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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

26ª Domingo después de Pentecostés, 09.11.2008

Sermón sobre Mateo 25:24-30, por Julio Strauch

 

¡Que la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo sea con todos nosotros, ahora y siempre Amén!

Servir a Dios. Tener fe. Intentar cumplir con el doble mandamiento del amor. Amar a Dios con todo tu corazón y con toda tu alma. Amar al prójimo como a ti  mismo. Todas estas afirmaciones y tantas otras que podemos encontrar en los Evangelios configuran al buen cristiano. O al menos debería ser así. Sin embargo qué difícil se hace cumplir con todos estos "requisitos" cuando en realidad estamos preocupados solamente por nosotros mismos, por nuestros propios intereses, por como tenemos que hacer para agradar a los demás, por como mejorar nuestra propia imagen. Me pregunto y les pregunto ¿no será que estamos teniendo la misma actitud que tuvo este criado que enterró el tesoro en tierra?

Dios nos da talentos de acuerdo a la capacidad de cada uno. Es decir que cada uno de nosotros tiene un determinado talento y una determinada capacidad. La cuestión es ¿qué hacemos con ese talento y con esa capacidad? Porque si Dios nos lo regala, por algo será. ¿Para que sirve ese talento que Dios nos regala?  La respuesta a esta pregunta la encontramos en nuestro texto de hoy. Dios nos regala talentos para que lo pongamos a trabajar en su favor. Es decir Dios quiere que con esos talentos seamos capaces de servir a su Reino. Cada uno sabrá el talento que tiene. ¿Sabremos? A veces me da la impresión de que la mayoría de las personas no sabe cual es su talento y menos aún sabe para que sirve. Pero... cómo podemos saberlo si en lugar de ponernos a trabajar, lo ocultamos y muchas veces no lo dejamos aparecer, no dejamos que se manifieste. ¿Cómo hacen los que ponen sus talentos a trabajar en favor del Reino de Dios? Sólo hay que observarlos y aprender. Los que ponen sus talentos al servicio de Dios lo hacen sin pensar demasiado en las consecuencias, porque lo hacen con su vista, es decir con su propia vida, fija en Dios. Busquen primero el Reino de Dios y su perfecta justicia y lo demás vendrá por añadidura.  Es decir que cuando hay fe, cuando hay confianza en Dios, los talentos aparecen, se manifiestan y por sobre todas las cosas se ponen al servicio de Dios. Esta es la actitud de los criados fieles, aquellos que se pusieron a trabajar con confianza y con fe, y que lograron multiplicar el regalo de Dios. Solo podremos ser fieles en los frutos a Dios cuando nuestra actitud sea de confianza, de fe en él y cuando pongamos a trabajar nuestros talentos. Dios nos regala los talentos pero también nos da la libertad. Nos da la libertad de servirle a él, nos da la libertad de esconderlos, de usarlos con otros fines, pero.... ¡ojo! que al final hay que rendir cuentas, hay que presentar el balance. Después no nos quejemos si el balance da en rojo. ¿A quien no le gusta presentar un balance positivo?  Como se dice comúnmente... ¡el que no arriesga no gana! Y para arriesgar hay que tener una cierta confianza. Esa confianza nos la da Dios mismo. Si ponemos nuestra confianza, nuestra fe en él, si nos dejamos llevar por su manantial de vida, si nos aflojamos y no nadamos en contra de su corriente, si dejamos de pensar en nosotros mismos, en nuestros propios intereses, en nuestros egoísmos, en nuestros miedos, en nuestra cobardía, seguramente tendremos un balance positivo. ¡Que Dios nos siga regalando talentos y que podamos valientemente ponerlos a su servicio! ¡Amén!

 

 



Pastor Julio Strauch
Iglesia Evangélica del Río de la Plata en Nueva Helvecia Uruguay.
E-Mail: juliostrauch@yahoo.com.ar

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