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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

27º Domingo de Pentecostés, 16.11.2008

Sermón sobre Mateo 25:14 ? 30, por Eugenio Albrecht

Porque el reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encomendó sus bienes.
Y a uno le dio cinco talentos, a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y se fue de viaje.
El que había recibido los cinco talentos, enseguida fue y negoció con ellos y ganó otros cinco talentos.
Asimismo el que había recibido los dos talentos ganó otros dos.
Pero el que había recibido uno, fue y cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo vino* el señor de aquellos siervos, y arregló* cuentas con ellos.
Y llegando el que había recibido los cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: "Señor, me entregaste cinco talentos; mira, he ganado otros cinco talentos."
Su señor le dijo: "Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor."
Llegando también el de los dos talentos, dijo: "Señor, me entregaste dos talentos; mira, he ganado otros dos talentos."
Su señor le dijo: "Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor." Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: "Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste, y tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es tuyo."
Pero su señor respondió, y le dijo: "Siervo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.
"Debías entonces haber puesto mi dinero en el banco, y al llegar yo hubiera recibido mi dinero con intereses.
"Por tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los diez talentos."
Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y al siervo inútil, echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.

 

 

Un poco raro el texto ¿no?. ¿Cómo puede Jesús contarnos una parábola cómo ésta?.

Si hacemos una mirada ligera a su contenido, vemos que el tercer empleado tenía mucho respeto por su patrón. Quizás por eso decidió esconder el dinero que había recibido en confianza de él en la tierra y a su regreso simplemente le devolvió sano y salvo lo que le pertenecía.

Entendió que su misión era solamente cuidar lo que había recibido y esto enojó mucho al patrón. A nosotros nos da pena la situación de ese siervo inocente y casi por lástima nos dan ganas de solidarizarnos con su realidad. Inclusive da una impresión de que haya algo de injusticia, si al fin y al cabo el hombre no le hizo perder dinero a su patrón, ya que guardó en un lugar seguro lo que le pertenecía y luego se lo devolvió, tal como creyó correspondiente.

Un texto como el de hoy ¿No contradice todo lo que aprendimos sobre Dios?

¿Por qué motivo Jesús dice que todo aquel que tiene, se le dará aún más, mientras que el que no tiene, le será quitado lo poco que tiene?. Esto es la esencia más cruel del capitalismo salvaje y a Jesús siempre lo vemos bregando por la justicia y por la igualdad entre sus hermanos.

¿Cómo podemos relacionar esto con todo lo otro que la Biblia nos muestra sobre Jesús?. Para poder hacerlo, debemos tener en cuenta algunos elementos que aparecen con claridad en el texto.

Hay una casualidad que nos ayuda en la traducción del texto al castellano. La palabra talento, que aparece en la parábola es una unidad monetaria (corresponden a mil denarios/mil días de trabajo). En español esa palabra también tiene que ver con los dones y con las capacidades. Esto lo vamos a retomar enseguida.

Centremos primeramente nuestra mirada en la distribución de los talentos:

- Los tres reciben sumas diferentes de parte de su patrón, de acuerdo a la capacidad (los talentos/dones) de cada siervo.

- Lo que reciben no es un regalo o una recompensa por alguna actitud o por el trabajo realizado, sino que es un bien que debe ser administrado.

En síntesis, su tarea era la de administrar los talentos/bienes recibidos, cada uno según su capacidad. Los tres recibieron mucho y tuvieron la libertad para utilizar la técnica que hubieran considerado más adecuada para multiplicarlos. Así, los dos primeros duplicaron el dinero del patrón, mientras que el tercero devolvió solo lo recibido. Jesús se enoja con esta actitud y la reprende con mucha fuerza.

Quizás por eso la famosa frase de quitar al que no tiene para dárselo al que tiene, porque la importancia no reside en quien tiene más talentos, sino en quien pone sus talentos en riesgo, es decir quien intenta multiplicarlos. En ese sentido el que tenía uno sólo, por miedo a perderlo lo escondió, no lo arriesgo porque tuvo susto. Hasta lo podríamos imaginar preocupado, vigilando día y noche ese poquito que había recibido, con miedo de que alguien se acerque demasiado.

Al igual que ese patrón de la parábola, Jesús nos dejó una herencia que debemos multiplicar. La herencia de sus enseñanzas que somos invitados a vivir y también la herencia de nuestros talentos (nuestros dones y nuestros bienes).

Nosotros tenemos dones. Nosotros tenemos bienes. Nosotros tenemos talentos. La comunidad tiene dones. La comunidad tiene bienes. La comunidad tiene talentos.

¿Qué hacemos con ellos? ¿Nos preocupamos por mantener nuestros edificios y nuestras estructuras o multiplicamos los talentos a través del servicio?

Nuestra misión como iglesia de Jesús no se limita a la del tercer empleado (que dejó enterrado su talento), en el sentido de que simplemente cuidemos y mantengamos los talentos recibidos por Dios. Eso es simplemente asegurar lo que tenemos, escondernos detrás de las paredes sin poder mirar hacia afuera, crear muros que protejan lo nuestro, no exponernos, quedarnos en lo nuestro y los nuestros. Pero somos convocados a otra cosa según Jesús: él nos llama a arriesgar los talentos recibidos, haciendo todo lo posible para que se multipliquen. Puede pasar que quizás después de un gran esfuerzo nos demos cuenta que lamentablemente no los pudimos multiplicar, pero al menos los hemos arriesgado. Sinceramente creo que si el tercer empleado hubiese vuelto con las manos vacías, diciendo que hizo una inversión arriesgada, que finalmente no produjo sus frutos, el patrón hubiese aprobado su actitud.

Pensemos un poco entonces de qué modo a veces dejamos enterrados los talentos que recibimos del Padre. Quizás podríamos comenzar a pasarle el plumero, sirviendo a los demás.

Con los talentos pasa lo mismo que con un buen pan recién horneado, si está a disposición, quita el hambre, satisface, se comparte; pero si lo dejamos guardado en una alacena, se pondrá mohoso y nadie lo podrá disfrutar. En ese sentido somos llamados a compartir lo que hemos recibido de Dios.

¡Que tengamos la valentía y el suficiente amor, que nos de la capacidad de compartir lo que hemos recibido!

¡Amén!



Eugenio Albrecht
Villa General Belgrano - Córdoba
E-Mail: eugenio@compartirdesafios.org.ar

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