Göttinger Predigten

Choose your language:
deutsch English español
português dansk

Startseite

Aktuelle Predigten

Archiv

Besondere Gelegenheiten

Suche

Links

Konzeption

Unsere Autoren weltweit

Kontakt
ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

13º Domingo después de Pentecostés, 10.08.2008

Sermón sobre Mateo 15:21-28, por Edgar Moros Ruano

 

FE SIN FRONTERAS

•1.     El contexto: Jesús se encuentra en territorio extranjero, considerado por los judíos como gentil o pagano.  Está en la región de Tiro y Sidón, territorio Cananita o Siro-fenicio.  Estos pueblos son considerados gentiles, ya que no son parte del pueblo escogido de Israel.  Jesús se encuentra en este territorio, que colinda hacia el sur con Palestina. Esto es,  un territorio que queda al norte de  Palestina. Los judíos sentían profundos prejuicios hacia esta gente.  Allí le sale al encuentro esta mujer cananea, siro-fenicia y le dirije la palabra a Jesús, pidiéndole a voces su ayuda. 

Ahora bien, esto en sí mismo es algo no aceptable para un judío.  Culturalmente, a las mujeres judías no les era lícito dirigirle la palabra en público a un rabino o maestro religioso y,  por  supuesto,  los rabinos judíos no le dirigían la palabra a una mujer judía en público, mucho menos a una gentil o pagana.  Con toda seguridad es esta la razón por la que el pasaje nos presenta esta-aparentemente extraña  primera reacción de Jesús ante la cananea-de no contestarle ni una palabra.  Los discípulos, igualmente reaccionan como judíos cuando le piden a Jesús que la despida, que la eche de su presencia, ya que la mujer imploraba detrás de ellos.  Igualmente, la expresión de Jesús designando a los siro-fenicios como "perros" o "perrillos", no es nada exclusivo de Jesús, sino que era la manera como los judíos designaban a los gentiles o paganos.

•2.     La petición de la cananea: hay varias cosas asombrosas en la petición o ruego que le hace la mujer a Jesús: le pide que tenga compasión de ella y lo llama "Señor" e "Hijo de David".  Esto es, la mujer sabía perfectamente quién era Jesús.  Sin duda, noticia de quién Jesús era y de su obra milagrosa con los enfermos y las multitudes le había precedido.  Nos dice el pasaje paralelo de Marcos (7:24), que "Jesús entró en una casa con intención de pasar desapercibido, pero esta mujer se enteró de su llegada, acudió y se postró a sus pies".  El llamar a Jesús "Señor" e "Hijo de David" significa mucho, ya que es el reconocimiento de que aquí se hallaba un enviado de Dios, no un simple maestro o sanador. 

La mujer viene a pedir, no por ella misma, sino por su hija, que estaba "severamente poseída por un demonio".  Ya sabemos que en todo el mundo antiguo y mundo oriental, se veía lo que hoy llamaríamos enfermedades mentales, como posesión de demonios.  Ciertamente esta mujer habría tratado de curar a su hija por otros medios, con los médicos y curanderos del lugar, sin resultados positivos.  Seguramente ahora estaba desesperada, ya que la chica estaba muy mal.  Al saber de la presencia de Jesús en aquel territorio, la mujer se arriesgó.  Tal sería su amor por su hija y su confianza en que el maestro judío podría sanarla.

•3.     La compasión de Jesús y su maravillarse ante la fe de la cananea: ante el clamor de la mujer, Jesús rompe las normas sociales establecidas y le habla a la extranjera, todavía dentro del esquema tradicional cultural judío. 

La respuesta de Jesús, más aún, revela su concepción de sí mismo, de su misión y ministerio: "¡He sido enviado solamente a las ovejas descarriadas de la Casa de Israel!"  Jesús no tenía conciencia todavía de una misión universal, que abarcara a todo el género humano.  Veía su ministerio en términos del rebelde pueblo de Israel.  Los paganos o gentiles no entraban todavía dentro de su mira. 

