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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

4º Domingo de Adviento, 21.12.2008

Sermón sobre Lucas 1:26-38, por Julio Strauch

 

¡Que la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo sean con todos nosotros, ahora y siempre!

El pequeño Tobías era un niño muy alegre, vivía su infancia entre juegos y travesuras. Tenía una particularidad que lo diferenciaba  de la mayoría de sus compañeros y amigos. Era muy observador de la naturaleza, pero especialmente le encantaba observar a las personas mayores. Sobre todo cuando estas no se percataban de que estaban siendo observadas.  Para esto muchas veces se escondía para que nadie pudiera percibir su presencia.  Ese era su pasatiempo preferido, pasar inadvertido, para poder ver y escuchar mejor lo que las personas decían o hacía cuando no estaban en presencia de otros. Hacía esto con bastante frecuencia y nunca encontraba otro chico que lo acompañara en esta travesura. Los demás desistían rápidamente porque no se podían quedar quietos o pasar desapercibidos. Un  día, como tantos otros, se escondió en el granero de sus vecino. Se tapó con paja que había para darles de comer a los animales y se quedó muy quieto y en silencio. Su corazón comenzó a latir más fuerte cuando sintió que alguien se acercaba. Trató de observar por entre la paja, respirando lo más suave posible para que aquella persona no percibiera su presencia. Era una mujer muy joven, que venía a buscar alguna cosa al granero. De repente Tobías paró de respirar porque sintió que alguien más estaba entrando en aquel lugar. La escena que continuó después la encontramos escrita en el Capítulo 1 versículos 26 al 38 de evangelio de Lucas.

Tobías pudo  pasar inadvertido una vez más, aunque un par de veces estuvo a punto de levantarse y salir corriendo de aquel lugar. Aquella escena nunca se borro de su memoria. Desde ese momento comenzó a estudiar, a investigar y a indagar que había sido aquello que tuvo la oportunidad de presenciar. Pasó el tiempo y cada tanto trataba de darse una explicación racional de lo que allí había sucedido. Nunca encontraba una explicación concreta de lo que había pasado. Sin embargo aquellas palabras dichas a la joven le tocaban siempre en su corazón. Creía fielmente en lo que aquel ángel había dicho. A esta fe tampoco le encontraba una explicación racional. Creía en aquellas palabras, pero no entendía el porqué. Después de muchos años Tobías encontró una explicación que le dio la paz que siempre estuvo buscando.

Comprendió que: una niña-mujer, una indefensa y pobre niña-mujer, una menospreciada de la sociedad de su tiempo por ser niña-mujer, fue la elegida de Dios para traer al mundo a su Hijo, al Mesías, al Salvador, al Rey, al Señor. No fue una reina, rica y poderosa. No fue una dama de la sociedad, no fue en absoluto alguien importante y prestigioso, sino una simple niña-mujer, la que Dios eligió, entre tantas, para semejante revelación divina. Y ella aceptó el desafío de Dios y dijo las palabras más hermosas que un ser humano puede decir con relación a una invitación de Dios. Esas palabras, que dichas por su boca, se han transformado en el paradigma de la Fe en Dios. vv. 38 "yo soy esclava del Señor, que Dios haga conmigo su voluntad". María se puso en las manos de Dios para que fuera hecha su voluntad y no le fue tan mal. No puso condiciones, ni trató de negociar con Dios, simplemente se entregó, abrió su corazón y todo su ser para que Dios obrara a través de ella. Dios elige a sus instrumentos pero la voluntad humana puede hacer que suenen con la más delicada melodía o simplemente pueden hacer que callen en el más absoluto de los silencios. Dios es quien elige, pero el ser humano es quien decide aceptar o negar esa elección. ¡Qué gran ejemplo el de María! ¡Qué gran ejemplo para nosotros hoy! Nosotros... ¿seríamos capaces de aceptar una propuesta de Dios cuando nos elige para determinada misión? Generalmente ponemos excusas y vaya que somos expertos en excusarnos. Tenemos argumento para todo, somos capaces de desarrollar argumentos a favor de nuestra postura en forma admirable. Pero... cuándo seremos capaces de decir simplemente ¡que se haga tu voluntad Señor! Es lo que hizo María y es lo que han hecho todos aquellos que han llevado el Evangelio a tantas personas. La Buena Nueva requiere de personas que decidan aceptar los desafíos que Dios nos pone. Seguramente Dios da, a cada uno, diferentes dones y esos dones son los que Dios quiere que pongamos a su servicio. Dios no nos pediría algo que no fuéramos capaces de hacer, sin embargo muchas veces pensamos que no somos dignos. Tobías también había sido elegido por Dios para ver esta revelación, pero también lo había elegido para que la compartiera con otros y lo hizo.

Que Dios nos revele la sabiduría de comprender lo que pretende de cada uno de nosotros y que nos ilumine para que podamos decir: ¡que se haga tu voluntad en mí, en nosotros! ¡Amén!

 



Pastor Julio Strauch
Iglesia Evangélica del Río de la Plata
Nueva Helvecia Uruguay

E-Mail: juliostrauch@yahoo.com.ar

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