a lo sumo, para la comunidad de uno. Por esta razón, al ser un don que se vive para los demás, Jesús no va a dejar de dirigirse a las multitudes, aunque para ello tenga que recurrir a un género de discurso muy distinto al empleado con sus seguidores. Jesús es valiente en su comunicación con ?el mundo', aventurándose con géneros más difíciles y complejos que los que los ya trillados por la propia comunidad, que no requieren de mayor explicación. Y es valiente porque no es posible ?medir la fiabilidad' de estos ?otros' géneros según los parámetros doctrinales, siempre más nítidos en su definición. Como ya hemos dicho, Jesús no busca la conversión, y quizás esto le dé gran libertad de comunicación. Y también le da capacidad de relación desinteresada (o sea, libre): no espera nada de la multitud, a pesar de lo cual sí desea comunicarse con ella. Y lo hace con veracidad pero sin acritud (¡basta con leer las parábolas!)

Pero a la vez, esta forma de relación con la multitud es fundamental para un discipulado saludable. Y un discipulado saludable es esencial para que el discurso de masas no deje de tener un referente concreto vivo que, finalmente, sea interpelador.

 

 



Pedro Zamora
SEUT ? El Escorial
E-Mail: pedro.zamora@centroseut.org

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