Pero el desespero e insistencia de la mujer, quien "se acercó y se postró ante él, diciendo: Señor, ayúdame", aparte de un atrevimiento por parte de ella, significó algo inusitado para Jesús.  Siguió dialogando con la mujer, presentando las razones que normalmente le impedían ayudar a una extranjera y pagana: "no está bien quitar el pan a los hijos para echárselo a los perritos".    Pero, ¡qué mujer más insistente!  No se dio por vencida.  Continuó rogando, demostrando una inteligencia y sagacidad enormes: "Es verdad Señor, pero también los perritos comen las migajas que caen de las mesas de sus dueños". 

Una persona de menor ánimo, se hubiera dado por vencida.  Pero esta mujer, inflamada por un inmenso amor por su hija,  por una valentía generada por una fe inquebrantable, no se amilanó para seguir pidiéndole al Maestro.  Y en Jesús predominó su compasión y amor infinito.  Rompió todas las barreras culturales, sociales y raciales, de normas y costumbres, barreras de diferencias religiosas y rituales.  Y Jesús, maravillado declaró: "Mujer, qué fe tan grande tienes.  Que se cumplan tus deseos".   

Y pasando a una nueva etapa de su autocomprensión, Jesús actuó como lo que era, como el enviado del Padre, como el Señor, como el Hijo de David.  Y dice la Escritura que la hija de la mujer quedó curada en aquel momento.

•4.     Lecciones para nosotros:  ¿Qué lecciones hay aquí para nosotros hoy?

•(1)     En primer lugar, la lección sobre el carácter de la fe de la mujer cananea en el Señor, en el Hijo de David.  ¿Tenemos nosotros una fe como aquélla?  O antes por el contrario, es nuestra fe como la de los discípulos asustadizos, a quienes Jesús en numerosas ocasiones les reclama diciéndoles "hombres de poca fe". 

Tenemos que pedir a Dios, que por medio de su Santo Espíritu aumente nuestra fe, todos los días de nuestras vidas.

(2)  En segundo lugar, la valentía e insistencia de la cananea son una lección para nosotros al incitarnos a pedirle sin reserva a nuestro Señor, por nuestras necesidades y las de los demás.  Además, tenemos la promesa en labios de Jesús, "pedid y se os dará".  Si bien Dios sabe lo que necesitamos, antes de que esté en nuestra boca, hemos de pedir con confianza, hemos de interceder ante el trono de la Gracia.  Muchas veces nuestras vidas cristianas se ven empobrecidas porque tenemos temor de pedirle a Dios que se haga su voluntad para nuestras vidas.  Hemos de pedir con fe inquebrantable, que Dios haga su voluntad en nostros, que Dios nos dé lo que necesitamos para vivir la vida cristiana, que Dios nos dé salud, si es su voluntad, que nos dé el pan de cada día y que derrame su gracia y nos dé los dones celestiales que nos ha prometido.

•(3)  Una tercera lección que podemos derivar aquí para nuestras vidas y para nuestras iglesias, tiene que ver con la ruptura de los prejuicios que muchas veces nos atan y nos esclavizan.  Prejuicios hacia el hombre o hacia la mujer; prejuicios de tipo cultural o social que no nos permiten ver en el otro a nuestro prójimo, que se constituyen en barreras que no nos permiten entender que muchas normas y reglas sociales tienen que ser traspuestas porque las necesidades humanas están por encima de las reglas y normas de clase social, de genero, de raza o étnia, de países y culturas, de los idiomas, etc.  Como en el caso de la mujer cananea y Jesús, todos estos patrones culturales pueden y deben ser trascendidos, en pro de los seres humanos, los cuales son más importantes. 

Para el cristiano, el racismo, el sexismo, las distinciones entre ricos y pobres, las castas sociales, etc., tienen que ser superados y vencidos, para colocar las relaciones entre los seres humanos en un plano superior, de amor, de comprensión, de solidaridad.

Sí hermanos, si pedimos con fe inquebrantable, también en nostros Dios en Cristo puede hacer el milagro de hacernos mejores cristianos en todos los sentidos, cada día de nuestras vidas.

 

 



Edgar Moros Ruano
Mérida, Venezuela
E-Mail: emruano@yahoo.com

(zurück zum Seitenanfang)