Göttinger Predigten

Choose your language:
deutsch English español
português dansk

Startseite

Aktuelle Predigten

Archiv

Besondere Gelegenheiten

Suche

Links

Konzeption

Unsere Autoren weltweit

Kontakt
ISSN 2195-3171





Göttinger Predigten im Internet hg. von U. Nembach

4° domingo después de Pentecostés, 20.06.2010

Sermón sobre Lucas 7:36-50, por Cristina Alcalá Castro

DESCRUBRE AL PERSONAJE

Descubre el personaje, podrías preguntarte, ¿y como descubro al dicho personaje? Bueno, pues, obviamente no te lo voy a decir directamente porque quiero que te involucres conmigo y te sumerjas en la trama para que aprendamos juntos muchas cosas sobre este personaje. Y no quiero que te quedes ahí sentado como si te hubiesen pegado a la silla, o como si te hubiesen metido un tapón en la boca. De algún modo quiero que interactúes conmigo y quiero que vivas conmigo el gran descubrimiento y que podamos decir juntos "¡¡ta. chan!!". O como si de una venda en los ojos se tratará, que no te deja ver, y que te ha privado de poder contemplar con tus ojos y ver a este increíble y sorprendente personaje.

La historia que vamos a vislumbrar se encuentra en Lucas 7:36-50, y claro cuando lo leamos, podemos preguntarnos ¿cuál es el personaje principal de esta historia? Bien, lo vamos a ir descubriendo sobre la marcha.¡¡No te impacientes ehhh!! Espera un poquito...jeje.

Por favor alguien puede leer la cita, vale, ¿cuál es el personaje principal de esta historia?

Vale, posiblemente pensáis que es la mujer, pero en mi caso yo después de haberle dado un par de vueltas, he decidido que la mujer es parte de la trama y que de algún modo es "utilizada" para transmitir un mensaje. Por lo tanto es también un personaje importante. Pero el personaje que yo he adjudicado como principal es Simón el fariseo.

Bueno, aquí aparece en escena Jesús yendo a la casa de un fariseo donde ha sido invitado a comer, pero imaginaos el momento, de repente ¡entra alguien en la casa en mitad de una comida!. No es difícil imaginarse que estarían en un ambiente tranquilo, acogedor, con un buen tema de conversación, donde hay dos personas que se consideran importantes cada uno para su grupo social al que pertenecen. Hoy diríamos que es una reunión de "categoría" entre líderes. Pero ese ambiente se ve interrumpido por una persona, que en primer lugar, es mujer, y dados los reconocimientos de valor y honor que le eran otorgados en aquel tiempo, podemos deducir que no era precisamente lo que diríamos una visita agradable. Además en segundo lugar, sabemos que era una mujer prostituta con lo cual no hace falta añadir más.¿Creéis que sería una situación cómoda? ¿Cuál fue la reacción del fariseo? Podríamos hacer una larga lista, empezando por la del prejuicio.

Pero bueno, pongámonos en acción: Imaginemos que hoy estamos en una reunión con personas que se asemejan a estos dos personajes (a Jesús y el fariseo), cada uno tiene su fama, pertenece a un grupo de influencia social, y el otro pertenece a un grupo de influencia religiosa, política y social. ¿Creéis que nosotros verdaderamente sentiríamos respeto y valor por ella? ¿Es posible que no tengamos una lucha de valores y conflictos de juicio "moral" y "social"?

Sin embargo si contestamos que si, y que nuestra actitud estaría muy lejos de ser simplemente solidarios y amables quiero exponer una serie de "imágenes" con las que el pueblo muchas veces identificaba a los fariseos. Por ejemplo, actitudes como: pensamientos de prejuicio a los que clasificaban como pecadores, también sentimiento de rechazo por amor a uno mismo, es decir, que eran orgullosos por ser un pueblo especial, también eran rigurosos con las formas y les importaba mucho la presión social por el "que dirán" . Es muy fácil que al fariseo se le pasara por la mente ¿qué pasará si dejo entrar a esta mujer en mi casa?"¿ qué hago? ¿la echo?¿me considerarán un impuro? Había muchos sentimientos de orgullo, de prejuicio, y de religiosidad.

