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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

Mensaje de Navidad, 25.12.2009

Sermón sobre Lucas 2:(1-7) 8-14 (15-20), por Stella Maris Frizs

 


 
Este es un texto breve, simple, pero profundo, cargado de contenido, de anuncio, de mensaje.
Los pastores, eran aquellos que pertenecían al grupo de los despreciados, marginados, considerados deshonestos.
No tenían ningún motivo para considerarse importantes, porque efectivamente no tenían nada. Como ya se dijera de Jesús: no tenían donde recostar su cabeza. Vivían a la intemperie, al aire libre, bajo los árboles.
Sin embargo, Dios se les revela a ellos. Porque son ellos los capaces de llevar en serio esta buena noticia que cambiaría el rumbo de la historia.
¿Se imaginan hablar con los doctores de aquel tiempo, con los sacerdotes del templo, con los ricos propietarios de Galilea o los gobernantes del pueblo... para decirles: "Oigan! acaba de nacer el Mesías en un pesebre!...
Eso no cabía en sus cabezas. No podía ser cierto. ¿Cómo creer que Dios iba a realizar su promesa de aquel modo? ¿Cómo pensar que Dios se manifestaría así de simple y pobre? ¿Cómo imaginar que Dios no los consultara a ellos, los sabios, instruídos y doctos?
Pero los pastores no perdieron tiempo y se pusieron en camino. Querían verificar que aquella noticia que era demasiado buena como para no darle importancia, era realidad. No un sueño. Porque en el fondo sabían o tenían la esperanza de que aquel Salvador los libraría de la opresión y dominación extranjera. Eso los impulsaba a seguir adelante. A pesar del miedo que siempre les rondaba, especialmente en las oscuras noches de invierno.
A pesar de todo, confiaron en aquel mensajero que les traía una buena noticia que los llenaba de alegría. La alegría de la fe y la esperanza, la alegría de saber que aquel Salvador revertiría todo dolor, tristeza, miseria, pobreza, soledad y desprecio.
Qué simpleza emanaba aquella primera Navidad. Qué paz tan profunda se podía sentir. No había brillo ni colorido. No había pan dulce, ni garrapiñadas, ni sidra, ni adornos.... Nada de eso tiene fundamento bíblico.
Decía el pastor metodista Roberto Ríos que la Biblia nos ofrece un solo símbolo, que nadie menciona, que no ha trascendido. Y son los pañales. Porque con los pañales no se puede comerciar; porque a nadie se le ocurriría colgar del arbolito un pañal. "Como señal encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre..."
¿Qué símbolo más adecuado para mostrar lo desvalido y desprovisto que vino el salvador al mundo?
Quizás para mostrarnos lo humano que era, lo indefenso. Como cualquier niño que todavía hoy nace en condiciones inhumanas y con menos chance de vida.
Pero era imprescindible que aquel bebé frágil, manso, indefenso sobreviviera para convertirse finalmente en el tan esperado Príncipe de Paz. Que, como dice Isaías "Juzgará con justicia a los débiles y defenderá los derechos de los pobres del país"...
Y esta sí que es una Buena Noticia!
¿Escuchamos buenas noticias hoy día? Casi que no, al menos si miramos la pantalla chica.
¿Será que no hay buenas noticias? ¿Será que faltan mensajeros? ¿O no queremos ver, ni oir? ¿Será que no hay nada bueno para anunciar? ¿Que los cristianos no tenemos nada bueno para decir? ¿Será que hemos perdido las esperanzas en aquel que vino para transformar nuestras vidas con la suya propia?
Espero que no.
Espero que el mensaje de Paz, aún en medio de un mundo violento, resuene como las campanas al aire por todos los rincones del planeta. Paz que es bienestar, plenitud, dicha, prosperidad, bendición.
Paz que es fruto del espíritu, igual que la alegría.
Paz, aquella que construímos, no evadiendo ni resignándonos a aceptar todo como está, sino enfrentando, encarando, solucionando para que haya menos miedo, menos abusos, menos tristeza, menos...
Hacedores de la paz para que también nosotros seamos llamados Bienaventurados.
Bienaventurados porque no nos ocultamos detrás de una alegría artificial y artificiosa que se esconde detrás del ruido y bullicio. Bienaventurados porque no simulamos que todo está bien levantando las copas o haciendo regalos.
 
Sino Bienaventurados porque seremos capaces en esta Navidad de alegrarnos con lo pequeño, lo frágil, lo simple, lo sencillo ¿Seremos capaces esta vez de alegrarnos como los pastores?
¿Seremos capaces de compartir un abrazo, un saludo, un deseo, una poesía, una bendición con el que está solo, enfermo, abandonado?
Quiera Dios ayudarnos a ponernos en marcha y ser los mensajeros que el mundo necesita hoy.
Amén. 
 



Pastora Stella Maris Frizs

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