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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

5. domingo después de Epifanía, 07.02.2010

Sermón sobre Lc. 5:1-11, por Felipe Lobo Arranz

 

¿Malos tiempos para la lírica?

 

“5 Respondiendo Simón, le dijo: --Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; pero en tu palabra echaré la red. 6 Cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces que su red se rompía. 7 Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca para que acudieran a ayudarlos. Ellos vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. 8 Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: --Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. 9 Por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él y de todos los que estaban con él, 10 y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: --No temas; desde ahora serás pescador de hombres. 11 Trajeron a tierra las barcas y, dejándolo todo, lo siguieron.”

 

Queridos amigos y hermanos,

 

Todos vemos cómo el  Evangelio y la Iglesia tienen un importante retroceso en Europa. Una Europa que cierra sus puertas a una buena relación con Dios. Me pregunto si esta conclusión es cierta o no. Si nos lo creemos, entonces pensaremos en tirar la toalla del testimonio, si no nos lo creemos, podremos ver otra manera de enfrentarnos a la realidad predicando de una forma nueva. Yo, particularmente, creo que Europa no ha cerrado las puertas a Dios, sino al Dios que presenta la Iglesia en el presente y a través de la historia. ¿Qué pensáis vosotros que está ocurriendo? ¿De qué lado nos pondremos?

 

La Palabra de Jesús tiene un lugar en los corazones, dejemos que ella hable a la gente, a través de nosotros o incluso sola.

 

Pedro estaba acostumbrado a que le hablaran de Dios desde el púlpito de la sinagoga de Genesareth, Jesús les lleva al púlpito de la barca y desde allí, desde el taller de pesca, les habla al corazón y sus auténticas necesidades. Jesús se embarca como uno más de nosotros y nos muestra el lugar donde echar las redes y se atreve a decir a la gente, que estaba solo acostumbrada a pescar de noche, que se puede pescar incluso de día, justo, cuando más difícil resulta pescar. Y no contento con esto, nos enseña que el vacío de las redes se puede tornar por una abundante captura, peces de toda clase, de una manera tal que todas las barcas posibles serán necesarias. Sin competencias de ver quien tiene más peces o más razón.

 

Os invito a reflexionar juntos por un ratito en esto que acabamos de introducir.

 

Nuevos Púlpitos.

 

No hace mucho hablaba con una mujer cristiana a la que decía que sería bueno cambiar el aspecto de la capilla para hacerla más acogedora y moderna, pensando que un cambio de fachada atraería más personas a reunirse con nosotros, en una de las iglesias en las que pastoreo. Me sorprendió que esa misma mujer, que siempre goza de buen gusto, me respondiera que eso sólo no ayudaría a que la gente quisiera estar reuniéndose en nuestra iglesia. Entonces le pregunté, qué pensaba ella que sería necesario para mejorar la Iglesia. No se tardó en espetarme que lo que  nos hacía falta era pedir al Señor que nos enviara la gente y que nos dijera dónde tendríamos que ir a pescar. Me aguanté hasta poder meterme de nuevo en mi despacho, no para que me diera la risa, sino para rascarme la cabeza. Me interrogaba, preguntándome a mí mismo: ¿Todo lo que estoy haciendo no es suficiente para Dios y para mi Iglesia? Debo de confesar que dudaba que la oración simple y el ayuno sincero, pudieran hacer algo por nuestras comunidades que consumen fe instantánea y después se nos olvida lo que Jesús nos enseña para hacer lo que nos viene en gana, al son de : -!¡Dios nos ha hecho libres para hacer lo que nos de la gana! ¡Ya hemos sido salvados! ¡Viva la gracia que nos parió!- 

 

Decidí escuchar esa propuesta y vivirla. No se tardó dos semanas para que empezáramos a ver gente nueva entrar por la puerta de la Iglesia buscándonos, buscando al Señor. No sé que será mañana de estos que ahora están con nosotros, pero sí he aprendido lo que Jesús nos enseña acerca de la oración que pide que venga a nosotros su Reino.

 

Si nos hacemos la pregunta adecuada y miramos a Jesús en el Evangelio, tendremos una respuesta. La pregunta no es qué haría Jesús en nuestro lugar, sino qué hace Jesús distinto que yo no estoy haciendo.