Ahora bien, estamos viendo una cita que paso hace por lo menos dos mil años, pero fíjate, que me parece estar ahora mismo sentada en la terraza de un bar, donde entra una prostituta y todo el mundo la mira de arriba abajo (incluida yo) con cara de "no quiero ver esto" otros con cara de "esta mujer es una guarra" otros con cara de "esto es muy violento, no quiero que lo vean mis hijos", otros simplemente indiferentes como si de un fantasma se tratara. Yo me identifico con alguna de estas expresiones. Luego, el concepto fariseo de apariencia, hipocresía, prejuicio o simplemente rechazo no parece estar muy lejos de nosotros. Como no parece estar muy lejos de nosotros, ni la estructura moral de los judíos fariseos, ni la estructura social del resto del contexto de la época, como por ejemplo también los romanos han pasado mas de dos mil años y sigue estando aquí.

Conocéis ese dicho "¿dime con quien andas y te diré quien eres?" o también por ejemplo actitudes cotidianas, del día a día, como no dar la "nota" en público, ir por la calle y que nadie te mire, no discutir con tu familiar delante de la gente, no gritar en público, guardar las formas, portarse bien, ser educados...¿no nos suenan todas estas normas de conducta y de comportamiento? ¿Acaso no tiene también mucho que ver con los esquemas de hoy día? ¿no son también normas para regir y controlar nuestro cumplimiento integro de valores de educación? ¿Acaso no son nuestros esquemas de hoy? "guardar las formas".

¿Cuáles creéis que serían los rasgos con los que nos pareceríamos a ellos? Podemos pensar que hay poco de lo que tengamos en común con ellos, no voy a apelar a tu nivel de sinceridad, ¿pero creéis que no nos parecemos en nada a los fariseos? Realmente si somos rigurosos y si decimos que las reacciones de ellos no tienen nada que ver con nosotros pienso que no somos del todo sinceros...¿ de verdad creemos que no tiene nada que ver con nosotros?

Como gentiles que somos, descansamos en un mullidito y blandito colchón, en que con nosotros no va la fiesta y que esas escenas solamente están para los fariseos y religiosos de hoy, y no nos sentimos identificados porque no somos fariseos y es como si estuvieran encajadas en esos determinados y concretos grupos religiosos, sociales y políticos. ¿Pero acaso nosotros no somos un grupo religioso también?

Quiero añadir con esto, un ejemplo de una experiencia que tuve el otro día en el metro. La escena era un padre y un hijo juntos de pie en el vagón. El vagón estaba medio lleno, había gente sobre todo sentada y algunos otros de pie. Ellos se encontraban a mi izquierda y estaban casi al lado mío de pie. Yo iba leyendo, y por un momento me desconcentre por algunos gritos que no presté mucha atención sólo lo suficiente para darme cuenta que una voz me había apartado de mi lectura. No obstante, el grito no paró, sino que fue continuado por otro, y así sucesivamente, hasta que no pude evitar dejar mi libro y poner mi mirada fija con la boca abierta en ese desfavorable desencuentro. El hijo como si estuviera en mitad del campo, daba voces sin inmutarse; sus palabras eran cortantes, desafiantes e hirientes. Yo pase de preguntarme que pasará a decirme a mi misma, me levanto y le digo a este chico algo, (estuve apunto de hacerlo, pero dije, Cris, tu apariencia de niña, tu estatura, mas su situación, más su enfado, más todo lo que suceda, no te conviene levantarte y decirle nada quédate mejor sentadita con tu libro mona). Me sentí realmente violentada por la situación, y tremendamente afectada por ver como alguien podía tratar no sólo así a su padre sino además humillarle faltándole el respeto delante de todo un auditorio amplio de desconocidos.

Creo que esta situación nos sirve claramente como ejemplo para reflejarnos en ella, que en medio de una situación de dentro de nuestro contexto, cultura y conceptos educativos somos capaces de analizar una situación sin ser rigurosos, objetivos y sobre todo conocedores en profundidad de los personajes protagonistas que están siendo los protagonistas de ese suceso.

¿Este es un buen ejemplo para re-explicar nuestro texto? No lo sé. Pero si sé, que no te deja indiferente al igual que tampoco nuestro texto tampoco. Y que como ejemplo nos sirve para reflexionar en que pensamos conocer todo lo que sucede en esta escena y muy fácilmente podemos inclinarnos hacia una parte o hacía otra, apoyando a una y rechazando e incluso juzgando a la otra.

¿Pero es realmente ajustada esta apreciación? ¿Y que pasa con nuestros personajes? Es muy probable que pensemos que la prostituta que era esto, y que el fariseo estaba siendo lo otro, pero no tenemos una apreciación ajustada sino reconocemos que nosotros hubiéramos podido actuar de la misma manera que el fariseo.

En el caso del Padre y del hijo, no conocemos ni tanto al Padre, ni tanto al hijo como para hacer una valoración ajustada de la relación entre ellos.

