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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

15º domingo después de Pentecostés, 24.08.2008

Sermón sobre Mateo 16:21-26, por Carlos Silva

¿Cómo seguir a Jesucristo?   

            ¿Qué dice el texto? Por un lado, Jesús explica a sus discípulos lo que le sucederá en Jerusalén. Allí tendrá que sufrir mucho y deberá morir para resucitar al tercer día. Pedro no lo comprende. Tampoco comprende lo que sucederá. Por ello el Maestro le dice: "no piensas como Dios sino como los hombres" (v 23)  Por otro, presenta las condiciones para ser sus discípulos: negarse a sí mismo (v 24), tomar la cruz (v 24) y perder la vida por Él (v 25). Agrega que de nada sirve "ganar el mundo si se pierde a sí mismo" (26) y que nadie podrá rescatarse a sí mismo (v 26). 

            ¿Qué nos dice Dios? Se ha de leer el texto desde el contexto de la fe. Jesucristo hace hoy las mismas preguntas de la perícopa anterior: ¿quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? y ¿Uds., quién dicen que soy yo? (Cf. Mt 16, 13-  20). A la primera pregunta la gente de hoy responde -posiblemente- de tres formas: por un lado están los que no conocen a Jesucristo, por otro los que conocen sólo algo de Él y, finalmente, quienes -posiblemente nosotros- lo conocen y buscan amarlo y seguirlo. ¿Y Uds., quién dicen que soy yo? Ésta es la pregunta fundamental de Cristo. El Resucitado es una experiencia, una vivencia, una adhesión interior. Quienes tienen con Él una fuerte experiencia de amistad podrán reconocerlo como Amigo. Éstos son sus discípulos. No basta "saber de Él", es necesario conocerlo personalmente. Esta vivencia se realiza en el seno de la comunidad de cristianos. Las condiciones para seguirlo son una respuesta a esta experiencia.  

            No es fácil ser cristianos. Como a Pedro, nos cuesta comprender que el Crucificado está Resucitado, que el sufrimiento y la Cruz son caminos hacia la Vida plena. Para seguirlo, se ha de aceptar sus "reglas de juego": las tres condiciones que nos pone para ser sus discípulos.

            La primera condición es negarnos a nosotros mismos, es decir, no ponernos como centro ni eje de la comunidad cristiana o del grupo social al que pertenecemos. Quien no se niega a sí mismo está siempre buscando aparecer, ser gratificado, hacer su propia voluntad e imponer sus ideas. Vencerse a sí mismo es poner en primer lugar los intereses de Dios y las necesidades del prójimo. Más que pensar que quiero hacer o qué necesito, se trata de pensar ¿qué necesitan mis hermanos? Negarnos a nosotros mismos es un camino de virtudes, especialmente de humildad. Tampoco es fácil vivir esto en una sociedad egocéntrica. Sin embargo, Él lo hace posible por la gracia. Asumir la cruz es aceptar e integrar a la vida y la fe, las distintas situaciones de dolor, debilidad y sufrimiento que están en cada uno y en quienes me rodean. Cargar con la cruz no es una responsabilidad individual -pesaría mucho- sino comunitaria; cargar la cruz-con-los otros- es unirse a Cristo y completar lo que falta de sufrimiento a la humanidad. Cuando se comparte la cruz en comunidad, más aún, cuando se carga con la cruz de la comunidad, el discípulo se hace verdaderamente cristiano, tal es la segunda condición. La tercera es perder la vida; dicho en positivo es: dar la vida. Es un entregar y entregarse, es servir, dar el tiempo, compartir cualidades, ayudar, socorrer, promover, liberar. Decía S. Agustín: "El mandato de "perder" nuestra vida no significa que debamos matarnos, lo que sería un pecado imperdonable, sino que significa que debemos extirpar del alma todo afecto carnal que supone un impedimento para la vida futura y por lo que se prefiere la vida presente... Pero esto se cumple amando... " (Carta a Leto , 243, 5). Se trata, pues, de donarnos y de amar. Todo ello se comprende y vive desde la fe.

            Para la reflexión:

            ¿Qué significa para mí, en éste momento, negarme a mí mismo?

            ¿Qué significa asumir la cruz?

            ¿Cuáles son las cruces de quienes me rodean?

            ¿Qué alcance tiene el "perder vida"?

            ¿Qué me dice Dios?

                ¿Qué le decimos a Dios? Oramos para ser sus discípulos. Nos comprometemos a negarnos a nosotros mismos, cargar nuestras cruces, dar la vida y vivir desde la fe.

 

 

 

  



P. Carlos Silva
Montevideo
E-Mail: carlossilva54@hotmail.com

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