 

Mi púlpito esta en la Iglesia y no hay quien me saque de allí aunque me tiren de la cintura tres Mr. Propers. ¿Te pasa lo mismo? A veces habrá que sacar a la gente del templo para hablarles en su foro, donde todos están, los peces están en el fondo del lago. Toda oportunidad de hablar de Dios en Cristo, es la oportunidad que Dios nos da de pescar y la oportunidad de ser pescados para Jesús.

 

Jesús no entró primero a la sinagoga a buscar a su gente, sino a la playa y su púlpito fue una barca, si conseguimos esto, sí que será un autentico éxito ministerial. La barca de la calle, la barca del mercado, la barca de la prensa, la barca de los hospitales, la barca de las prisiones, la barca de las ONG's, la barca del tú a tú, la barca de los velatorios, de los bautismos, de las bodas, de las charlas informales, las tertulias, las tabernas y bares, los cumpleaños, las residencias de mayores o de menores, la barca de los diálogos, de las visitas, de la compañía a los necesitados, de los angustiados y de los solitarios que mueren de soledad y la incomprensión.

 

Oración, el consuelo del Espíritu, la Palabra de Dios, y una sonrisa acogedora y sincera en un 50% y en el otro 50% : ¡arrestos! (arrojo, valentía).

 

Nuevas formas de pescar.

 

Jesús termina de rizar el rizo cuando les dice a los discípulos que tendrían mayor éxito en la mayor de las vicisitudes y en la más intensa de las contrariedades. ¿Pescar de día? ¿pescar en el mismo lugar donde antes no habían pescado nada?

 

Me pregunto si estamos vendidos al capricho de Dios o a su fanfarronería todopoderosa, cuando lo que queremos es hacer algo de manera menos estrambótica, menos fenomenológica, para evitar ser tenidos como una especie de brujos tribales cada vez que necesitamos algo de Él.

 

Creo que dependemos de Dios y de sus maneras, pero no es lo milagroso lo que esperamos, sino soluciones que en la manera de trabajar de Dios con nosotros, en ocasiones nos sorprende con lo milagroso. Si queremos un milagro, lo único que debemos hacer es no esperarlo, cosa que hoy no nos es difícil poner en práctica. La gran palabra, la palabra que lo define todo es que todo lo que hagamos ha de ser hecho a la voz de su propia palabra, a su orden y en su momento. Esto nos ha de predisponer a buscar a Dios en oración y en dependencia obediente de Él. Mirándole fijamente sin perderlo mucho de vista. Y es esto, concentración en lo que hacemos, lo que la Iglesia de hoy no hace. Si la Iglesia ve la vida cristiana y de Iglesia como algo casual, anecdótico u optativo en la semana, no estaremos en disposición de escuchar a Dios y saber donde pescar en todos los campos de necesidad que tenemos.

 

Los nuevos predicadores, las nuevas formas de pescar serán a la voz del Hijo de Dios, del Hijo del Hombre, de la misma manera que hoy se pesca con GPS.

 

Nuevas redes ¿solamente? Nuevas técnicas ¿nada más? Nuevos métodos ¿es suficiente? Revestirnos de postmodernos y progres ¿será lo que cambiará a la gente?

 

Jesús nos responde: Sólo a la voz de mi Palabra. Ahora entiendo lo que es Palabra de Dios verdaderamente, ahora comprendo a Jesús como Palabra, como el máximo sacramento, según nos enseñó Lutero. Su Palabra cuenta definitivamente, si lo que queremos es pescar.

 

Podemos, por contra, sólo jugar al culto y a la religión que es muy bonito, pero que hace feligreses o abonados descontentos, pero pocos discípulos.

 

Nuevos pescadores.

 

…. y de estos quiero hablar aquí. Solamente los que han visto lo que ocurre a la voz de la palabra de Jesús, son los que están dispuestos a dejar sus redes y seguirle. Solo los que han visto y oído las obras de Dios, se sienten llamados a servirle. Y es que es normal. Personalmente, soy de los que se cambiarían a Ariel (detergente famoso), si éste lava de verdad más blanco.