Sin embargo nosotros, conocemos la situación con Simón el Fariseo y la prostituta y actuamos de la misma manera que Simón o bien juzgamos a uno o a otro.

Pero dejando este ejemplo ya aparte, sobre nuestros dos personajes podemos ver que Jesús a ambos los tomó por igual, la enseñanza personificada en la prostituta fue un mensaje para los dos. Podemos ver que Jesús tuvo la misma compasión y a cada uno le dio la parte de exhortación y confrontación que le correspondía.

Muchas veces cuando hablamos se me viene esta imagen/ escena a la mente de Yaki chan, nos ponemos nuestro cinturón negro de teología, atamos la cinta del raciocinio a la cabeza, y nos ponemos en posición de ataque y defensa y hacemos "ven" que te voy a dar para el pelo. Para terminar haciendo una exposición critica, desarrollada multiconceptual.

¿La realidad? es que no somos tan diferentes a estos dos personajes. Podemos identificarnos mas con la prostituta porque la vemos como una víctima y nos es más fácil hacer una valoración sobre la actitud del judío. Sin embargo no somos tan diferentes de los fariseos como creemos, ni tampoco de los no fariseos. Tenemos una valoración muy positiva de nuestros criterios y una valoración muy critica con "sus" criterios cuando únicamente parten del mismo lugar, de nuestra mente y de nuestro corazón. Mucho de lo que decimos no es lo que hacemos y mucho de los que pensamos, no es lo que decimos. Hay otro dicho, este es andaluz que dice "mucho lirili y poco lerele"

Pero sinceramente cuando leo y pienso esto, siento mucha pena, porque al igual que el pueblo judío hemos pasado de ser unos marginados a ser afiliados al mismo pueblo con los mismas ventajas y el mismo valor, pero no hemos aprendido de muchos de los errores que ellos han cometido y estoy convencida que hoy por hoy pecamos de las mismas cosas que en su día los judíos hicieron. Y cuando leemos este texto, nos encorvamos de orgullo y decimos gracias Señor por no ser uno ellos, y nos damos honores porque no pecamos como pecaron ellos, y no nos damos por aludidos en que dentro de esta historia también estamos pringados hasta el cuello.

No somos tan diferentes, y no puedo terminar esta predicación sin reflexionar en dos cosas:

  1. Fueron el pueblo escogido para comunicar un mensaje a las naciones de su alrededor.

  2. Y creyendo que le conocían, seguros de que le conocían, llevando a cabo la ley tal y como decía, ¡convencidos de que le conocían!...no le recibieron.

(Una escena a día de hoy)Le dice uno: Mira, Jesús esta ahí, el Mesías ha llegado.

El otro contesta: No, no me convence, según mis criterios y mis diferentes puntos de vista, no me convence, lo siento. Respeto tu opinión, pero no estoy de acuerdo contigo.

Reflexión final:

Descubre al personaje...¿Quieres seguir descubriendo conmigo quien es? el personaje de esta historia no es el fariseo, ni tampoco es la prostituta. El personaje es Jesús, el que quiero desvelar en esta historia no es ni mas ni menos, que el personaje mas "conocido".

Pero mucho de lo que creemos entender muchas veces no lo entendemos y lo que pensamos que creer, posiblemente no lo creemos.

Lo que muchas veces no entendemos ni tampoco sabemos, y que ni si quiera logramos muchas veces poder creer y otras poder entender, es ese mensaje con el que se nos presenta Jesús, tan real y alcanzable a nuestros conceptos e imágenes de la vida, de nuestro mundo, pero cuando queremos ser capaces de cogerlos, palparlos, hacerlos nuestros, y ponerlos por obra, plasmarlos en nuestras vidas, nos damos cuenta que en el intento de cambiar, sólo nos queda volver a escucharle otra vez..

Muchas veces nos comportamos como el fariseo, y no nos damos cuenta: estamos juzgando a las personas, estamos siendo orgullosos, nos creemos que tenemos la verdad y no somos humildes. Decimos conocer a Jesús, pero Jesús no estaría nada agradado por nosotros. Tenemos al Salvador dentro de nuestra vida, (del mismo modo que Simón lo tuvo delante de él mientras comía) pero no nos damos cuenta. Ponemos nuestros standards, esquemas y conocimiento humano de la vida, y olvidamos el suyo.

Y no lo reconocimos, estuvo entre nosotros y no lo recibimos. Descubre al personaje...



Cristina Alcalá Castro
Madrid
E-Mail: cris_sion@hotmail.com

(zurück zum Seitenanfang)