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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

PASCUA DE RESURRECCIÓN, 08.04.2007

Sermón sobre Lucas 24:1-11, por Cristina Inogés

 

 

 

La incredulidad inicial, la obstinación, las dudas, las burlas, la resignación y el miedo no pudieron impedir esta confesión: todos nosotros somos testigos de que Dios ha resucitado a este Jesús (Hch2, 32). Nace así el más corto y completo credo: Jesús es el Cristo (Jesucristo). La actitud reservada y crítica que se mantiene al principio y, sobre todo, la disposición a morir, si fuese preciso, por mantener la verdad de esta experiencia, habla en favor de la credibilidad de los discípulos.

 

Pero, ¿qué se quiere decir al afirmar que Jesús ha resucitado? No se trata de un milagro, que sólo le afecta a él, al estilo de la resurrección de Lázaro (que después volvió a morir), ni de ser inmortal en el recuerdo de sus seguidores. Lo que se atestigua es que Jesús ha superado la muerte y la limitación de la necesidad, para vivir en la libertad con una vida plena en calidad y cantidad. Ha «pasado» (pascua) a una situación completamente distinta. Él es el primer nacido a este mundo nuevo, el primogénito de la nueva creación. Por lo sucedido en Él, los hombres saben que, siguiendo su camino, se llega a la meta en la que tienen cumplimiento las esperanzas más profundas del hombre.

¿Qué significa la resurrección para nosotros hoy? Desde la fe, la resurrección nos dice que el rostro de Dios que encarnó Jesús es el auténtico y que, efectivamente, su causa es la causa del hombre y, más en concreto, la de los pobres. Así tiene pleno sentido nuestro amor y no es una tontería suicida vivir o morir por los otros, como lo hizo Jesús de Nazaret. La utopía humana se ha realizado ya en Jesús como primicia, y esto fundamenta nuestra esperanza. Un cielo nuevo y una tierra nueva en la que habite la justicia son posibles (2 Pe 3, 13). Jesús continúa animando entre los hombres sus esfuerzos liberadores. Todo crecimiento y progreso verdaderamente humano, todo lo que signifique auténtica justicia en las relaciones sociales, todo lo que implique aumento de vida, constituye una forma de actualizar la resurrección y de anticipar la plenitud futura que, desde luego, no es algo meramente terrenal.

 

Creer en la resurrección significa estar del lado de la vida y de la calidad humana de vida en todas sus manifestaciones: bondad, amor, solidaridad, justicia, ecología, arte, salud, alegría, libertad, creatividad... Creer en la resurrección significa caminar efectivamente ya través de las mediaciones humanas hacia la utopía de la plenitud. También así se puede interpretar la conocida frase del mayo francés: ¡seamos razonables, pidamos lo imposible!

 

De nosotros depende ahora: que-la pascua- sea «florida». De nuestra pequeña aportación a la sociedad, que tantas veces despreciamos por insignificante, depende la aparición de una primavera que coloque al hombre por encima de la economía y el poder. Jesús es el camino.

 

Codo a codo con nuestros hermanos los hombres iremos transformando el mundo, cumpliendo la voluntad de un Dios cuyo culto más genuino es el servicio a los hombres. La muerte y el pecado no tienen futuro. El hombre gana. Todos, sintiéndolo o no, estamos de enhorabuena: ¡la felicidad existe! La esperanza tiene fundamento. El amor es posible. ¡Feliz Pascua!

Cristina Inogés
Zaragoza, España
E-Mail: crisinog@telefonica.net

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