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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

3° domingo de Cuaresma, 07.03.2010

Sermón sobre Lucas 13:1-9, por Dieter Kunze


 

Por aquel mismo tiempo fueron unos a ver a Jesús, y le contaron que Pilato había mezclado la sangre de unos hombres de Galilea con la sangre de los animales que ellos habían ofrecido en sacrificio.

2 Jesús les dijo:

¿Piensan ustedes que esto les pasó a esos hombres de Galilea por ser ellos más pecadores que los otros de su país? 3 Les digo que no; y si ustedes mismos no se vuelven a Dios, también morirán. 4 ¿O creen que aquellos dieciocho que murieron cuando la torre de Siloé les cayó encima eran más culpables que los otros que vivían en Jerusalén? 5 Les digo que no; y si ustedes mismos no se vuelven a Dios, también morirán.

 

En estos tiempos de terribles terremotos uno se pregunta:  ¿quién tiene la culpa?

Buscamos culpables.

Un conocido predicador norteamericano sentenció que el terremoto de Haití era consecuencia de la apostasía de los haitianos.

Somos rápidos para buscar la culpa en otros. - (Génesis 3)

Sin duda que hay una relación entre causa y efecto: la destrucción de la naturaleza por parte del hombre produce efectos inquietantes y desastrosos en nuestro planeta.

También nos preguntamos: ¿a qué se debe la desgracia q me sucede?

Si me enfermo - es porque fumo, porque tomo alcohol, porque consumo drogas, porque como demasiado - o porque no como...

El texto de Lucas habla de una masacre cometida por Pilatos - y de la caída de una torre en Siloé.

Y la gente le pregunta a Jesús por la culpa de aquellos muertos, por sufrir semejante duro castigo de Dios.

Muchos civiles son muertos por ataques de la OTAN a objetivos presuntamente rebeldes en Afganistán.

Los ejemplos son interminables.

La pregunta persiste: ¿por qué?

Jesús: no se trata de buscar culpas ni culpables.

Si se considera el pecado como causa de desgracias y muerte, todos somos pecadores, todos culpables.

Nadie tiene derecho de "juzgar" a otros (Juan 8).

La cuestión es que si ustedes mismos no se vuelven a Dios, también morirán.

Si nos volvemos a Dios estaremos en buenas manos.

Ante las desgracias, en medio de las desgracias, ante la muerte...

Pero Jesús ante todo se refiere a la muerte y a la vida en un sentido más profundo.

Porque evidentemente, todos, aún los más creyentes, los más "convertidos" no están exentos de la muerte. Ni de que les pasen desgracias.

Pero los que se vuelven a Dios tienen vida en un sentido más amplio.

Volverse a Dios y vivir con Dios hace que la vida cobre otro sentido, otro contenido.

Y la muerte también.

Ya la muerte no es el final de todo, ya no es la perdición total.

Lo que sí es grave: morir para Dios.

Si vivimos pensando sólo en el estómago, o en el bolsillo, en una palabra, centrados en nosotros mismos, - si vivimos una vida egoísta, materialista, no nos pasará nada mejor que a los del texto del evangelio.

Es necesario volverse a Dios.

En lugar de mirar el ombligo, extender la mirada a Jesús y mirar con la mirada de él: veremos entonces a las necesidades alrededor de nosotros, veremos  a quienes necesitan de nosotros. Y encontraremos los medios y las formas cómo asistirlos.

Y miraremos la muerte física con otros ojos: como que es parte de esta vida, pero que no nos puede separar de estar con Dios (Romanos 8:38s: Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.)

Y también estaremos más preparados para afrontar momentos difíciles y desgracias. Porque no buscaremos las culpas en otros ni en las circunstancias, sino sabremos que precisamente en los peores acontecimientos, Dios está con nosotros, nos consuela, nos fortalece y nos ayuda.

Amen



Pastor Dieter Kunze
Baradero, Argentina
E-Mail: ingekunz4@gmx.de

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