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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Viernes Santo, 10.04.2009

Sermón sobre Mateo 27:33-54, por Enzo Pellini

 

Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.

Viernes Santo, la muerte de nuestro Señor Jesucristo, algunos con ira afirman el asesinato de Jesucristo, otros con una visión más positiva afirman: el sacrificio de nuestro señor por nosotros. ¿Realmente podemos comprender que fecha celebramos? Seguramente diremos el viernes santo es el día en que Jesús fue colgado en la cruz. Pero y entonces ¿qué es lo que estamos celebrando hoy aquí, su muerte?, ¿es esto acaso algo para celebrar? Para cualquier persona la muerte de un ser querido es algo triste, nos causa mucho pesar y a veces angustia que se prolonga durante mucho tiempo, porque por ser humanos somos sensibles al dolor. La muerte de alguien como Jesús nos produce también dolor. Aunque también estamos contentos porque sabemos que él ha muerto para enseñarnos algo muy importante: la esencia del amor cristiano, y porque sabemos que ha resucitado para mostrarnos la gloria y el poder del Hijo de Dios y ha resucitado para redimirnos de la muerte y del infierno.

En lecturas del Antiguo Testamento que usualmente acompañan los distintos leccionarios en este tiempo de semana santa, se advierte que se habla, verdaderamente y nada menos que del Mesías esperado, y lo que se narra allí coincide en gran manera con lo que aconteció con nuestro Señor Jesucristo. Jesús es el protagonista de las profecías de antaño, en él se cumple lo que estaba escrito por los profetas. El evangelista Mateo se ocupa de incluir aquellas profecías, en su relato de la muerte de Jesús, y las relaciona con los acontecimientos de su vida.

Jesús vino a traernos una enseñanza muy importante, vino a traernos una nueva interpretación de las escrituras. Es por eso que con su venida se inicia lo que llamamos el nuevo pacto. ¿Y en qué consiste esto? Mediante el sacrificio de Jesús en la cruz se instauraría el nuevo pacto de Dios con su pueblo, la nueva interpretación de la ley o mandamiento de Dios que consistía y consiste en mostrar el amor al prójimo, en el mismo amor que demostró Jesús a la humanidad al morir en la cruz, sin hacer nada para impedirlo, aunque hubiese podido.

Prestemos atención a ese versículo donde menciona lo que le gritaban: sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios desciende de la cruz... ¿Y qué hubiese pasado si Jesucristo hubiese descendido de la cruz? Si se hubiese bajado, se hubiese desclavado; tirado la corona de espinas; hubiese ido a arreglar cuentas con Pilato; hubiese ido a destituir a los sumos sacerdotes de sus cargos; hubiese reunido a sus apóstoles otra vez, les hubiera dado valor y nuevas instrucciones; hubiera forzado a abdicar a Herodes, y el hubiese ocupado el trono, y hubiese recibido ovaciones de parte de aquella multitud que el día anterior le gritaba crucifícale. Hubiera sido realmente una sensación, las noticias hubiesen llegado en poco tiempo a las grandes ciudades del mediterráneo, incluso a Roma, y con el tiempo se hubiesen organizado viajes para ir a visitar al rey crucificado, y poder verle en vivo..., ya de viejo hubiese sido una personalidad bendecida por el tiempo, pero nunca hubiese sido el Hijo de Dios. Su destino era morir en la cruz para salvarnos y mostrar a todos en qué radica el amor de Dios. Dios no se muestra con los poderosos, Dios se muestra con el humilde, con aquel que pasa sufrimientos, la gracia de Dios es para los más pequeños. Dios quería mostrar hasta que punto el cristiano debe humillarse hasta qué punto hay que amar, en que él, nada menos, Hijo de Dios, se humilló a morir en una cruz para darnos una lección de cómo hay que amar.

Este domingo quizás sea una buena ocasión para preguntarnos porque estamos aquí. ¿Cuál es el sentido de estar dominicalmente en la iglesia, o de cantar, u orar? Participamos de festividades de semana santa porque somos cristianos. Y ahora queremos preguntarnos: qué es eso de ser cristianos. Realmente si alguien en la calle nos para, o algún conocido nos pregunta, o algún amigo nos cuestiona, ¿por qué eres cristiano, tendremos una respuesta clara y concreta para darle, o nos costará responderle? El tiempo de semana santa para los evangélicos es más una oportunidad para refrescar en nuestra conciencia, qué significa ser cristianos, o por qué visitamos la iglesia.