 

Serán éstos que se ponen de rodillas en adoración y en confesión de sus pecados e incapacidades por lo que han visto, los que pueden ser pescadores de hombres al comprender de  manera sencilla, que no se puede hacer nada sin que sigamos al maestro: -“¡Os haré pescadores de hombres!”

 

¡Queeeé! ¿Pescadores... de hombres? Sí, y de los nuevos. Confieso que soy de los que hace tiempo sale a pescar y vengo sin pescar mucho o más bien poco. Y es momento de preguntarme si cuando lo hago lo hago a la disposición de la palabra de Cristo.

 

Nos queda fijarnos en los desorientados, en los solitarios, en los enfermos, en los que no confía nadie, en los que nadie quiere o pocos y después, veremos que hace Dios con ellos.

 

Como todo en la vida es un proyecto de fe, el nuestro también lo es, en tiempos malos para la lírica.

 

Los que son pescadores de hombres lo son igual que los que pescan peces. Pescar es lo mismo, pero los que pescan hombres son individuos que están acostumbrados a ver que otros son pescados y además hacen de ello, no una lucha contra el que qué dirán, o contra sus propios miedos o prejuicios, pensando que ser intelectuales es mejor que ser un pescador o que pescar es un oficio menor en el Reino, al que por otra parte, como ministros y como cristianos de base, somos llamados en boca de Pablo, cuando éste le recuerda a Timoteo: -“...haz obra de evangelista...”, entre otras muchas cosas, sino que hacen de ello un estilo normal de vida. Cada uno tiene que hacer su parte. Desventurada congregación la que piensa que pagan a sus pastores para que les llenen la iglesia, cuando esta tarea es para todos los miembros del Cuerpo de Cristo, desventurado pastor el que piense que sin ejemplo a sus hermanos y sin prepararlos para pescar, podrán crecer como congregación.

 

Lo primero es pedir a Dios que nos indique dónde pescar, haciéndolo a la voz de su palabra, lo segundo testimoniar echando las redes, finalmente alegrarnos con la pesca, donde unos reconocerán su incredulidad y  prejuicios y otros agradecerán admirados a Dios por lo que ven en otros.

 

Nuevos pescadores, sí, nuevos porque creo que la iglesia ha de renovar su compromiso y su visión del Reino y de su misión hoy. No olvidemos que todo comienza “a su palabra”: - Señor, no sé qué pretendes hacer, pero porque tú me lo dices, echaré la red... ¿dónde, aquí? Ahí va la red que tengo en la mano. Después, como dice el himno: “Dejaré el resultado al Señor.”

 

León Felipe en uno de sus profundos poemas me sobrecoge, escuchad:

 

“¡Oh pobres versos míos,

hijos de mi corazón,

que os vais ahora solos, a la ventura por el mundo...

que os guíe Dios!

 

Que os guíe Dios y os libre de la declamación;

que os guíe Dios y os libre de la engolada voz;

que os guíe Dios y os libre del campanudo vozarrón;

que os guíe Dios y os libre de caer en los labios sacrílegos de un histrión.

 

¡Que os guíe Dios! Y Él, que os  sacará

de mi corazón,

os lleve de corazón en corazón.”

 

Ojalá, quiera Dios, que la palabra de Cristo no quede en estética y sea herramienta, ojalá el pragmatismo nos llevara a hacer abusivo uso de su palabra. Ojalá no quede en la garganta y en los templos como palabra bonitas y bien expresadas, sino que sean una red para pescar. Cómo el poeta deseaba y pedía a Dios, que la acción y nuestra palabra vayan no a un intermediario religioso, sino que circule, como es legítimo, de corazón en corazón, que es como contagia el Evangelio a toda criatura.

 

Si como dicen, Genesareth significa “jardín de las riquezas”, veamos lo que nos espera más allá de nuestra experiencia, de nuestros lagos vacíos de peces y de nuestra mala pesca en la dureza de la noche, que veamos las riquezas que Cristo ve y “dejando nuestras barcas”, le sigamos para contagiar los corazones de otros. Lo único complicado que tiene pescar es descubrir que no es complicado, eso es lo nos quiere enseñar el Evangelio.

 

Amén.



Pastor Felipe Lobo Arranz
Bilbao – España
E-Mail: loboarranz@gmail.com

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