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ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

3° domingo de Cuaresma, 07.03.2010

Sermón sobre Lucas 13:1-9, por Guillermo Buzzo

 

En cierta ocasión se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. Él les respondió: "¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera". Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'. Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'".

La catástrofe ocurrida en Haití y la que ocurrió hace pocos días en el país hermano de Chile, nos han sacudido de muchas maneras. Vemos la muerte en directo, la mayoría desde nuestras casas a través de la tv. Nos conmovemos con las familias desmembradas y todo tipo de carencias que viven estos hermanos nuestros. La vida se abre camino a través de la solidaridad internacional, expresada de diversas maneras, y con diferente eficacia.

Lamentablemente, desde algunos lugares se han hecho interpretaciones de estos hechos parecidas a las que critica Jesús en este texto que acabamos de escuchar. Para algunos, que no merecen ni siquiera el apelativo de creyentes, estos hechos son un castigo de Dios para esos pueblos, supuestamente inmersos en el pecado.

Una posición menos dramática, pero igualmente peligrosa es la que adoptamos muchos de los que no hemos sentido moverse el suelo bajo nuestros pies, cuando nos gloriamos cómodamente de vivir en lugares más seguros... Pero a quienes encarnan esta actitud le habla también el Señor en el día de hoy.

Viendo la destrucción y la desolación de los otros no podemos simplemente felicitarnos por tener una mejor suerte. Si no nos ha tocado pasar por este dolor estamos en la situación de la higuera de la parábola. Tenemos todo para fructificar, y por eso, se nos exigirá un fruto acorde a lo que hemos recibido. El Señor, rico en misericordia nos regala aún una chance más. Pudiendo cortar la higuera y terminar con nuestra vida infecunda, no da una nueva chance. Eso es lo que los cristianos llamamos Cuaresma: un tiempo para vivir intensamente la gracia de la conversión. Un tiempo que nos regala Dios; no para gozarnos en nuestras comodidades, sino para arrepentirnos de nuestras traiciones; no para redundar en los mismos caminos de pecado, sino para enderezar la senda y dejarnos conducir a dónde Él quiera llevarnos.

¿Qué frutos he dado últimamente? ¿Cómo vengo aprovechando la gracia de Dios recibida?

¡Buena Cuaresma para todos!

 



Guillermo Buzzo
Salto, Uruguay
E-Mail: gbuzzo@adinet.com.uy

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