En primer lugar somos cristianos porque hemos aceptado al Señor Jesucristo como nuestro Salvador, porque creemos que él es nuestro Dios. Y nos preguntaremos pero que es eso que Jesucristo es nuestro salvador. Algunos responderán que Jesucristo es nuestro salvador porque el murió por nuestros pecados en la cruz. Ahora yo me pregunto: ¿entendemos en realidad que significa esto?

A mí personalmente me gustaría, antes que dar una explicación teológica, que por ahí nadie entiende, decirle a la persona que necesita saber por qué yo soy un cristiano, es que esa persona se de cuenta que yo soy un cristiano. Mostrarle mediante mis actos que yo me comporto distinto a los demás y que me comporto distinto porque tengo un modelo o ideal que es Cristo Jesús. Y entonces yo sí le diría a esa persona: -mira yo actúo así porque soy cristiano o somos cristianos; un ejemplo, una imagen valen más que mil palabras, es la manera más efectiva de evangelizar.

Y el Señor Jesús es nuestro salvador porque dio y nos da una clave para vivir en esta vida. La clave que el Señor nos da son sus mandamientos. Y él enseño sus mandamientos, cumpliéndolos él mismo, y por ser tan coherente con lo que hacía y predicaba tuvo que ir a morir en una cruz.

Dios mismo mandó a su propio hijo que se haga ser humano que, viva como un hombre para mostrarnos cómo se debe vivir cumpliendo los mandamientos del Señor.

Esto es lo único que nos traerá respuestas y bendición ya en esta vida, de esto se trata el nuevo pacto, que la Semana Santa sella. No lo busquemos ni en el dinero, ni en el poder, en la posición social, ni en el saber. Jesús murió por eso, por ser consecuente amando al prójimo, y por amar la verdad en todos sus aspectos. ¿Realmente queremos imitar a Cristo?, De seguro vamos a tener muchos problemas o frustraciones por decir la verdad, o por amar, pero ese es el desafío que nos impone Jesús, seamos imitadores de él.

Muchas personas aparte del mismo Jesucristo fueron asesinadas por ser obedientes al extremo al llamado de Dios. Ellos eran conscientes del riesgo que corrían, pero lo hicieron por amor a Dios y a los suyos. ¿Cuántas cosas podríamos hacer para modificar la dignidad de nuestra vida en nuestra localidad por amor a Dios y a nuestro prójimo?

Ser obedientes al llamado de Dios para vivir en amor, justicia y paz, en un mundo de odio, represión, corrupción, materialismo extremo, discriminación económica entre países y violencia trae problemas y aflicciones. Generalmente queremos evadir el sufrimiento para vivir tranquilos, desoyendo la voluntad de Dios. Jesús tampoco quería sufrir pero aceptó la voluntad de Dios, porque su amor era más grande que el temor. Esta es la pregunta que debemos hacernos en cada caso ¿Qué es más fuerte en nosotros, el temor a las aflicciones o el amor por los otros?

Viernes santo; muerte de Jesús en la cruz; pero muerte con una resurrección. Muerte con tristeza, pero con un rápido consuelo, para los que creen en él, pues con su resurrección nos trae su gloria. Esta semana debería ser una semana de recordación, de dolerse junto a él, de penitencia, de meditación. ¿Lo es para nosotros así? ¿Y por qué debiera ser así? Debiera ser así, porque tendría que ser una semana para aquietarnos, frenar el, quizás, estresado ritmo de vida que llevamos, tendría que ser una semana en la cual "pongamos las barbas en remojo", como dice el dicho popular y pensar: ¿de qué lado de la gente nos pondríamos nosotros?, del lado de aquella que creyó que él era un rey, el Mesías, el Hijo de Dios, el ungido, a quien confesarle, o del lado de aquellos que en esa semana lo denigraron, lo vejaron, y lo llevaron a morir en una cruz.

Si en verdad luego de esta semana nos sentimos seguros de seguir a Cristo, de cumplir sus mandatos, y de jugarnos por él y por su Iglesia sintamos alegría de celebrar el viernes santo, a partir de su resurrección y de su victoria en la cruz ya en este mundo; victoria de la cual participarán todos aquellos que le reconozcan.

Amen.

 

 

 



Pr. Enzo Pellini
Parroquia Basavilbaso, Congregación Evangélica San Antonio, Entre Ríos Argentina
Iglesia Evangélica del Río de La Plata
E-Mail: enzopellini@yahoo.de

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