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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

17º Domingo después de Pentecostés, 07.09.2008

Sermón sobre Mateo 18:21-35, por Felipe Lobo Arranz

HIPOTECADOS CON DIOS Y LOS REPUNTES DEL EVANGELIBOR    

Nuestra parábola nos habla de cómo Dios ajusta cuentas con los que sin piedad gustan de ajustar las cuentas a sus prójimos y es que, a veces, en cuestiones de las relaciones humanas, más nos vale usar del instrumento de un fontanero y no muchas razones. Alguno se quedará con la duda de qué herramienta específica. La respuesta es esta: Un desatascador. Cuando lo que obstruye nuestra vida personal, nuestras relaciones y nuestra espiritualidad es la pequeñez de una desavenencia, un disgusto, un desacuerdo, un insulto o una gran deuda, nada mejor que desatascar la podredumbre del rencor, el odio y el falso orgullo.

La importancia del gesto es vital, el acercamiento al otro, el reconocimiento de la culpa, el propósito de enmienda, la restitución al otro, es lo que salva a las personas, las familias, las instituciones, la sociedad y el mundo entero si me permiten.

Dios es el banquero. Nuestros mejores bancos son sólo sucursales de poca monta ante la creación, son administradoras, y mal administradoras para los intereses de la mayoría y de los intereses de Dios, lo que hacen y conciertan en ocasiones en sus sedes, con gente de  puño blanco, es de peor calaña que lo que ocurre en las tabernas, prostíbulos y entre bandas de delincuentes; eso es auténtico pecado y de los grandes.

Job escuchó de Dios en el libro que lleva su nombre, lo siguiente: -"¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? ¡Házmelo saber si tienes inteligencia!" (38. 4). O este texto "Porque ¿quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya? ¡Todo lo que hay debajo del cielo es mío!" (41. 11).

Si algo tiene claro Dios es que a Magnate no le gana nadie y quién lo intenta se cae. Su posición es clara e inamovible, esto no lo va a ceder a nadie, ni tan siquiera a la Iglesia, que administra lo que conocemos de Dios y el camino de la reconciliación en nombre de Cristo. Pero es un Magnate que nos enseña, que siendo todo lo creado semejantes y prójimos, no se encuentra la paz ni la plenitud, ni la auténtica riqueza, sin perdón, sin reconciliación.

Dios da el primer paso reconciliándonos con Él en la persona de su Hijo, Jesucristo, ahora nos pide que hagamos lo mismo con los demás y con lo demás. Desde mi vecino, al bosque en medio del monte. La vida es un cotinuum dar y recibir, si nos negamos a dar o a recibir, sea la comida, el vestido, la paz o el perdón, la oportunidad real de salir vivos de esa experiencia es nula. La vida es perdonar, el alivio es perdonar, el gozo es perdonar, la paz interior es perdonar y recibir el perdón con gesto sincero.

Difícil ¿verdad? Ahí es donde vemos el repunte del Evangelibor (Vs. Euribor) que Dios aplica al mercado de la vida... lo tomas o lo dejas.

Decir: -"¡No me salen las cuentas, alguien me debe...!-"  es característico de los que se saben dueños de las cosas y que, para resarcirse, no se conforman con esclavizar a otra cosa, sino a las personas. Esto si que es un pecado. Cautivamos lo que tiene vida, por cosas que no la tienen. No es este un deporte moderno, pues goza de fama mundial desde que la sociedad humana comenzó a organizarse de manera desorganizada dando valor a cosas que no deberían tenerlo y quitándoselo a lo que lo tiene, de ello nos dio cuenta el libro del profeta Amós.

Esta amenaza del que se siente poderoso: -"¡Págame lo que me debes!"- es una canción de lo más triste que se haya podido cantar. Quien pide prestado, no quiere robar, ni dejar a deber nada, ("- Señor ten paciencia conmigo y yo te lo pagaré todo"- (Mat. 18. 26)) todos tratamos de pagar la deuda por gratitud a la ayuda en el momento oportuno y por buena conciencia, ya que no podemos estar tranquilos mientras sabemos que hemos causado una pérdida a nuestro ayudador y que la va a necesitar.

Quien debe, ha de pagar, a tiempo y con misericordia, quien presta ha de esperar lo justo con gracia.

Mucho me temo que olvidamos que no somos dueños del universo y que no siempre tenemos el capital de la razón plena en nuestras luchas humanas, pero si se te olvida, acuérdate de que Dios es el banquero al que has de rendir cuentas en esta vida y en la otra.

Quien necesita que le perdones, da el perdón, si necesitas perdonar, hazlo pronto o tu conciencia, si la tienes, te lo recordará, y si no la tienes, los demás te lo recordarán y entonces sabrás lo que es vivir con vergüenza, si no asco de uno mismo.

Los que no perdonan serán hipotecados. Es más que probable que conozcas personas que han sido desahuciadas por no poder hacer frente al pago de débitos en estos momentos de crisis, alguien no quiso esperar, sino que no retuvo su mano de tomar la propiedad de quien le debía sin piedad alguna. O quizá conozcas el caso de un amigo o amiga, o tú mismo o tú misma, de alguien que no perdonó y se autodestruyó como persona, murió como ser humano ante los demás por causa de su rencor u orgullo, quizá conozcas el otro lado de la cuerda, es posible que sepas de alguien que no pidió perdón por algo concreto ocurrido entre conocidos o desconocidos y que se saldó con el triste balance de la pérdida de la amistad, de la confianza, de la alegría. La hipoteca divina se cierne sobre los que se resisten al encuentro amistoso, a los que se reconocen, ambos, seres semejantes y dignos ambos de hacerse comprender y de ser comprendidos en sus necesidades y errores. El montante de esta hipoteca del no perdonar es la prisión del alma, la congoja de los sentimientos y el desprecio de muchos.

Esta parábola no fue proclamada ni escrita para juzgar a sus lectores u oidores, sino para alertar del gran peligro que corremos al endeudarnos con el prójimo en cosas materiales o débitos morales, y de si lo hacemos, no permitir que nos esclavice poniéndonos a bien con nuestros deudores.

Las palabras de Jesús nos recuerdan que Dios es el último dueño de todo y que si alguien te debe algo, Dios puede pagártelo en última instancia y que si debes algo a alguien, no sólo se lo debes a tu hermano o hermana, sino a Dios y que tarde o temprano tendrás que pagar.

¡Pongámonos a bien con vuestros hermanos y con Dios!

Jesús nos muestra que el camino natural para nuestro bienestar y felicidad humana es la libertad y que ser libres y liberar a otros es la tarea más hermosa a la que podemos dedicar tiempo, porque con ello lo que hacemos es preservar la vida y la paz que nos han sido dadas por Dios.

"Perdónanos, Señor, nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores...".

                                                                                                              AMÉN.

 

 



Pr. Felipe Lobo Arranz
Iglesia Evangélica Española Bilbao
E-Mail: loboarranz@gmail.com

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