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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

1º Domingo después de Navidad, 27.12.2009

Sermón sobre Lucas 2:41-52, por Cristina Inogés

 

 

 

 

 

 

The garden is like love, fragile but wonderful.

Love and let love

 

La primera Pascua de Jesús

Es curioso como el evangelio nos presenta semejanzas que, a menudo, pasan desapercibidas.

Que unos padres viajaran con su hijo es normal; que el niño se perdiera entra dentro de lo probable; que lo encontraran al cabo de tres días ya tiene un significado. No vamos a entrar aquí en la historicidad del suceso, pero sí en la intención catequética del evangelista que va, poco a poco, ya que él conocía la historia, presentando la figura de Jesús en clave de salvador del sufrimiento.

Cualquiera que sea padre o aún no teniendo hijos se ponga sinceramente en esa situación, sabrá lo duro que tiene que ser perderlo, la angustia de no saber nada, el miedo a qué le estará pasando. José y María vivieron ese momento como por desgracia, muchos padres lo han vivido a lo largo de la historia y lo siguen viviendo y sin tener el final feliz al cabo de tres días.

En este texto hay tres cosas a resaltar. Primera el amor que había entre José y María. Ni un reproche mutuo porque hubiera sido muy fácil empezar a decir que ha sido culpa tuya, que no te fijas en nada, que el niño estaba a tu cargo y todas esas cosas que decimos cuando nos sentimos impotentes ante lo que se nos viene encima. En segundo lugar la paciencia que tuvieron con su hijo al encontrarlo, que nadie duda que sería Dios, pero se comportaba como un adolescente. Normal por otra parte a esa edad. Y en tercero que apareciera a los tres días empieza a indicar por donde va a ir la resurrección. Efectivamente, al cabo de tres días. Es pasar tres días de angustia, de miedo y al final ver la salida.

Es toda una catequesis familiar en la que Lucas trata de decirnos que nos queramos, que la familia es un espacio maravilloso lleno de oportunidades para crecer, a cualquier edad y en cualquier sentido. Que tiene sus fallos pero pese a todo merece la pena, siempre, contar con ella.

El amor no lo ha inventado nadie pero no creo que exista nadie en el mundo que no lo haya descubierto. Aunque conviene recordar que amar es más una decisión que un sentimiento, que requiere la misma dedicación que el cuidado de un jardín: hay que arrancar las malas hierbas, preparar el terreno, sembrar en unos casos, plantar en otros, ser pacientes, regar, abonar en su momento y estar atentos porque habrá plagas, sequías, altas temperaturas, heladas, lluvias excesivas, vientos huracanados y algún otro desastre que me dejo. Pese a todo, seguro que el jardín nos recompensará por los cuidados recibidos.

A cuidar el jardín, es decir, a querer y a amar se aprende en la familia. No hay enciclopedia que lo enseñe pero también es verdad que se nos enseña mucho a expresar quejas y muy poco a dar alegrías y a expresar sentimientos íntimos y felices, por eso lo mejor cuando queremos a alguien en especial o, simplemente estamos bien con nuestra familia, deberíamos gritar: ¡TE QUIEROOOOOOOO! O bien ¡OS QUIEROOOOOOO! Y no esperar a que los demás adivinen cuánto les queremos.

El jardín agradece el agua del riego infinitamente más que el deseo profundo de regarlo.

 



Cristina Inogés
Zaragoza. España
E-Mail: crisinog@telefonica.net

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