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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

24° domingo después de Pentecostés,, 26.10.2008

Sermón sobre Mateo 23:1-12, por Patricia Cuyatti

 

El texto que nos acoge, dirigida a los fariseos y maestros de la ley, forma parte de un contexto mayor: el reconocimiento del Jesús, realmente humano, como el Cristo. El concepto Cristo era familiar al pueblo judío. Se esperaba la llegada del Cristo no solo porque obedecía a la promesa de Dios, sino porque se quería un gobierno que siguiera la tradición monárquica y una garantía de tranquilidad. Durante el ministerio de Jesús, pocas personas entendieron que la promesa del Cristo iba más allá de una realeza que les garantizara libertad de la esclavitud y del exilio y que se centraría en una nueva promesa: la del amor.

Jesús es judío, y como tal, sabe de las grandes expectativas de su pueblo. Sin embargo, su deseo es afectar la cultura de su tiempo. Se dirige las autoridades religiosas, ya que formaban parte de una de las instituciones importantes e indaga sobre la idea que ellos tienen del Cristo. Cuando les pregunta ¿De quién -el Cristo- es hijo?  Las autoridades religiosas trazan el vínculo de Cristo directamente al rey David quien fue una figura importante durante el periodo monárquico. Sin embargo, Jesús recuerda que el propio David, movido por el Espíritu, reconoce al Cristo como Señor, lo cual expresa su divinidad. La diferencia ente el rey y el Cristo es obvia: el primero es separado y ungido por Dios para gobernar una nación; el segundo es el rostro humano de Dios, el propio Dios en medio de la humanidad.

Por esta razón, Jesús se dirige a sus seguidores y seguidoras para darles un encargo: Ustedes deben obedecer a las autoridades religiosas y hacer todo lo que les digan. (v.3) Todavía me parece contradictorio el énfasis en obedecerles "en todo" porque las autoridades religiosas tenían la costumbre de ponen cargas pesadas sobre las espaldas del pueblo. (v.4) ¿Por qué, si el pueblo de Dios sufriente, pobre y viviendo en injusticia tendría que obedecer todo lo que las autoridades religiosas encargaban? Jesús no refuerza una errónea comprensión de obediencia. El detalle está en que Jesús quiere ir más allá del peso de la ley.  Jesús interpreta la ley con su propia vida. Lo que Jesús hace es revelar la ley a través de su ministerio: acciones concretas de amor, respeto, reciprocidad, responsabilidad, justicia, misericordia; en concreto: a través de la perspectiva de la gracia. Y justamente quienes tienen la responsabilidad de interpretar la ley de esta manera son las autoridades eclesiales. Por eso, el consejo de Jesús no queda en un simple obedecer a ciegas, se complementa con el "pero no hagan lo que hacen ellos." (v.3) Este detalle descubre las contradicciones que, en el caso de las autoridades religiosas, se torna escandalosa: No hagan lo que ellos hacen porque ellos no son capaces de practicar lo que predican. (v.3)

El problema no reside en la enseñanza de la ley o en obedecer las órdenes de las autoridades religiosas, la paradoja es que ellos mismos no eran capaces de sustentar su propia instrucción o comprensión de la ley mediante sus acciones. En su vida diaria sus ojos estaban vendados y no podían vislumbrar la dimensión de la gracia. Aunque las autoridades religiosas enfatizan superficialidades y buscan el reconocimiento público ocupando las primeras filas y ostentando vestimentas aparatosas y rimbombantes; su incoherencia reside en que "devoraban o se apoderan del dinero de las viudas y hacían largas oraciones para impresionar a los demás." (Marcos 12: 40 y Lucas 20: 47) Jesús, atento observador de las contradicciones humanas abre el aspecto económico y ético en la esfera eclesial. Se supone que el templo tenía la tarea de servir y que las ofrendas debían servir para socorrer a las necesidades de viudas y desamparados. En cambio, las ofrendas eran abusivamente usadas para sostener intereses personales justamente por quienes enseñaban y demandaban ofrendas y sacrificios de adoración y perdón.

Ahí encontramos un ejemplo de lo que Jesús llama cargas pesadas: el que las autoridades religiosas pueden ni levantar (v.4) ni sustentar sus exigencias. La actitud soberbia y grotesca de las autoridades religiosas funciona como cortina de humo para encubrir sus negligencias y para evitar la verdadera adoración a Dios. Lo que se evade es el servicio humilde y silencioso. En consecuencia, Jesús dirigiéndose a sus seguidores y seguidoras les recomienda no intentar ser llamados y no actuar como un Rabí. El buscar reconocimiento y autoridad fundado en lo personal hace que se pierda de vista el encargo y la responsabilidad de interpretar el encargo de servir. Ante esto, Jesús abre la dimensión de la congruencia basada en sus propias acciones porque ellas llevan mensaje en sí mismas. Jesús desafía a toda autoridad, que haciéndose valer por apariencias y grado de importancia, olvida lo que significa servir.

El servicio no corre únicamente bajo expresiones de asistencia o favor prestado esperando retribución. Servicio se vincula a la entrega dadivosa, generosa, intencional que afirma el propósito de amor y justicia. Jesús se hizo siervo y vasallo del populacho y ofreciendo su amistad sincera les dejo saber que tenían dignidad, que eran seres humanos con muchas capacidades, que formaban parte activa y valiosa de su comunidad. Sin hacer diferencia entre ricos y pobres, su mensaje de cambio estaba dirigido hacia un sistema injusto e inhumano que no permitía ver y actuar frente a necesidades de hambre, soledad, enfermedad, abandono, ansiedad, incertidumbre, olvido, desprecio, etc.

Pero hoy nos toca identificar donde reside nuestra negligencia de no saber interpretar, en nuestros diferentes y singulares contextos, el mensaje de Dios y vivirlo. Tú y yo que formamos parte del sacerdocio universal hemos recibido la invitación de practicar lo que se nos ha revelado y de hacer florecer el amor de Dios y su justicia a través de formas creativas. Cada quien conoce su contexto y sabe que se lucha para no convertirnos en siervos/as o esclavos/as de un sistema básicamente económico e inhumano que ignora y subyuga a mujeres, varones, jóvenes, ancianos/as ubicados en las periferias del mercado. Lamentablemente, también hoy hay quienes se apoderan del dinero que corresponde los/as viudas/os y desamparados/as de nuestro tiempo y el sub empleo, la explotación son evidencia demás.

No creo que la intención de Jesús siga la idea de humillar a quienes ya están largamente humillados/as y despreciados en el mundo. Me parece que la invitación es el volver los ojos a una vida de servicio que promueva comunidad y vida. Que en esas comunidades vivificantes, quienes han sufrido siglos de humillación, tengan la experiencia de ser dignificados/as y sepan el significado de ser importante; es decir, el significado de servir como lo hizo Jesús. Esta es sin duda, la práctica de la gracia que Dios nos otorga. Les animo a recibirla y a ponerla al servicio de nuestro prójimo.

Dios les bendiga en esta caminata.

 



Patricia Cuyatti
Chicago, EEUU
E-Mail: moyavida@hotmail.com

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